Publicidad

Crónicas cínicas XXXIII

Increíblemente aún hacía calor a mediados de Abril. El Gordo y Murillo bien lo saben. Sudaban a chorros al recorrer la calle Guanaco en Conchalí haciendo encuestas de consumo. Salieron a trabajar temprano y hacia frío, ahora se arrepienten de andar con parka y chaleco. No les ha ido mal, metiéndose en los pasajes polvorientos del barrio han conseguido una buena cantidad de dueñas de casa, lo suficientemente aburridas haciendo el aseo en sus casas, como para sentarse media hora a contestar pendej


Chatos ya con la pega y como son pasadas las doce, los dos se arriman al almacén Kika que atiende una lolita risueña y buena onda. Murillo pide una coca. El Gordo pide lo mismo mas un sanguche de pernil en pan amasado que viene llegando. Con la venia de la chica, se acomodan en unos cajones de fruta que están apilados en un rincón fresco del boliche. La sombra agradable los hace descansar y relajarse más que las coca colas heladas que se están tomando. El Gordo comenta:



-Yo cacho que las viejas mienten en las encuestas, Murillo. ¿Cómo van a consumir tanta tontera, si uno ve como viven? ¿de dónde van a sacar pa comprar ropa cara, electrodomésticos, muebles?



-¿Y no hai oído hablar de las veinticuatro cuotas, Guatón?
¿No cachai lo de la sociedad de consumo?¿De vivir encalillado?



-Sííí Negro, si de sociología cacho, pero una cosa es leer teoría en un libro o ver estadísticas de endeudamiento por habitante y otra es verlo aquí, delante de tus ojosÂ…



-Sí puh Guatón, la realidad mataÂ… y a propósito de realidad, ¿viste El Bonaerense?



-Sí, si te dije que la vi, fui con un amigo de la Escuela y su mujer. A ella le cargó, la encontró pesimista, apoética, desquiciada y al final, pa rematarla, no encontró nada mejor que decir que con razón los argentinos están hasta las cachas si ven el mundo así, sin esperanza, sin salida. La mina estaba súper enojada, nos dijo que éramos unos enfermos, unos masoquistas que encontrábamos brillante el pesimismo, la tristeza y la soledad. Que una cosa es hablar de realismo y otra irse al chancho, y así siguió punteándonos hasta que resignados y en silencio, nos tomamos con el Mario, la última chela…



-¿Y vos estai de acuerdo Gordo?



-¿Yo? Yo creo compadre, que la mina está loca, que cree que el cine es terapia de relajación y no un arte potente que nos abre la ventana del alma -pobre Mario, en el forrito que se metió casándose con esa loca, es como tener en la casa una comunista o una fanática religiosa – peroÂ… ¿la firme? La firme es que es una peli espectacular, dios bendiga al cine argentino, y al Brasilero también- que están sacando la cara por nuestras limitaciones narrativasÂ…



-Bueno Guatón, después de Mundo Grúa uno esperaba algo bueno de Pablo Trapero en su segunda película ¿no?



-Sí Negro, pero esta peli esta muy re bien hecha, es muy inteligente lo que hace Trapero: cuenta la historia de un gil, que por sobre vivir se hace cana -disculpa el lunfardo- se hace policía de la Bonaerense, la peor, la mas corrupta policía de ArgentinaÂ….



-No seai latero Gordo, no contís la película, si ya la ví…



Diciendo esto, Murillo se para del cajón manzanero donde está sentado, va a donde la dependiente y pide otra coca cola. El Gordo le grita desde el rincón que le pida a él un aliado de jamón queso en marraqueta y una Pap de a litro. Cuando el Negro vuelve con las bebidas, el Gordo continua:



-Perdona Negro, para seguir con la peli, lo interesante es que el guión no juzga jamás al personaje, el que al principio es un inocente que no sabe en lo que se está metiendo pero luego, cuando ya lo sabe, sigue de todas maneras haciéndoloÂ…



-Yo creo que Trapero es de una audacia notable Guatón, meterse a escribir un guión sobre una institución corrupta como esa y salir airoso no es fácil. Y el lo logra muy bien, al pintar en forma muy precisa y verosímil un mundo mucho más oscuro y tenebroso de lo que aparenta a primera vistaÂ… ¿Y cómo lo hace? Lo hace describiendo a ese grupo como quien describe a cualquier otra profesión: nos muestra sus ritos de aprendizaje, sus ceremonias, sus jerarquías, su burocracia, sus fiestocas y francachelas -y su soledad- Entonces la Bonaerense ya no es un ejército de ocupación en un país extraño -como los gringos en Irak- sino que es un producto natural de esa sociedad, triturada, desilusionada y decadenteÂ…



-Sí, Negro, estamos de acuerdo, pero lo más demencial es que vemos a la Bonaerense ser tan inocentemente parecida a cualquier otra profesión, que su trabajo al principio parece banal. Ahora, afortunadamente, Trapero no se queda en la descripción de la cotidaniedad de este extraño mundo, si no que le da una vuelta de tuerca para que podamos ver los abusos, la arbitrariedad impune, el gatillo fácil y la extorsión, trascendiendo así la descripción burocrática, pintándonos un fresco de tenebrosa magnitud y de profunda tristezaÂ…



-Sólo le faltó mostrar los grandes negocios y la políticaÂ…



-Sí, Negro, pero se saca el pillo, contándonos la historia desde un personaje tan chico, tan insignificante, que no le alcanza para tocar a los poderososÂ…



-Yo no se cómo los argentinos soportan tanta lucidez, tanta crudeza, para ver ese mundo suburbano sin dios ni ley, abandonado a su suerte y no quedar hundidos en la más profunda depresión.



