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Los mercados no niegan el cambio climático MERCADOS

Los mercados no niegan el cambio climático

Ahora, un nuevo ensayo de los economistas Wolfram Schlenker y Charles Taylor proporciona algo más de evidencia. En vez del incremento en los niveles del océano, revisaron la temperatura. Desde 1999, la Bolsa Mercantil de Chicago ha permitido el comercio de futuros con base en el clima. Los contratos más comunes permiten a los inversionistas apostarle a la cantidad de días fríos y cálidos en un mes y en diferentes ciudades dentro y fuera de EE.UU. Los precios de estos futuros proporcionan una medición de las predicciones de los inversionistas respecto a las temperaturas.


Por Noah Smith

¿Qué tan grande consideran los estadounidenses la amenaza del cambio climático? En la izquierda política, y cada vez más en el centro, casi todos están de acuerdo en que representa un peligro significativo para el estilo de vida estadounidense. En la derecha, el escepticismo permanece, como lo demuestra el comité propuesto por el presidente Donald Trump para evaluar la amenaza. El Comité Presidencial para la Seguridad Climática será presidido por William Harper, un físico que argumenta que la preocupación por el calentamiento global carece de fundamento. Un asesor de política del Instituto Heartland, un centro de estudios conservador, aseveró que el panel refutaría «a los deshonestos/ignorantes cobardes del clima».

Además, incluso entre quienes sí reconocen la amenaza, puede seguir habiendo dudas respecto a su severidad. Los partidarios del Nuevo Pacto Verde, así como muchos de quienes han propuesto planes alternativos, creen que el peligro es tan grande que exige una transformación de buena parte de la economía y la industria del mundo. Sin embargo, una encuesta reciente de Associated Press y la Universidad de Chicago encontró que solo 16 por ciento de los estadounidenses estaría dispuesto a pagar US$100 al mes para luchar contra el cambio climático. Si el estadounidense promedio pagara esa suma, daría un total de US$390.000 millones al año, mucho menos que el US$1 billón o más necesario anualmente para pasarse a la energía, la industria y la agricultura libres de emisiones.

No obstante, las respuestas a las encuestas pueden ser engañosas. Las personas pueden no tener una buena idea de cuánto pagarían en realidad, y las opiniones sobre asuntos altamente politizados como el cambio climático pueden ser motivadas por la identidad partidista. Existen experimentos que muestran que cuando a las personas se les paga para responder correctamente preguntas basadas en hechos, las brechas partidistas disminuyen considerablemente. Entonces, a fin de evaluar las verdaderas creencias sobre el cambio climático –una tarea importante tanto para la comunicación como para la formulación de políticas– es útil revisar los mercados financieros, los cuales obligan a las personas a ser coherentes entre sus palabras y donde ponen su dinero.

En mayo de 2015, comenté un estudio de tres economistas que mostraba que los precios de las casas expuestas al crecimiento del nivel del océano son consistentemente menores. El descuento es pequeño, aproximadamente 7 por ciento menos que otras casas cerca del mar pero menos vulnerables. Sin embargo, esto es una evidencia fuerte de que los mercados creen que el cambio climático tendrá consecuencias considerables en los próximos años.

Ahora, un nuevo ensayo de los economistas Wolfram Schlenker y Charles Taylor proporciona algo más de evidencia. En vez del incremento en los niveles del océano, revisaron la temperatura. Desde 1999, la Bolsa Mercantil de Chicago ha permitido el comercio de futuros con base en el clima. Los contratos más comunes permiten a los inversionistas apostarle a la cantidad de días fríos y cálidos en un mes y en diferentes ciudades dentro y fuera de EE.UU. Los precios de estos futuros proporcionan una medición de las predicciones de los inversionistas respecto a las temperaturas.

Los autores hallaron que los precios de los futuros solían ser muy acertados en términos de la predicción del clima, especialmente el número de días fríos. Luego compararon los precios de los futuros con las predicciones de los científicos climáticos, de acuerdo con la medición de la base de datos CMIP5, y hallaron que los precios de los futuros seguían la misma tendencia de calentamiento que predijeron los modelos científicos una década antes.

Esta concordancia entre los mercados y los modelos es importante, ya que significa que o los inversionistas creen lo que dicen los modelos, o se basan en otros datos para llegar a la misma conclusión. Al negarse a aceptar que los últimos años de calentamiento son una anomalía que regresará a la media, los participantes en el mercado básicamente están ignorando las consignas conservadoras de que los científicos han engañado al público exagerando la amenaza del calentamiento. Cando se ven obligados a apostar, los inversionistas le apuestan al calentamiento.

Ahora bien, esto no implica necesariamente que los mercados crean que el impacto del cambio climático será tan severo como muchos predicen. En primer lugar, los mercados de futuros suelen medir las expectativas para el futuro cercano; Schenkler y Taylor analizaron precios de 30 a 10 días de anticipación. Los inversionistas podrían reconocer la tendencia del calentamiento a medida que ocurre, pero no creer en los escenarios extremos a largo plazo que producen los científicos climáticos.

En segundo lugar, como señala el bloguero Jeff Colgan, mediciones más indirectas de las expectativas del mercado sugieren que los inversionistas aún no creen que la amenaza sea lo suficientemente severa para obligar a una arrasadora reorganización de las economías modernas. Más importante aún, a las acciones de las compañías de combustibles fósiles les ha ido bien en general:

Esto puede reflejar el pesimismo de los inversionistas por la respuesta de la humanidad al cambio climático, o la creencia de que la tendencia al calentamiento no será un desastre que cambie el mundo.

Entonces, aunque es difícil sacar conclusiones firmes, las expectativas del mercado parecen respaldar el argumento de las encuestas recientes. Sin contar a los negacionistas con motivaciones políticas, ahora los estadounidenses creen en el cambio climático. Sin embargo, aún no parecen convencidos de que el peligro sea lo suficientemente grande para exigir un esfuerzo de transformación de la economía inmediato.

Probablemente son malas noticias. Si el público debe esperar a que los desastres climáticos se vuelvan más severos de lo que ya son para creer en las advertencias urgentes de los científicos, puede que ya sea muy tarde para actuar.

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