Cuando faltan sólo diez días para la celebración de un referéndum que podría provocar la salida del Reino Unido de la Unión Europea, los banqueros centrales están montando las defensas para reforzar la confianza del mercado y del sistema financiero si llega a suceder eso.
Mientras el Reino Unido se rompe la cabeza por definir su relación con Europa, el Banco de Inglaterra está preparándose para la turbulencia.
Cuando faltan sólo diez días para la celebración de un referéndum que podría provocar la salida del Reino Unido de la Unión Europea, los banqueros centrales están montando las defensas para reforzar la confianza del mercado y del sistema financiero si llega a suceder eso. El martes se realizará la primera prueba de su trabajo, con el comienzo de una serie de operaciones adicionales en el mercado para aumentar la liquidez en la época de la votación.
En el punto culminante de más de un año de planificación, Mark Carney podría enfrentar una plétora de desafíos surgidos del acontecimiento que puede hacer historia. Como la volatilidad ya está creciendo vertiginosamente y se anunciará el resultado en un día normal de operaciones, algunas de las consecuencias inmediatas de una victoria del Brexit podrían ser una fuga de capitales, una caída de la libra esterlina y un agotamiento del financiamiento bancario.
“Supongo que hay algún tipo de comité de crisis de propósito especial presidido por el gobernador”, dijo Tony Yates, ex miembro del Banco de Inglaterra y profesor de Economía de la Universidad de Birmingham en Inglaterra. “Si fuera yo, me aseguraría de que todos los recursos estuviesen concentrados en la continuidad de los negocios y en problemas de estabilidad financiera a corto plazo”.
Es probable que Carney se encuentre en la primera línea de la reacción inicial inmediatamente después que se tomase la decisión de abandonar el mercado común más grande del mundo. Como el gobernador ya declaró que un voto por dejar la UE constituye el mayor riesgo doméstico para la estabilidad financiera, el banco británico dijo que monitoreará los sucesos en el mercado y tomará medidas de ser necesario.
La reacción más visible probablemente se dé en el mercado cambiario. Los economistas predicen que la libra podría retroceder casi 10 por ciento, hasta US$1,30, un nivel visto por última vez en 1985. Se han disparado las mediciones de la volatilidad implícita y Carney advirtió que la moneda podría caer “abruptamente”.
Otros manifestaron su preocupación porque pueda haber un impacto inmediato sobre la oferta de financiamiento mayorista para las instituciones financieras británicas de ocurrir el Brexit. En ese escenario, la adopción de un tono tranquilizador y la provisión de suficiente liquidez constituirían la respuesta inicial, según el ex vicegobernador John Gieve, que estuvo a cargo de la estabilidad financiera del banco durante la crisis de Northern Rock Plc en 2007.
Carney ya intervino para disipar parte de la incertidumbre con el anuncio anticipado de tres operaciones adicionales de acuerdos de recompra indexados a largo plazo para todo el mercado. Las subastas extra, en las cuales el banco central ofrece fondos a las entidades financieras a cambio de garantías, se realizarán el 14, el 21 y el 28 de junio y se sumarán a sus operaciones mensuales regulares.
Además de la volatilidad del mercado y la economía, puede que el Banco de Inglaterra también deba lidiar con la inestabilidad del Gobierno. El primer ministro, David Cameron, y el Ministro de Hacienda, George Osborne, ataron sus destinos a la campaña por permanecer en la UE, lo que plantea la perspectiva de un cambio de dirigencia en caso de que se vote abandonar el bloque.
“Creo que el banco tiene mucha credibilidad y quien quiera que asuma estará ansioso por demostrar que está trabajando de manera efectiva con el Banco de Inglaterra”, dijo Gieve. “Así que por más que se hable de que hay una hostilidad abierta contra Carney, no es lo que veo”.
