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La Roja en el umbral de la Copa: contra sus dudas, promesas y contradicciones

La Roja en el umbral de la Copa: contra sus dudas, promesas y contradicciones

El último amistoso demostró que, a cinco días del debut, la Selección todavía no cuenta con la consistencia colectiva y la convicción de los “kamikazes” que espera Sampaoli para el torneo Sudamericano.


El proceso preparatorio del equipo chileno esperó por el último rival como si fuera “El Salvador” de sus dudas e incertidumbres para la Copa América, pero finalmente el modesto equipo centroamericano sólo acentuó los dilemas internos e hizo agudizar ante los hinchas las contradicciones del técnico Jorge Sampoli.

Si El Teniente se desbordó para mostrar su compromiso con la Roja, tras el partido de anoche la mayoría de público salió con cierto desencanto por la discreta presentación, en una victoria exigua que no logró disimular los ripios del equipo. El gol tempranero de Jorge Valdivia queda en el registro de un triunfo irrelevante, porque esta vez sí importaba más el nivel colectivo e individual que el resultado.

Aprovechando las ventajas de un adversario demasiado limitado e incluso ingenuo en su despliegue en la cancha, el estratego nacional aprovechó para dar rodaje a ciertas variantes que eventualmente podrían servirle durante el torneo.

Además del portero Herrera, en el comienzo alineó defensivamente a Isla, Medel, Jara y Beausejour en la zaga, pero después puso a Albornoz y Mena por las orillas. En mediocampo, partió con Valdivia, Aránguiz, Díaz y Gutiérrez y, más tarde, ordenó a Pizarro como eje junto a Aránguiz y Díaz. Y en el ataque, inicialmente dispuso a Sánchez y Vargas, y terminó jugando con Alexis, Pinilla y Henríquez.

Más allá de los movimientos y su búsqueda de opciones tácticas, la primera contradicción de esta cita asomó en la víspera del amistoso en Rancagua, cuando el entrenador anunció la salida del delantero Edson Puch por lesión y la nominación del zaguero-volante Francisco Silva.

El cambio de planes no sorprendió demasiado, pero sí la convocatoria del “Gato” Silva, quien ni siquiera estuvo considerado en la lista original. Como sea, si el discurso de Sampaoli ha sido bastante hermético a partir de su arenga mística de confesar que busca “once fanáticos, once kamikazes en la cancha”, esta vez la organización de juego arrojó nuevas dudas. Por ejemplo, Valdivia volvió a ser el volante creativo clásico de siempre, el 10 tradicional que genera juego y se asocia con los delanteros, aunque el DT insista en definirlo como un 9 retrasado. Y supeditado otra vez a las genialidades de Alexis Sánchez, que de tanta libertad termina perdiendo la posición de ataque, el equipo partió sin un ariete, aunque al final contó con dos –Pinilla y Henríquez-, que tampoco respondieron a esa funcionalidad.

Como sea, luego de dos días libres, la Selección tendrá tres jornadas más en Pinto Durán para revisar videos y ejercitar internamente esa autocrítica que no apareció apenas culminado el juego. Parece evidente que la organización de juego, la mecánica y los rendimientos individuales han sufrido un decaimiento en el último periodo, pero tampoco los rivales iniciales de la Copa América ostentan una jerarquía inalcanzable.

En rigor, con lo que tiene hoy y su tremendo potencial futbolístico -un capital mucho mayor que no siempre rentabiliza como debiera-, la Roja puede ilusionarse con impulsar sus pretensiones en el Sudamericano. Sin embargo, de acuerdo a lo exhibido en el ensayo general del viernes, con eso no basta para alzar la voz frente a aquellos aspirantes históricos de la Copa América –Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Colombia- y, de paso, legitimar aquellas promesas populistas de dejar en Chile la corona…

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