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La pregunta del millón: ¿es la inmigración buena para los chilenos? Opinión

La pregunta del millón: ¿es la inmigración buena para los chilenos?

Claudio Bravo-Ortega
Por : Claudio Bravo-Ortega Académico Facultad de Negocios Universidad Adolfo Ibañez
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[LO MÁS LEÍDO] En Estados Unidos esta pregunta, sin duda, ha causado mucho revuelo, en particular durante las últimas elecciones. Este se ha caracterizado históricamente por ser “un país de inmigrantes”. Por ello, y gracias a que cuentan con gran cantidad de información respecto a la evolución histórica de este fenómeno, se ha realizado mucha investigación que pretende dilucidar las preguntas claves: ¿aumenta el desempleo?, ¿qué ocurre con los salarios?, ¿es buena la inmigración para el crecimiento y para la innovación?


[ARCHIVO] Esta es sin duda la pregunta que muchos compatriotas han tenido en mente cuando han visto innumerables titulares en la prensa y noticiarios durante las últimas semanas, refiriéndose a la reforma migratoria que deberá implementarse en este Gobierno. No obstante ello, esta no es una pregunta nueva, y en muchos momentos ha surgido en distintas latitudes.

En Estados Unidos esta pregunta, sin duda, ha causado mucho revuelo, en particular durante las últimas elecciones. Este se ha caracterizado históricamente por ser “un país de inmigrantes”. Por ello, y gracias a que cuentan con gran cantidad de información respecto a la evolución histórica de este fenómeno, se ha realizado mucha investigación que pretende dilucidar las preguntas claves: ¿aumenta el desempleo?, ¿qué ocurre con los salarios?, ¿es buena la inmigración para el crecimiento y para la innovación?

Quizás el artículo de investigación más importante respecto a este tema lo escribió David Card (1990), del Departamento de Economía de la Universidad de California en Berkeley, hoy ubicado como el mejor departamento del área de los Estados Unidos (USnews).

En su investigación, que por lo demás puede significarle ganar el Premio Nobel, Card analiza el efecto que tuvo la gran migración de exiliados cubanos a Estados Unidos en 1980, cuando Fidel Castro declaró que todos aquellos habitantes de su país que quisieran emigrar, eran libres de hacerlo desde el puerto de Mariel. Tan solo este evento supuso un aumento significativo de la fuerza laboral de Miami de 7% de un día para otro, y un incremento de 20% de la fuerza laboral cubana en esa región. Card introduce magistralmente el concepto de experimento natural, que permite identificar el efecto aislado e independiente (exógeno) de un aumento en la fuerza laboral debido a migración.

Pero ¿qué fue lo que encontró Card?  Sus resultados dan cuenta de que esta masiva migración de cubanos a Miami no tuvo virtualmente efecto alguno en salarios y desempleo en la ciudad; es más, ni siquiera hubo efecto negativo entre la población de cubanos ya existentes. Si bien el enfoque de Card representa la aproximación más pura de los economistas laborales al tema, es a partir de la economía internacional desde donde se puede encontrar la racionalidad a tan sorprendente resultado.

Modelos clásicos de comercio establecen que en un país o región que es tomador de precios internacionales, sus salarios permanecerán invariables frente a la migración (Teorema de Rybczynski) y que la economía acomodará la nueva disponibilidad de trabajo cambiando la canasta de productos producidos en la economía, expandiendo aquellos sectores que usan intensivamente los trabajadores migrantes. Esto es justamente lo que encontró Gordon Hanson (2004), de la Universidad de California en San Diego, para el caso de la migración rusa a Israel, ocurrida a principios de los 90.

[cita tipo=»destaque»]Pero ¿qué fue lo que encontró Card?  Sus resultados dan cuenta de que esta masiva migración de cubanos a Miami no tuvo virtualmente efecto alguno en salarios y desempleo en la ciudad; es más, ni siquiera hubo efecto negativo entre la población de cubanos ya existentes. Si bien el enfoque de Card representa la aproximación más pura de los economistas laborales al tema, es a partir de la economía internacional desde donde se puede encontrar la racionalidad a tan sorprendente resultado. Modelos clásicos de comercio establecen que en un país o región que es tomador de precios internacionales, sus salarios permanecerán invariables frente a la migración (Teorema de Rybczynski) y que la economía acomodará la nueva disponibilidad de trabajo cambiando la canasta de productos producidos en la economía, expandiendo aquellos sectores que usan intensivamente los trabajadores migrantes. Esto es justamente lo que encontró Gordon Hanson (2004), de la Universidad de California en San Diego, para el caso de la migración rusa a Israel, ocurrida a principios de los 90.[/cita]

Recientemente la migración en Estados Unidos ha permeado la discusión pública y no solo académica con artículos en los más diversos medios y por los más diversos autores. De hecho, la revista de negocios Forbes (2016 y 2017), conocida por su ranking de “billonarios” y cuya lectoría no puede ser clasificada como eminentemente liberal sino más bien conservadora, ha publicado sendos artículos resumiendo la evidencia económica a favor de la migración. El Huffpost (2017) también ha divulgado la evidencia a favor de la migración, entre ellos los artículos de Hunt y coautores (2008), Moser y coautores (2014), Alekynska y coautores (2015). Incluso la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (2016) publicó un reporte que encuentra grandes beneficios en la migración para el país. Pero ¿qué tienen en común estos últimos artículos? ¡El encontrar que la migración, no solo no es dañina para el mercado laboral, sino que es también buena para el crecimiento y para la innovación!

Como chilenos debemos aprovechar esta oportunidad única de atraer trabajadores extranjeros para que expandan y desarrollen, entre otros, sectores importantes de la economía del país –como la agricultura, la agroindustria, la construcción y los servicios– y que ayuden a mover la frontera de lo posible en la ciencia, la innovación y emprendimiento de la nación. Políticas restrictivas a la migración no son la solución y muy probablemente de laissez-faire tampoco.

Necesitamos un modelo migratorio inteligente que saque el máximo provecho para el país de esta importante oportunidad. Visas especiales para trabajadores altamente calificados, estudiantes y académicos son un requisito de los sistemas modernos de inmigración, junto con un trato apropiado de trabajadores no calificados.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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