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El gol que reveló la cara más odiosa del fútbol

El gol que reveló la cara más odiosa del fútbol

Era el año 2013 y lo que a simple vista parecía una transferencia conveniente de dos jugadores extranjeros a un equipo israelí, se convirtió en una pesadilla por la actitud profundamente racista y ofensiva de un grupo de sus aficionados que querían un equipo «siempre puro».


Como casi todas las narraciones de un gol, ésta contagiaba emoción pura:

¡Goooooool!

Tras robarse el balón en el medio campo, uno de los jugadores le hizo un pase largo a su compañero que penetró casi en soledad en el área chica y sin piedad fusiló al arquero.

¡Goooooool!

Los locutores hablaban de un día histórico para el equipo que acaba de anotar el gol.

Los jugadores se abrazaban. Los aficionados festejaban felices.

Pero no, no todo era alegría.

La razón por la cuál ese gol marcó un momento histórico abrió un capítulo oscuro en la historia del fútbol.

Corría el año de 2013 y el equipo que se acababa de adelantar en el marcador era el Beitar Jerusalén.

El jugador que anotó el gol más importante en lo que iba de temporada para ese club israelí fue Zaur Sadaev.

Pero unos minutos después, un grupo de aficionados de ese equipo abandonó el estadio indignado y abucheando.

¿La razón?

Sadaev es musulmán.

«Por siempre puro»

Sólo días antes, algunos fanáticos del club habían amenazado a las autoridades del club con que «todo iría mal si el número 13 (Sadaev) jugaba».

«La decisión es suya«, parecían sentenciar en uno de los mensajes.

Aficionados de fútbol con una pancarta

Esta semana, la BBC transmitió el documental «Por siempre puro: fútbol y racismo en Jerusalén», un programa de 85 minutos sobre el club de fútbol israelí Beitar Jerusalén, el único equipo de la Liga Premier israelí que no ha firmado un jugador árabe.

Un grupo de sus aficionados, conocidos como La Familia, acapararon los titulares en 2013 tras rechazar la llegada al club de dos jugadores chechenos: Zaur Sadaev, de 23 años, y Gabriel Kadiev, de 19.

Y es que, como cualquier equipo de fútbol del mundo, las autoridades del Beitar decidieron fichar a dos futbolistas extranjeros para mejorar sus posibilidades dentro de la liga.

Sin embargo, la transferencia se convirtió en un dolor de cabeza para la gerencia.

En el primer partido en casa, después de que se anunciara la llegada de los dos futbolistas, los abucheos y los gritos racistas eran imposibles de ignorar.

Zaur Sadaev, de 23 años, y Gabriel Kadiev, de 19.

Mucho menos una pancarta gigante que colgaba en las gradas y decía en hebreo: «Beitar por siempre puro«.

Para los jugadores, el liderazgo del club y el gobierno la situación era vergonzosa.

Y es que la adquisición de Sadaev y Kadiev no se había tomado sólo por motivos deportivos, también se buscaba atraer patrocinadores e inversionistas.

«Dos musulmanes»

Itzik Korenfine, presidente del club en esa época, recuerda que la mayoría de los titulares de la prensa israelí se enfocaron en el hecho de que los nuevos fichajes eran musulmanes.

A su llegada, los jugadores mostraron absoluta calma y cuando una periodista les preguntó cómo se presentarían a los aficionados locales, dijeron una palabra:

«Goles».

Y entre sonrisas, Sadaev añadió: «Anotaremos«.

Minutos después, el atacante dijo que si tenían tiempo irían a la mezquita.

«Para rezar y pedir por la ayuda de Dios».

«Para ayudar a Beitar a ser campeones«.

En una rueda de prensa, el arquero y capitán, Ariel Harush, les dio la bienvenida.

«Su religión o raza no son importantes. Seremos los mejores anfitriones y esperamos que nos ayuden».

En su primera sesión de entrenamiento, en febrero de 2013, los aficionados les gritaron consignas racistas y ofensivas.

El presidente del club se acercó a los seguidores del club para pedirles respeto, pero los abucheos y gritos continuaron:

«¡Guerra! ¡Guerra!», decían mientras batían las rejas.

Condena

De la cancha de entrenamiento los insultos llegaron a los estadios en partidos oficiales.

«Aquí estamos, el club más racista del país«, gritaban a toda voz un grupo de aficionados en uno de los encuentros.

No sólo desataban su ira contra los dos nuevos jugadores sino también contra el capitán del club y el arquero. Lo llamaban traidor.

El mensaje de odio se propagó por las redes sociales.

En febrero hubo un incendio en las oficinas del club. Supuestamente se trató de un ataque.

Un policía en un lugar incendiado

El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, condenó los hechos que involucraban al equipo que él y sus hijos habían apoyado por muchos años.

«Le hago un llamado a los aficionados de Beitar y a los que no lo son a que denuncien estas acciones», indicó el líder.

Las autoridades del país condenaron con contundencia las expresiones de racismo.

Como un espejo

Beitar terminó la temporada con un mal sabor.

Sadaev y Kadiev abandonaron el club y triunfaron en las ligas polaca y chechena respectivamente.

Aficionados en un estadio

Korenfine calificó la experiencia como un «fracaso total».

«Subestimamos el nivel de agresión que esta decisión provocaría. Fue como un espejo en el que se reflejó la realidad de nuestro club», dijo.

«Viendo hacia el futuro o habrá un árabe jugando para Beitar o no habrá Beitar», indicó.

Después de 18 años dedicados al club, Korenfine fue despedido.

Tras la convulsa temporada, un grupo de aficionados moderados de Beitar creó un nuevo club: Beitar Nordia Jerusalén.

La Familia llevó sus principios de extrema derecha a las calles y se convirtió en una fuerza política nacional.

Y la nueva gerencia del antiguo Beitar declaró que no tenía previsto firmar a un jugador árabe.

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