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Acerca de la vulnerabilidad y escasa diversificación del sector exportador chileno Opinión

Acerca de la vulnerabilidad y escasa diversificación del sector exportador chileno

En condiciones económicas diametralmente opuestas: bajo un modelo semi-cerrado con preferencia por el mercado interno y el desarrollo industrial como la ISI; y en un esquema de apertura comercial que privilegia las actividades de servicios y el segmento financiero como el neoliberalismo; el carácter extractivo primario de las principales exportaciones del país ha permanecido prácticamente inalterado.


Recientemente ha sido noticia en el país las observaciones realizadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) con respecto a la vulnerabilidad del sector exportador chileno.

El organismo que reúne al “club” de países desarrollados y algunos emergentes como Chile, México y Turquía, ha apuntado a las debilidades de la estructura productiva y exportadora chilena en el informe: “Production transformation policy review of Chile, reaping the benefits of new frontier”.

El informe pone en cuestión la premisa de que la combinación entre apertura comercial, estabilidad macroeconómica y un buen clima de negocios es condición suficiente para acceder al desarrollo. En el texto se hace hincapié en la reducida productividad de la mayor parte de la fuerza laboral y los bajos salarios resultantes.

Asimismo, se puntualiza en el protagonismo que adquieren en Chile los recursos naturales, con una canasta exportadora concentrada en el cobre como materia prima y en los segmentos frutícola, vitivinícola y pesquera. Además, tres países, China, Estados Unidos y Japón, son los destinatarios de más de la mitad de las exportaciones del país. Así, desde la entidad internacional se reitera, una vez más, la incapacidad de la economía chilena con respecto a la diversificación productiva y la agregación de valor en su actividad exportadora.

El documento de la OCDE apunta a una de las falencias del modelo neoliberal. El estilo de crecimiento focalizado en actividades primarias dispone de una vulnerabilidad de largo plazo que hace depender del comercio exterior con el centro capitalista, vg. EE.UU., y en la actualidad el gigantico asiático chino, la posibilidad de la captación de divisas.

A este respecto, si bien, en los últimos años, el sector exportador ha disfrutado del conveniente precio internacional de los commodities, la persistencia de un esquema de crecimiento sustentado en los recursos naturales supone un riesgo latente tanto para las ventas exteriores del país como para el conjunto de la economía. A este respecto, cabe preguntarse si este carácter de las exportaciones es un rasgo del neoliberalismo o, si con anterioridad a éste, en la industrialización sustitutiva de importaciones (ISI), la canasta exportadora dibuja una mayor diversificación.

A lo largo de prácticamente nueve décadas, tanto en el periodo de la ISI (1939-1973) como en el actual esquema neoliberal (1974-2018) el país ha mantenido la conformación de una canasta exportadora centrada en el sector primario. A semejanza del actual modelo económico, en el transcurso de la ISI los bienes exportables se localizaron en la extracción cuprífera y en la venta de otras materias primas. Lo anterior puede visualizarse para los seis principales productos exportados en 1967 y 2016. Según datos del “Complexity Economic Report” editado por el MIT, en 1967 el país exportaba un 65% de cobre; 13% de hierro sin refinar y concentrados; 2,7% de cobre sin refinar; 2,4% de salitre; 1,8% de minerales no ferrosos y 1,5% de harina de pescado. En 2016, Chile exportó 24% de cobre; 21% de cobre sin refinar; fruta 4,4%; celulosa 3,9%; vino 3,2% y pescado congelado 2,7%.

Como apreciamos, en condiciones económicas diametralmente opuestas: bajo un modelo semi-cerrado con preferencia por el mercado interno y el desarrollo industrial como la ISI; y en un esquema de apertura comercial que privilegia las actividades de servicios y el segmento financiero como el neoliberalismo; el carácter extractivo primario de las principales exportaciones del país ha permanecido prácticamente inalterado.

Por tanto, la cuestión de si la especialización en actividades referidas a ventajas comparativas no dinámicas por parte del segmento exportador -y las grandes empresas y grupos a éste vinculado- es suficiente para consolidar el desarrollo económico se responde a sí misma. Cabe recordar que con oportunidad de la Gran Depresión de 1929, y en la crisis regional de la deuda externa de 1982, Chile se convertirá en el país más afectado por los vaivenes del ciclo económico internacional. La preferencia por la captación de rentas ricardianas por sobre la activación de procesos de innovación y promoción de un mayor valor agregado en el sector exportador es una característica de largo plazo por parte de la élite económica del país.

Expresado lo anterior, es importante interrogarse por las bases productivas de que dispone la economía chilena para el propósito de incrementar el valor y el conocimiento aplicado a sus bienes transables. El informe anual emitido por el MIT “Complexity Economic Report” examina la intensidad de los conocimientos acumulados en las diversas economías del globo, poniendo énfasis en la actividad exportadora. El primer puesto en la elaboración del ranking lo ocupa el país con una mayor complejidad económica a nivel internacional, aspecto estrechamente vinculado a la capacidad tecnológica y el grado de industrialización.

Los autores del informe han demostrado que su metodología predice de manera más precisa y ajustada el nivel de crecimiento económico en comparación a índices como el “Doing Business” del Banco Mundial, de reciente repercusión en el país con motivo de los cambios en su diseño que ha afectado negativamente la puntuación chilena.

Con respecto a la complejidad económica de Chile en el largo plazo, en promedio para el periodo 1966-1970, fase final del modelo de industrialización sustitutiva de importaciones, el país se posicionaba en el puesto 45. A modo de comparación, por ese entonces, Chile mejora en cuatro lugares a Argentina; se sitúa a veinte posiciones de España, y a 24 puestos de Corea del Sur. Entre 1976-1980, ya en el neoliberalismo, Chile descenderá al puesto 67, uno de los mayores retrocesos en el ranking de complejidad económica a escala internacional. De ahí en adelante, esta ubicación del país ha permanecido estancada posicionándose, en promedio, entre 2011-2015 en el puesto 69, por detrás de Argentina (60°), España (28°) y a más de 65 lugares de Corea del Sur (4°). Lo anterior, implica la normalización de un atraso relativo con respecto a las economías mencionadas que el modelo neoliberal es incapaz de revertir dada su preferencia por la explotación de recursos naturales, en una economía orientada al sector servicios en detrimento de la industria.

En suma, la situación actual del capitalismo chileno no es la más alentadora para la diversificación de sus exportaciones, ni en cuanto a la intensidad del conocimiento aplicado en ellas. Con vistas a reducir su vulnerabilidad externa, se requiere de la participación del Estado en la conformación de una política industrial activa que dinamice la inversión privada para agregar tecnología y conocimiento a la actividad exportadora y supervise la sostenibilidad medioambiental de los recursos exportados sin desatender la diversificación del conjunto de la economía.

Andrés Aguirre Briones
Doctor en Historia Económica
Universitat de Barcelona

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