Maracaibo, capital del estado petrolero de Zulia, en el oeste de Venezuela fue el epicentro, por segundo día consecutivo, de la furia de una población descontenta que debe soportar con una alta inflación, escasez de alimentos y racionamiento eléctrico las crueles temperaturas del húmedo calor caribeño. El Gobierno no reconoce de manera oficial los disturbios, mientras llama a la policía a sofocar los puntos críticos de violencia. Además, los parlamentarios no podrán cobrar sus sueldos por falta de dinero en las arcas fiscales.