Dice pensativo el Gordo mientras se levanta a buscar su aliado, que ya está listo. Murillo desde su asiento le grita para rematar el comentario:



-Un cínico podría decir que los pueblos tienen lo que se merecen o lo que son capaces de construirÂ…



El Gordo volviendo con su sándwich rebosante de generosas rodajas de jamón de pierna y queso chanco, se para frente al Negro y le dice consternado:



-Compadre, ¿así es que tú crees que nosotros nos merecimos a Pinochet?



-¿Y te cabe alguna duda Guatón, o creís que el viejo e mierda es marciano?



El Gordo se sienta cansado, guarda silencio un rato y luego le dice a su amigo:

-¡Putas que es triste ver las cosas así Murillo, putas que es triste!



Murillo, asombrado por el abatimiento de su amigo al darse cuenta de que no vive en el paraíso, lo mira sonriente y pa levantarle el ánimo le dice:



-Hablemos de una peli celebratoria, esperanzadora: hablemos de Frida ¿qué te parece Guatón?



-¿Frida esperanzadora? ¿Una peli sobre una mina paralítica, que pinta cosas terribles?



-A mí me gustó la onda de la película Gordo, -y las tetas de la Salma Hayek también- esa mexicanidad festiva, intensa, olorosa, ¡como que me dio alegría de ser de estas tierras, compadre!. Tierras vastas, coloridas, mágicas. Me sentí saboreando nuestra alma, nuestra lengua, nuestra intensidad, nuestra creatividadÂ… Ahora, como peli es rara, porque a pesar de su visualidad más que competente, creo que la directora Julie Taymor se equivocó de personaje. En vez de hacer un film sobre Frida Kahlo más bien hizo uno sobre el famoso y grandilocuente Diego Rivera y su frágil esposa Frida, que también pintaÂ…



El Gordo que se había repuesto ya de su ataque de nostálgica tristeza, con los ojos luminosos asiente:



-¡Exactamente compañero! ¡exactamente! Diego Rivera es visto como un personaje intenso, complejo, cuya tempestuosa creatividad domina la película, mientras que Salma Hayek intenta, y lo logra, hacernos un retrato realista de la torturada Frida. Pero es sólo eso, un retrato realista. Vemos su obra con magnífico ingenio visual, a veces con potentes imágenes -el vestido de campesina mexicana colgando en un alambre bajo la nieve newyorkina, por ejemplo, pero nunca vemos a la pintora torturada, luchando por expresarse, sólo se ve a una mujer muerta de amor por un hombre genial, inmenso e inmanejableÂ…



-Y que pinta casi como hobby o a lo más como terapiaÂ…



Replica el Negro.



-Y eso es más que injusto con la verdadera Frida Kahlo, contesta el Guatón, y es quizás un problema del guión, que centra todo el conflicto en la relación de los amantes; o puede ser también un problema de actuación, porque el Alfred Molina que hace a Rivera, se come con zapatos a la pequeña Salma, y no por falta de empeño porque su actuación es súper elaborada y creíble, peroÂ… le falta corazón, o convicción o comprensión.



-Así es compañeroÂ…



Asiente Murillo, levantándose trabajosamente de su cajón de manzanas. Toma el carrito y va a botar las botellas de bebida, mientras lo hace le dice a su amigo:.



– Vamos a la pelea Guatón…



No termina de decir esto, cuando, sin saber cómo, un gato del almacén le hecha la choreá a un par de perros vagos que andan comiendo basura en la puerta del negocio. Los perros se desmadran y se arma la pelotera. El gato corre en redondo gritando como loco, los perros lo siguen ladrando sin poderlo alcanzar.



Los cabros, enredados en el carrito en medio de la polvareda, no saben cómo atinar, sólo dan saltitos pa que los perros no los boten. La pelotera la resuelve finalmente la dueña del boliche, que con una escoba en la mano, decidida a proteger a su gato regalón de ese par de perros torrantes, los agarra a escobazos hasta que los quiltros salen corriendo con el rabo entre las piernas. Los cabros más repuestos, se vuelven a despedir de la chica y bajo el sol de las doce se pierden calle abajo, en busca de clientes en las polvorientas calles de Conchalí.



Lo último que escuchamos es cuando el Gordo le dice a Murillo:



-Y así de difícil está la cosa compadre, pa ganarse los morlacosÂ…





* Luis Mora, realizador, comentarista y profesor de cine.
__________________




Crónicas Cínicas anteriores

Publicidad

Tendencias