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Opinión: Italia vota a favor del caos y vuelve la crisis del euro


Por Megan Greene, columnista de Bloomberg View y economista jefa de Maverick Intelligence.

Las elecciones parlamentarias de Italia no podrían haber sido peores ni para el país ni para el euro. Ahora es posible que, en los meses venideros, la tercera economía en importancia de la zona de esa divisa precise que los acreedores internacionales la rescaten, en un momento en que Italia no tendrá un gobierno en funciones para solicitar o negociar el salvataje. Por si quedaban dudas, la crisis del área del euro ya está de vuelta.

Como tantas veces ya ocurrió en Italia, el senado es el lugar del atasco de la política. Ni la coalición de centroizquierda de Pier Luigi Bersani ni la centroderecha de Silvio Berlusconi fueron capaces de ganar la mayoría en un sistema político en el cual el gobierno precisa del respaldo de ambas cámaras para poder lograr que se haga algo. Aún más preocupante, es que el Movimiento Cinco Estrellas, de Beppe Grillo, que convocó a un referendo por la permanencia de Italia en el euro, haya quedado como la fuerza política principal con la cuarta parte de los votos.

La mayoría de los observadores esperaban que hubiera una alianza entre el Partido Democrático de Bersani, que apenas si arañó la victoria en la cámara baja, y los centristas del primer ministro, Mario Monti, de modo que le permitiera conseguir mayoría en el senado. Pero Monti sumó tan solo el 10,6 por ciento de los votos, mientras que a Berlusconi y a Grillo les fue mejor de lo esperado en regiones que son claves para ganar la cámara alta.

Largo camino ahora. Italia tiene un largo camino que recorrer antes de que pueda conformar un gobierno capaz de proseguir con los dolorosos cambios en la economía que exigen los mercados y el Banco Central Europeo. Los mercados financieros no acusaron recibo de este cómputo que no es decisivo, y es probable que continúe la liquidación de activos italianos que se disparó esta semana, lo que elevará los costos de endeudamiento del país. El balance final es que Italia muy posiblemente tenga que llamar a una segunda elección; la única pregunta que importa es cuándo.

Entretanto, hay cuatro escenarios fundamentales para todo intento de formar gobierno. El primero sería que Bersani y Monti generaran una coalición minoritaria en el senado y que Berlusconi ofreciera apoyo a cambio de que se aprobaran determinadas medidas. Esta suerte de arreglo podría no ser estable y bien podríamos esperar que Berlusconi retirara el apoyo ante la primera señal de que no se saldrá con la suya. Il Cavaliere (el caballero), tal como se conoce a Berlusconi, tiene un historial de larga data: fue él quien forzó a que hubiera elecciones anticipadas.

La segunda posibilidad es que la centroizquierda y la centroderecha formasen una coalición a lo grande. La dificultad en este caso es que la contraparte de la izquierda tanto de Berlusconi como de Bersani, Nichi Vendola, del partido Izquierda-Ecología-Libertad, ya descartó esta asociación.

La tercera opción es una coalición entre Berlusconi y Grillo en el senado, que es el resultado menos probable de todos, a causa del desdén que ha expresado Grillo por ese colega de la comedia. La última alternativa es que Grillo una fuerzas a Bersani y a Monti. El líder del Movimiento Cinco Estrellas insistió, durante toda la campaña electoral, en que no se aliaría con otros partidos y podría apegarse a esta frase para mantener intacta la línea antidirigencia que lo identifica cual carta de presentación. Aun cuando Grillo cambie de manera de pensar, parece poco probable que se siente callado a un costadito mientras Bersani y Monti prosiguen con los planes de reforma estructural y austeridad.

Por lo tanto, este acuerdo también sería inestable. Colapso veloz Lo que todos estos gobiernos en potencia tienen en común es que sería políticamente imposible para ellos poner en práctica, en el gasto público y los mercados de trabajo y bienes de Italia, el tipo de cambios que quieren ver el BCE y los acreedores potenciales, como Alemania y el Fondo Monetario Internacional. Podríamos esperar que cualquiera de esos acuerdos colapsara velozmente.

Sin embargo, habrá que formar un parlamento, a causa de que en Italia el presidente de la república retiene el poder de llamar a elecciones, y el presidente Giorgio Napolitano está cerca del final de su mandato. Por ende, antes de que se puedan celebrar nuevas elecciones, el parlamento debe elegir un nuevo presidente para que pueda convocarlas.

El nuevo parlamento probablemente quiera aprobar una ley electoral, que sería fácil de lograr si la centroizquierda, los centristas y Grillo son capaces de formar una coalición temporaria. Los tres grupos están a favor de reducir la cantidad de provincias y miembros en el parlamento, a modo de bajar el costo que genera la política.

Otras transformaciones políticas serían testigo de la alargada pendencia por la ley electoral. Elegir presidente, aprobar la ley electoral, realizar una nueva elección y formar nuevo gobierno son actividades que toman tiempo. En el ínterin, los inversores tendrán que preocuparse por la posibilidad de que Italia no sea capaz de devolver los préstamos. Italia tiene la tercera deuda más grande del mundo, de US$ 2,16 billones y del 126 por ciento del producto interno bruto, y con 273.000 millones de euros (US$ 356.000 millones) que vencen este año. Los votantes no solo no pudieron llevar al poder a un gobierno que pueda poner en práctica las reformas que se precisan para estabilizar la montaña de deudas que tiene Italia, sino que grosso modo la mitad de ellos eligió la boleta de los partidos antiausteridad (la coalición de centroderecha de Berlusconi y el Movimiento Cinco Estrellas de Grillo).

Es claro que Italia tiene agotamiento agudo de la austeridad. Lo peor de todo es que el país podría quedar excluido de los mercados de deuda en un momento en que no le es posible aprovechar los mecanismos de respaldo previstos para un suceso semejante. Si los inversores deciden que no vale la pena correr el riesgo de comprar deuda italiana e Italia pierde el acceso a los mercados, generalmente el gobierno tendría que pedir el respaldo del Mecanismo Europeo de Estabilidad, el fondo de rescate de la Unión Europea, y del programa de compra de bonos del BCE, Transacciones Monetarias Directas –OMT, por su sigla en inglés. Sin acceso a fines de servirse de estos mecanismos, el gobierno italiano tendría que acceder a una serie de reformas estructurales y objetivos fiscales que son más rigurosos que los que el país venía implementando. Si el gobierno en funciones no puede avanzar en el último aspecto, no tendrá credibilidad para suscribir el primero.

Sin condiciones no hay acceso al fondo de rescate de Europa y no hay compra de bonos por parte del BCE. Sin acceso a los mercados o sin mecanismos de respaldo como este, Italia podría quedar frente a la posibilidad del default. Cuando se la apremia, el área del euro demuestra ser muy diestra en idear soluciones de último minuto, por lo cual bien podría suceder nuevamente.

Pero, por naturaleza, sería una oportunidad de lo más inquietante para un área de divisas cuya economía colectiva ya vive graves tensiones. Hay riesgos de relevancia antes de que pueda tener lugar la segunda elección. También está la chance de que la segunda elección le otorgue la mayoría a Berlusconi o, aun peor, a Grillo. Es demasiado pronto para conjeturar cuál será el resultado de los segundos comicios o quién se presentará en ellos. Lo que está claro es que a Italia y al área del euro se les vienen unos meses durísimos.

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