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Psicóloga Jade Ortiz destaca que «los valores de éxito de nuestro país nos están jugando en contra» en la salud mental porque «está mal entendida la felicidad»

En el marco del estudio lanzado por Ipsos, que exhibe a nuestro país como el tercero en el mundo con los menores índices de felicidad, la psicóloga y académica de la Escuela de Psicología de la Universidad de Santo Tomás, Jade Ortiz, en conversación con El Mostrador en La Clave, sostuvo que esto se debe a que «yo creo que estamos en una crisis educacional, en una crisis laboral y en una crisis que define el éxito y el sentido de vida, que yo creo que hemos ido perdiendo. Nos hemos deshumanizado, para volvernos cada vez más impulsivos y violentos, menos regulado, menos amable». En ese sentido, en Chile «está mal entendida la felicidad, está mal entendida la salud mental, está además un sistema educacional, un sistema laboral altamente demandante, competitivo, estresante, por lo tanto, tenemos que sumar todos esos elementos que están aumentando los niveles de pesimismo, los niveles de desesperanza, con estos ideales de felicidad que no son reales, porque los seres humanos no podemos ser feliz todo el tiempo», aseguró Ortiz.  


Chile, entre 30 naciones del mundo, se encuentra en el tercer lugar de los países con menores índices de felicidad. Así lo estableció un estudio realizado por la multinacional de investigación de mercados, Ipsos. Puntualmente, solo el 53% de los chilenos se declara como una persona «muy feliz», estando por debajo del promedio mundial que es de 77%. Para abordar este tema, la psicóloga y académica de la Escuela de Psicología de la Universidad de Santo Tomás, Jade Ortiz conversó con El Mostrador en La Clave, comentando que «los valores de éxito de nuestro país nos están jugando en contra».

En relación a lo anterior, para Ortiz estos índices, en los que nuestro país solo supera a Hungría y Argentina, no son una sorpresa en lo absoluto.

«Era predecible, desde los indicadores que ya venían sustentándose de antes, incluyendo el contraste con que estábamos hace dos años en segundo lugar, puntuando dentro de los países de la OCDE con depresión e ideación suicida. Y creo que hoy con ideación suicida o suicido consumado, estamos como en el primero», señaló la psicóloga.

En ese sentido, hace un discernimiento entre la calidad vida y la percepción ideal que impera en la sociedad chilena.

«No me sorprende tampoco, no por la calidad de vida, sino porque algunos elementos de la calidad de vida han generado una percepción ideal de lo que debemos ser y tener los chilenos», sostuvo Ortiz.

Es por este punto, que a su juicio «está mal entendida la felicidad, está mal entendida la salud mental, está además un sistema educacional, un sistema laboral altamente demandante, competitivo, estresante, por lo tanto, tenemos que sumar todos esos elementos que están aumentando los niveles de pesimismo, los niveles de desesperanza, con estos ideales de felicidad que no son reales, porque los seres humanos no podemos ser feliz todo el tiempo», aseguró Ortiz.

«Si tu tienes una expectativa de que tienes que estar feliz y pasándolo bien. Y no sentir dolor, no sufrir algunos momentos, eso va implicar que cuando tú te sientas estresado o con displacer, dices no no soy feliz, porque estás creyendo que debería funcionar la vida de esa manera o crees que si la calidad de vida fuera mucho más alta, entonces tú serías muy feliz», comentó.

Ante esto, entonces, para la psicóloga «hay una distorsión de cómo los valores de éxito de nuestro país nos están jugando en contra». Esto más el impacto de la tecnología con las redes sociales, que protagonizaron también la pandemia, «generó mayor cantidad de desconexión y una baja comprensión de las cosas que yo tengo que hacer para estar bien en la vida».

En el fondo, «es no asumir que tu salud mental no solamente depende de lo externo, sino que también con lo que tú puedes hacer contigo mismo y relacionalmente».

En Chile, «yo creo que estamos en una crisis educacional, en una crisis laboral y en una crisis que define el éxito y el sentido de vida, que yo creo que hemos ido perdiendo. Nos hemos deshumanizado, para volvernos cada vez más impulsivos y violentos, menos regulado, menos amable», opinó.

Ortiz, por lo tanto, dice que «una ciudad más amable, con personas que te cuidan y que tú cuidas genera, por lo tanto, mayores índices de percepción subjetiva».

De acuerdo con los parámetros para medir la felicidad, Ortiz afirmó que «hay que hacer tres distinciones. una es con la calidad de vida, que se asocia a todos aquellos elementos materiales que pueden garantizarte una mejor vida en términos de accesos a oportunidades laborales, educacionales, acceso material, salud, etc».

