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Acaba el plazo para entrar al Banco Asiático de Inversión, con EEUU y Japón como grandes ausentes


El plazo de inscripción en el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (AIIB), la gran apuesta de China por lograr un peso decisivo en las finanzas internacionales, terminó hoy con relativo éxito, tras la adhesión de Rusia, Brasil o buena parte de la UE, pero la notable ausencia de Japón y EEUU.

 

El banco, que algunos observadores dibujan como el gran desafío de China al orden financiero dominado por EEUU desde el final de la Segunda Guerra Mundial, daba hasta hoy de tiempo para que los países interesados en unirse pudieran hacerlo en calidad de fundadores, por lo que hasta las últimas horas ha habido adhesiones.

El Gobierno de la isla de Taiwán, pese a no ser reconocido como un Estado por el régimen comunista chino, solicitaba la entrada en el AIIB tras una reunión de urgencia de su Gabinete celebrada en la noche del lunes, y poco después Egipto se convertía en el primer país africano en postularse como miembro.

Hoy, martes, se anunciaban idénticas solicitudes por parte de Kirguizistán y de Noruega.

No todas las noticias en las últimas horas fueron positivas para el futuro del banco, y en este sentido el Gobierno de Japón confirmaba hoy su rechazo a unirse.

Japón es el principal país detrás del Banco Asiático de Desarrollo, entidad nacida en 1966 que podría ser la gran perjudicada por el AIIB.

EEUU, por su parte, destacó ayer por boca de su secretario del Tesoro, Jacob Lew, de visita oficial en Pekín, su disposición a colaborar con el AIIB, al que por ahora Washington no ha considerado adherirse.

Entre los que sí han solicitado entrar en el AIIB los últimos días se encuentran España, el Reino Unido, Italia, Francia, Alemania, Turquía, Corea del Sur u Holanda, que al haberlo hecho antes del 1 de abril podrían entrar en el organigrama de la institución como miembros fundadores.

Ello les otorgaría derecho a participar en las discusiones que ahora se abrirán sobre el funcionamiento del AIIB, con importantes aspectos sobre la mesa como los sistemas de votación, si habrá cuotas diferentes según el país, o la estructura de la dirección del banco.

El AIIB nació por iniciativa china con el primer objetivo de financiar los ambiciosos planes de Pekín para modernizar la red de transportes y telecomunicaciones en Asia, algo que el régimen comunista ha bautizado como las "nuevas Rutas de la Seda" terrestres y marítimas.

El banco es presentado en sectores de Occidente como un reto al orden nacido entonces en los acuerdos de Bretton Woods (1944), con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional como grandes pilares.

Dentro de China, en cambio, las críticas al nuevo banco no están basadas en su presunta "amenaza" al status quo internacional, sino en el hecho de que surge en un momento de ralentización de la segunda economía mundial, en el que la inversión en infraestructuras de otros países no debería ser la máxima prioridad de Pekín.

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