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2016, el año de la incertidumbre regional Columna de opinión

2016, el año de la incertidumbre regional

De cara al próximo año, el primer concepto que se viene a la mente es incertidumbre. Como países pequeños estamos expuestos a las turbulencias externas, que no están del todo identificadas y mucho menos cuantificadas.


A estas alturas, a nadie debe sorprenderle lo delicado del momento económico latinoamericano. Más allá de las causas, las consecuencias sobre el bienestar son preocupantes. Y es que resulta muy difícil aislar los fenómenos políticos del desempeño macroeconómico, en un ambiente donde el impulso de nuestros principales socios comerciales es cada vez menor.

Los países que hace un año eran considerados como ejemplo para Chile, Colombia y Perú, por ejemplo, hoy muestran expansiones esperadas del producto que son similares a las nuestras, ubicándose en torno al 2,4%, ya lejos de los niveles que se evidenciaban años atrás. Este impacto es real y la ciudadanía lo sabe, repercutiendo sobre los niveles de popularidad de los gobernantes latinoamericanos que han caído de manera considerable. Cualquier medida para revertir esta situación parece insuficiente.

De cara al próximo año, el primer concepto que se viene a la mente es incertidumbre. Como países pequeños estamos expuestos a las turbulencias externas, que no están del todo identificadas y mucho menos cuantificadas. No podemos obviar que hoy la Fed de Estados Unidos, el Banco Central Europeo y el Banco Popular de China son proclives a mantener los estímulos monetarios por esa misma causa.

Considerando lo anterior, el impacto sobre nuestras monedas ha sido considerable, con el peso chileno que se ha depreciado cerca de 14% y el real brasilero otro 47%. Esto trae aparejado algo que hasta ahora no hemos visto en otras partes del mundo: inflación. Tanto el nivel como la persistencia de este fenómeno complican a nuestras economías. Y es que si bien el alza de precios nos afecta a todos, lo hace de manera especial sobre las personas con menores recursos.

Es así como Latinoamérica termina este año bastante peor a como lo comenzó. Y aunque siempre puede ser peor, lo más inquietante está en 2016. Es definitivo que el impulso externo determinado por China y por las economías desarrolladas no será el visto en los años previos, y a lo sumo evitaría daños mayores. Pese a que en Brasil esperamos una caída de más de 2% del producto y un desempleo de dos dígitos, también creemos que difícilmente puede ser más bajo. Es decir, es el “piso” de nuestros vecinos. En este contexto, la inflación debería ceder algo y la tasa de política monetaria brasilera podría incluso reducirse, en línea con ajustes al gasto fiscal.

En materia política, la palabra incertidumbre seguirá repitiéndose a nivel regional: el futuro de Brasil contrasta con el panorama electoral de Argentina, donde independiente de quién sea electo, es claro que el futuro gobierno deberá basarse en el diálogo con todos los sectores. Ya no quedan espacios para aplanadoras de ningún tipo. Es más, faltan ideas y recursos.

Si bien los datos económicos y el contexto en el que nos encontramos aún no nos permiten estar tranquilos, sí debemos estar alertas y activos para generar acuerdos que permitan estimular el crecimiento y el empleo de fuente internas, procurando que sean sostenibles. La incertidumbre debe dar paso a diálogo e ideas.

Felipe Bravo
Economista Banco Santander

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