Y «después viene el bienestar subjetivo, ahí entra también la felicidad, es la percepción subjetiva que tú tienes del bienestar, de sentirte bien, de que tienes ánimo, alegría por vivir, que tienes un sentido de vida».

Estos tres elementos de calidad, bienestar subjetivo y felicidad se complementan. Aunque»personas con baja calidad de vida pueden tener una percepción de bienestar subjetivo mucho más alto. Entonces lo que se ha observado es que las naciones a veces pueden entregar muchos elementos de calidad de vida, pero no necesariamente la percepción subjetiva de sus habitantes es la mejor», distingue.

Bajo el contexto de este escenario, en el que Chile lidera la mala salud mental, lo que uno como individuo puede hacer, señaló la psicóloga  es «buscar el contraste (…) si tu sesgo está concentrado en escuchar esto negativo, (noticias malas) ponlo ahora hacia el otro lado. Cambiar el foco, cuando nos concentramos en lo bueno la percepción y el sentimiento de esperanza comienza a crecer, que es el cambio en el fondo de encontrar también evidencia positiva que contraste los elementos negativos».

«El tema tiene que ver con entender y empezar a psicoeducar de lo que es la felicidad. Estar feliz es una emoción, es un rato, lo paso bien, me río, y eso se transforma en un colchón. Y la felicidad, la apreciación subjetiva, tiene que ver por como hago mi sentido vida, como disfruto las cosas, como me río en el aquí y en el ahora, como disfruto este momento, no aquello que yo no puedo movilizar, que no está en mi control», enfatizó Ortiz.

«¿Qué es lo que tengo yo como control? Yo mismo. Y ese yo mismo puede hacer un ejercicio de sentir y sentirme y hacer cosas que son positivas. A veces cosas muy pequeñas, agradables, disfrute de vida, reírme, ser generoso, amable con el otro, en vez de estar a la defensiva, que lleva a una tendencia a eso, y agredimos más. Tenemos que hacerlo al revés.»

Ya que, «con pequeñas interacciones cotidianas en los distintos lugares, va generando una sensación de red de apoyo y social, de que tienes un ambiente que te cuida y te escucha», sostuvo.

«Esas son las pequeñas cosas con las que vamos haciendo diferencia (…) la salud mental no es solamente algo que me tienen que dar. Tiene que ver más bien como yo me vivo la vida».

En eso Ortiz, destacó ejemplos como dormir mejor, tener una buena higiene en el sueño, interacciones agradables, el deporte, estar menos horas frente a las pantallas, el espacio de ocio ocuparlo con cosas distintas, las manualidades. «Tenemos muchas cosas a nuestro alcance, las hemos olvidado, las hemos subestimado. Chile necesita un entrenamiento en el aquí y en el ahora y un entrenamiento con bondad».

En su opinión, «hemos perdido como sociedad enseñar buenas costumbres, enseñar amabilidad, civilización y por lo tanto, enseñar generosidad, compasión y aumentar desde ese lugar el apoyo y la esperanza.»

Puesto que se ha evidenciado que las»sociedades que promueven más lo colectivo, en términos por ejemplo de generar buenas relaciones», han logrado mejores índice de felicidad. En eso falta el apoyo gubernamental.

«En los sistemas educacionales tienes ahí ejercicios como los Finlandia, que van a promover no el éxito cuando tú ganas, sino cuando tu grupo gana. Cuando comenzamos a desarrollar dentro de los sistemas educacionales el proceso de la empatía, el desarrollo personal, potenciamos la autoestima. Cuando incorporamos en los sistemas educacionales estos elementos, tus indicadores suben», describió.

Pero en el caso de Chile, la psicóloga manifiesta que aquí «tienes un sistema perverso laboral y educacional que nos está cerrando los ojos y que no nos permite desarrollarnos como seres humanos».

«Así tienes a chicos con cinco-diez minutos de recreo y todo el día tienen que estar estudiando matemáticas, no tienen espacio para el juego, no tienen espacio para compartir, ¿qué habilidades desarrolla?», cuestionó Ortiz.

«Cuando en un sistema laboral, hice ocho horas, pero en el fondo sigues trabajando doce horas y más, para tener un segundo sueldo o porque estás tan comprometido y sientes que tu sentido de orientación están puestos solo en la pega, pierdes también todo lo demás», lamentó.

«Cuando empiezas a creer que el producto del éxito está en obtener algo y no en el proceso de disfrute del desarrollo, entonces quiere decir que nuestras políticas públicas están mal organizadas. Se han exacerbado y mal entendido el nivel de excelencia», sostuvo.

En ese sentido, Ortiz aserveró que ojalá para entrar a la universidad, en vez de seleccionar por nivel de excelencia, se fijaran «en habilidades sociales para el mejor desarrollo de la vida. Resolver y defender un país más sano».

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