Los analistas dicen que la situación es tan mala que será inevitable introducir cambios al actual régimen de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de restricciones cambiarias, energía subsidiada y proteccionismo comercial. El debate se centra ahora en la rapidez y en la medida en que deben aplicarse dichos ajustes.
En momentos en que se agudiza la competencia por la Presidencia argentina, hay algo que se hace evidente: quien gane heredará una economía en ruinas.
Los analistas dicen que la situación es tan mala que será inevitable introducir cambios al actual régimen de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de restricciones cambiarias, energía subsidiada y proteccionismo comercial. El debate se centra ahora en la rapidez y en la medida en que deben aplicarse dichos ajustes.
“El desafío será lanzar un ataque en todos los frentes de esos problemas, ya que no bastará con abordarlos de a uno”, dijo Luis Secco, director de la compañía de análisis Perspectiv@s Económicas, que tiene sede en Buenos Aires.
Los siguientes son los cinco desafíos que enfrenta el país latinoamericano.
Un creciente déficit
Para Mauro Roca, un economista de Goldman Sachs Co., los problemas económicos de Argentina derivan de un déficit fiscal que el centro de estudios económicos CIPPEC, que tiene sede en Buenos Aires, estima que cerrará el año en 6 por ciento del producto interno bruto.
Alimenta el déficit un incremento del gasto de 37,5 por ciento en los primeros siete meses del año respecto de igual período del año pasado. Los ingresos del período crecieron 30,8 por ciento. Buena parte de ese gasto se destina a financiar las cuentas de energía y transporte de los argentinos, algo que un nuevo presidente deberá reducir a los efectos de equilibrar el presupuesto. No será fácil desde un punto de vista político, dijo Roca.
Precios en alza
El déficit impulsa la inflación. Además de reformar la política monetaria, el próximo gobierno tendrá que reorganizar su organismo de estadísticas, que sigue subestimando la inflación a pesar de haber lanzado un nuevo índice de precios al consumidor bajo presión de una censura del Fondo Monetario Internacional.
Una moneda demasiado alta
Con miras a las elecciones, el gobierno ha usado el peso para contener la inflación, para lo cual ha tenido que mantenerlo en un nivel de fortaleza artificial. El peso se ha depreciado apenas 9,1 por ciento este año, en comparación con una caída de 31 por ciento del real de Brasil, su principal socio comercial.
Superávit comercial en desaparición
La pérdida de competitividad ha llevado la participación de Argentina en el comercio bilateral con Brasil al nivel más bajo desde la creación del bloque comercial Mercosur en 1991, según la firma de análisis Elypsis.
Aislados de los mercados de capital durante una batalla legal de una década con acreedores holdout del impago de 2001, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su extinto esposo y predecesor, Néstor Kirchner, dependieron del superávit comercial para tener acceso a dólares. Ese superávit se ha ido diluyendo y cayó 95 por ciento en agosto respecto de igual mes del año pasado, a US$51 millones.
Devaluar el peso para recuperar competitividad y reducir la brecha de 67 por ciento con el valor del peso en el mercado negro es inevitable, dijo Secco, de Perspectiv@s.
Caída de las reservas
La contracción del superávit comercial y la falta de acceso a los mercados de capital han hecho que las reservas de Argentina caigan a niveles precarios. Si bien una permuta cambiaria de US$11.000 millones con China le ha permitido al banco central afirmar que las reservas ascienden a US$27.700 millones, los analistas observan las reservas netas para evaluar la capacidad de pago de las obligaciones de la deuda externa. El próximo presidente heredará reservas netas de apenas US$1.500 millones, según Perspectiv@s Económicas.
A los efectos de resolver su escasez de dólares, Argentina tendrá que volver a emitir deuda, lo cual puede conseguirse si se llega a un acuerdo con los tenedores de bonos impagos. Pero Rocca, de Goldman, dice que las cuentas externas de Argentina no son una preocupación tan inmediata porque el país tiene pocos reembolsos importantes de deuda que hacer antes de 2017, lo que da al nuevo presidente cierto margen de maniobra.