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Obtener respuesta a la pregunta más difícil de la economía

Xavier Gabaix, economista de la Universidad de Nueva York, está trabajando en un nuevo modelo keynesiano conductual que podría ayudar a resolver el debate macroeconómico más importante y difícil del mundo académico actual: si las tasas de interés bajas causan inflación, deflación o ninguna de las dos cosas. Y podría desencadenar un cambio radical en la forma en que se elabora la teoría macroeconómica.


Xavier Gabaix, economista de la Universidad de Nueva York que recibe mucha menos atención de la que debería, escribió lo que podría llegar a ser una de las investigaciones más interesantes sobre teoría macroeconómica en años. Titulada «A Behavioral New Keynesian Model” (Un nuevo modelo keynesiano conductual), no es precisamente emocionante y el trabajo aún está incompleto, pero podría ayudar a resolver el debate macroeconómico más importante y difícil del mundo académico actual: si las tasas de interés bajas causan inflación, deflación o ninguna de las dos cosas. Y podría desencadenar un cambio radical en la forma en que se elabora la teoría macroeconómica.

Tradicionalmente, los macroeconomistas piensan que las tasas de interés bajas estimulan la inflación. Pero primero Japón y ahora Estados Unidos y Europa mantienen las tasas bajas desde hace años y la inflación permanece obstinadamente baja. Un grupo radical de macroeconomistas, entre ellos Stephen Williamson del Banco de la Reserva Federal de St. Louis y John Cochrane de The Hoover Institution, presentaron una nueva teoría llamada neo-fisherismo, que establece que un periodo prolongado de bajas tasas de interés en realidad mantiene los precios bajos en lugar de elevarlos. Williamson y Cochrane han dicho repetidamente que los nuevos modelos keynesianos – la principal corriente de la teoría macroeconómica – con facilidad pueden producir el resultado neo-fisheriano en lugar de la visión tradicional. Uno de los problemas es que los modelos estándar son a menudo ambiguos: ofrecen una serie de posibles resultados radicalmente diferentes para la economía y no hay forma de saber cuál de ellos se va a producir.

Gabaix aborda estos problemas con una idea simple e intuitiva pero audaz. En lugar de suponer que las personas son perfectamente racionales, su teoría es que tienen una atención limitada – lo que el psicólogo Herbert Simon llamó «racionalidad limitada»-. Cuando las tasas de interés o el producto interno bruto cambian, las personas del modelo de Gabaix no se percatan de que las cosas son diferentes. Y lo que es más importante, son miopes, no piensan tanto en la probabilidad de que se produzca una recesión en 10 años como en la de que tenga lugar una en los próximos seis meses.Estas ideas parecen obvias para la mayoría de la gente. Cuando los acontecimientos están más lejos en el futuro, uno se preocupa menos por ellos, ¿correcto? Por lo menos así me pasa a mí. Pero para los macroeconomistas, esta es una idea bastante radical. La mayoría de los investigadores macroeconómicos adhieren estrictamente al culto de la racionalidad perfecta. Si la economía parece impulsada por un comportamiento que no es lo suficientemente racional, los macroeconomistas suelen explicarlo como un fracaso de las instituciones económicas, en lugar de considerar que es resultado de la psicología humana. Christopher House, mi propio maestro en la Universidad de Michigan, pensaba que la economía conductual era una moda y que nunca tendría gran influencia en la teoría macro.

Gabaix podría demostrar que House estaba equivocado. Junto con otra investigación reciente de Mariana García-Schmidt y Michael Woodford, la nueva teoría de Gabaix pone a las limitaciones humanas en primer plano y en el centro, matando con ello a la vaca sagrada del Homo economicus.

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