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La radiografía de Ricardo Ffrench-Davis al momento económico: el neoliberalismo sigue marcando la pauta, incluso con la Nueva Mayoría Señala que Foxley fue el último ministro de Hacienda de centroizquierda desde el retorno a la democracia

La radiografía de Ricardo Ffrench-Davis al momento económico: el neoliberalismo sigue marcando la pauta, incluso con la Nueva Mayoría

El economista e intelectual ligado a la DC hace un llamado a que el Estado retome el liderazgo para reactivar la economía. Dice que los economistas neoliberales «tienen desconfianza del Estado. Ellos creen que lo que gasta el Estado es malo, entonces mientras menos, mejor», criticando que «son los mismos que hoy dicen que como el precio del cobre bajó, hay que reducir gasto fiscal. No pues, eso es política procíclica». Y apunta directo a Rodrigo Valdés: «Está viendo cómo acorta la inversión pública y eso es lo contrario de una política contracíclica”. También indica que «no podemos decirles a estos empresarios que les vamos a pasar la retroexcavadora y los vamos a mandar para afuera, porque constituyen el 70% de la economía chilena”.


Si bien estudió en la Universidad de Chicago, Ricardo Ffrench-Davis está lejos de ser un «Chicago boy».

El economista e intelectual que influyó con fuerza durante los primeros gobiernos de la Concertación concedió una entrevista a The Clinic, donde trató con dureza las políticas aplicadas en los últimos gobiernos, los que califica como un triunfo de los economistas neoliberales.

Descarta una crisis sistémica y dice que «es tremendamente negativo que la mayoría de los ‘opinantes’ busquen la cuña para el periódico en vez de discutir los temas de fondo. Se enfatizan las cosas malas y este país está muy lejos de ser el peor del mundo, pero pareciera que lo somos».

El académico, ligado a la DC, en su análisis a los problemas que enfrenta el modelo económico y político actual, indica que «hay errores que se han ido acumulando desde hace 15 años. Nos fuimos trancando, nos acostumbramos a innovar menos. Fue la complacencia de lo notablemente bien que lo hicimos en los primeros seis años de democracia. En ese tiempo, este país creció sobre 7%, como país asiático».

Precisa que el punto de quiebre ocurre en el Gobierno de Frei, con la elección de Eduardo Aninat como ministro de Hacienda: «No retrocedió, pero dejó de avanzar, y después la crisis se manejó mal. De ahí en adelante se desataron las trenzas neoliberales».

En ese sentido, destaca que «Foxley fue un ministro de centro izquierda, pero desde Aninat en adelante no hubo ninguno. Un buen ministro de Hacienda tiene que hacer las reformas a tiempo, no veinte años después. Así da saltos menos graduales y manda señales. Un ministro tiene que corregir los programas que son renovadores en un momento y que después se van poniendo inertes. El desarrollo es ir avanzando sistemáticamente, de manera coherente».

Ante eso, señala que triunfó la mirada de los economistas neoliberales, que «son los mismos que hoy dicen que como el precio del cobre bajó, hay que reducir gasto fiscal. No pues, eso es política procíclica. Necesitamos reactivar la inversión fiscal. Cuando aumenta el desempleo y las empresas van a crecer menos, hay que crear demanda, y el único que puede hacerlo en estas circunstancias es el Estado. No repartiendo cheques, sino que impulsando la capacidad productiva».

En ese sentido, critica el llamado ideológico a moderar el gasto de los economistas, «porque tienen desconfianza del Estado. Ellos creen que lo que gasta el Estado es malo, entonces mientras menos, mejor».

Ante eso, Ffrench-Davis apunta al liderazgo de Rodrigo Valdés: «El ministro de Hacienda está viendo cómo acorta la inversión pública y eso es lo contrario de una política contracíclica. El Estado tiene que gastar plata en inversión, pero no en bonos. Hay que hacer obras públicas, hacer alianzas con el sector privado. Eso es conducción. El mundo neoliberal está presionando al ministro para que corte, pero no hay que hacerlo. Por el contrario, hay que invertir como el único camino para reactivar y construir futuro».

Asegura que estamos ante «un país desconcertado», y que «estábamos tratando de salir de una gran desaceleración, y es latente el peligro de repetir lo mismo que ocurrió en 1999. En ese tiempo, Lagos se equivocó con su ministro de Hacienda, confió tal como lo hizo Bachelet, y no fueron buenos ministros para un gobierno de centro izquierda. Eran respetables, honestos, inteligentes, pero no son para centro izquierda».

Respecto a las reformas que ha impulsado este Gobierno, está «absolutamente convencido que la reforma tributaria es positiva, porque recauda de manera claramente progresiva, pero la opinión pública no tiene idea de eso. No son capaces de transmitirlo».

Pese a eso, indica que hubo dos errores grandes: «Uno, que fue decir que esto no afectaba la inversión, cuando era obvio que eso iba a pasar. Había que salir a decir que era cierto que los grandes iban a invertir menos, pero que se iba a ayudar a que los pequeños y medianos invirtieran más. Y el segundo error fue la cocina».

Frente a las reformas educacional y laboral, da cuenta de que ha habido «una confusión tremenda» y que «este gobierno no comunica bien».

Destaca que «muchas veces hemos avanzado un paso y hemos retrocedido dos. El Transantiago, por ejemplo. Era bueno transformar el transporte en Santiago, pero paso a paso. Se dio un paso grande y no estaban los paraderos disponibles, ni la gente sabía dónde pasaba la micro».

Agrega que «hay que tener cuidado con el diseño de las reformas, pero avanzar persistentemente. Los progresistas no tenemos derecho a botar la plata, tenemos que ocuparla para construir un futuro sostenible».

Sostiene que hay que cuidar la inversión y que «no podemos decirles a estos empresarios que les vamos a pasar la retroexcavadora y los vamos a mandar para afuera, porque constituyen el 70% de la economía chilena. Pero es preciso impulsar el desarrollo de pequeños y medianos que vayan ocupando un espacio creciente».

Propone «cambiar el ánimo y eso tiene que partir desde la Presidenta y con el respaldo de un programa de desarrollo productivo con las Pymes en el centro».

Frente al ‘piscinazo’ de Ricardo Lagos como candidato presidencial para un segundo mandato, señala que «es un estadista, un tipo que piensa para Chile, para la región, para el mundo. Necesitamos renovación, necesitamos estadistas nuevos, pero si finalmente es el candidato nuestro, voy a votar con mucho gusto».

Y frente a la reaparición en la escena de José Piñera ante el llamado presidencial para reformar el sistema de pensiones, Ffrench-Davis afirma que su regreso al debate es «grostesco».

Dice que «en 1981, él creía -tal como muchos otros- que Chile crecía al 8%, cuando en realidad crecía al 2,9%. La dictadura tuvo un 2,9% de crecimiento entre 1974 y 1981, y las AFP se proyectaron con un crecimiento de 8% y pleno empleo. En los 80 el desempleo promedió 19%.Temo que en 25 años él no miró los números, se quedó en su publicidad».

Su propuesta es que debería haber solo una AFP y que fuera estatal, «como muchos de los países desarrollados social democráticos. Hay capitalización y solidaridad, porque solo el componente de reparto no da, a no ser que la población sea estática. Y eso no pasa, estamos pasando de 2,5% a 0,8% de crecimiento demográfico. Es otro mundo y la gente, además, vive mucho más».

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