Jorge Fantuzzi M, socio F&K Consultores
Más de dos millones de personas en Chile tienen una cuenta corriente, hay cerca de quince millones de créditos hipotecarios y más de ocho millones de créditos de consumo otorgados por bancos en Chile. Es difícil pensar en todos los alcances que tiene el funcionamiento de la banca en Chile y, en consecuencia, lo que implica si hubiera una competencia débil entre sus actores.
Es por esto que cada cierto tiempo somos testigos de acalorados debates en los que generalmente se usa la concentración de la banca y sus altas tasas de rentabilidad para argumentar que existe una falta de competencia en el sector. En efecto, de acuerdo a datos del 2008, los cuatro bancos de mayor tamaño representan cerca de un 70 % de los ingresos del mercado (actualmente el mayor actor del mercado es el Banco de Chile con cerca del 30 % de las utilidades de la banca). Por otra parte, si se compara con otros países, el margen por tasas de interés es relativamente alto aunque las rentabilidades sobre el patrimonio y sobre los activos son relativamente bajas.
Estos argumentos no tienen un fundamento económico sólido. Conceptual y empíricamente no existe una relación inequívoca entre concentración de mercado y competencia. Tampoco se puede señalar que una alta rentabilidad por sí sola es signo de una falta de competencia ya que por ejemplo podría ser signo de una gran eficiencia de las empresas (además, ¿cuánto es una alta rentabilidad?).
Sin embargo, en los últimos meses han aparecido estudios que sí hacen análisis rigurosos de la competencia de la banca en Chile y los resultados no son positivos. Uno de ellos, elaborado por Bernardita Piedrabuena, dice que al considerar la relación dinámica de los bancos en el tiempo, la tasa cobrada al otorgar un crédito es mayor que la que se podría cobrar en un contexto competitivo, lo que es un indicio de colusión tácita, pero no prueba de ello.
Obviamente no se puede concluir categóricamente que falta competencia en el sector sólo a partir de este estudio. Por eso es fundamental continuar investigando respecto de si la banca no está entregando sus servicios de manera competitiva y las razones por las que esto ocurriría. Este análisis debe incluir no sólo a la academia, también a la FNE que es la institución encargada de velar por la libre competencia en el país y hacer llegar al TDLC los casos en que supuestamente se infringen las normas (cabe señalar que el año 2010 encargó un estudio a economistas externos que no arrojó resultados concluyentes).
En cualquier caso, lo fundamental es buscar soluciones a través de regulaciones o iniciativas que introduzcan competencia en el mercado, sin restarle competitividad a la industria. Por ejemplo, una posibilidad es reducir los costos de cambio para los clientes entre un banco y otro, de tal manera que los bancos de menor tamaño o los que quieran entrar al mercado, puedan captar a los clientes insatisfechos de los bancos que concentran la mayor parte de los ingresos del mercado. Esto se puede lograr estandarizando el proceso de cierre de una cuenta corriente para que sea fácil y expedito cambiarse a otro banco (parecido a la portabilidad numérica en los celulares). Independiente de cómo se haga, en el caso del mercado bancario, más que en cualquier otro, todos ganamos si aumenta la competencia.