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Opinión: las pesadillas que causa el hombre del maletín

Opinión: las pesadillas que causa el hombre del maletín

Como ocurre sistemáticamente en las fechas finales del campeonato, ya se habla de incentivos. Y mientras algunos aceptarían dinero por ganar, otros no olvidan lo delgada que es la línea que los separa del soborno.


El hombre del maletín no lo sabe, pero por su culpa estuve con una pata afuera cuando era editor de Deportes en el diario La Tercera, a fines del siglo pasado.

Como ocurre sistemáticamente al final de los campeonatos, el personaje de los sobornos y los incentivos ya estaba dando de qué hablar en las fechas culminantes del torneo. Y para complementar una nota, que era muy breve y servía solamente para dar cuenta de que habían comenzado los rumores, pedí al archivo una foto de algún personaje que llevara un maletín. “Busquen en Economía. Tiene que haber algún ejecutivo incógnito”, recomendé.

No había. Lo único que encontraron con esas características fue la foto de un ministro caminando por la Plaza de la Constitución. “Igual sirve”, comenté. “Es cosa de que en diagramación le tapen la cara con un círculo negro”. Al diseñador de turno no le gustó la solución. Prefirió pixelar la foto (lo que hace la televisión para ocultar los rostros de niños en casos judiciales”. El problema es que el recurso no fue muy bien hecho y la cara del ministro apareció absolutamente identificable al día siguiente.

Sentado en el cajón con vidrios, tuve que reconocer mi responsabilidad y ofrecí la renuncia. No me la aceptaron y, a cambio, tuve que arreglar el asunto personalmente con el ministro aludido.

Me pone nervioso, entonces, escuchar que el hombre del maletín anda rondando una vez más.

Por estos días, el dedo apunta a gente de Universidad Católica. No existe prueba alguna ni declaración responsable al respecto (nunca hay), pero la sospecha se extendió con más rapidez que las cenizas del Calbuco. Y, curiosamente, el arquero y el técnico de Cobresal, el equipo que presuntamente sería perjudicado por los incentivos que recibiría su rival, fueron los primeros en aplaudir.

“Si yo jugara en Barnechea, acepto incentivos por ganar», declaró el técnico Dalcio Giovagnoli. Y Nicolás Peric lo acompañó con entusiasmo: “Claro que puede aparecer el hombre del maletín. Pero no pasa nada: si te dan incentivos por ganar, me parece perfecto”.

Y ahí está el problema: ¿será tan perfecto que te den plata extra para ganar?
El Código de Penalidades que se aplica en el fútbol chileno contempla esa situación. Se anunció, incluso, que Peric iba a ser citado, por si tenía antecedentes. El capitán de Cobresal formuló una acusación cuando jugaba en Rangers. En esa oportunidad, torneo de Apertura 2013, le hizo al árbitro Patricio Polic el inconfundible gesto de estar metiéndose dinero al bolsillo. Y lo refrendó en el camarín: “Nos robaron, y punto”, acusó.
Paralelamente, el presidente y el entrenador de Barnechea se apresuraron en anunciar que no está en su espíritu recibir incentivos. Armando Cordero fue categórico: “Si alguien aparece ofreciendo dinero, lo echamos a patadas”. Francisco Bozán siguió las aguas: «El hombre del maletín no nos interesa. Nosotros somos profesionales, tenemos sueldo y jugamos por el honor y el orgullo deportivo».

Siempre ha sido más fácil esparcir el rumor que detenerlo. En su oportunidad, la U que se fue al descenso se quejó por la facilidad con que Unión Española derrotó a la UC en San Carlos de Apoquindo (3-1), lo que le permitió mantenerse en Primera, en desmedro de los azules.

Los cruzados, a la vez, recuerdan la fiereza con que jugó para ganarles San Marcos de Arica, que estaba descendido, y miraron hacia Santa Laura: el beneficiado fue Unión Española, que les estaba peleando el título (y que finalmente se los ganó). “Parecían el Barcelona porque jugaron por plata”, deslizó Michael Ríos esa vez. Y del asunto no se habló más porque desde el camarín ariqueño llegó una respuesta demoledora: “Que no hable, porque él fue quien nos llamó durante la semana”.

Otro motivo de queja y de sospecha en la UC fue a raíz del penal cobrado a favor de la U y que, al ser convertido por Patricio Mardones, les dio el título a los azules.
¿Será coincidencia?: el otro equipo que jugaba era Cobresal.

En fin, ya ocurrirá lo mismo el próximo año.

Pero lo más cuerdo escuchado en los últimos días salió de labios de Milovan Mirosevic, que fue un símbolo en la UC y ahora capitanea a Unión Española: “La línea entre el soborno y el incentivo es muy delgadita. Está bien que se sancionen las dos cosas”.

Mientras tanto, una reflexión final: no puede ser que no haya piedras arrastradas por el río, si suena tanto. Esto del incentivo no puede ser un invento o un producto de la imaginación. El problema es que nos hemos vuelto tan hipócritas, que seguimos sin querer mirar lo que está a la vista.

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