Publicidad

Mauricio Redolés: «Todavía creo en la dictadura del proletariado»

Recién cumplió 50 años, pero ni el paso del tiempo ni lo que algunos ilusos llamarían madurez lo hacen claudicar de lo que siempre ha defendido. Sin rencor, sin odiosidad, pero con mucha honestidad y vehemencia, este reciclador cultural rememoró con nosotros el mundo que pasó y cómo debiera ser uno no tan ‘conchasumadreado’ como el de hoy.


Mauricio Redolés se nutre de la creatividad del resto. ¡Un plagiador! No, no, no. Nada de eso. Lo que pasa es que Redolés, como lo ha confesado, anda como loco recogiendo papeles con garabatos que después transforma en sus poemas o letras de canciones. Es, en el fondo, un reciclador de la cultura callejera, esa misma cultura que muchos desprecian y miran sin valor, pero que para él es crucial a la hora de crear.



¿Pero será tan así o es más bien un mito para dárselas de choro? Es así, y lo confirmamos a los pocos minutos de nuestro encuentro en la Fech, cuando al emprender el rumbo hacia una café del centro, se detuvo a recoger un papelito que lo miró y luego guardó en el bolsillo de su pantalón como si se tratase del tesoro más preciado que le podría haber entregado esta ciudad tan gris.



– ¿Y en qué andai, Mauricio?
– Casi no he dormido estos días porque estuvimos terminando un proyecto Fondart. Queremos hacer una ópera rock basada en el disco Bailable de Cueto Road, que es la recreación de un radio teatro y que tiene como escenario un ring de box. Este proyecto ya lo montamos hace 4 años, pero ahora queremos hacerlo poniendo toda la carne a la parrilla, ¿cachai?



Contando actores, músicos, sonidistas, escenógrafos y vestuaristas, suman como 15 los individuos que dan vida al "nosotros" del que habla Redolés, entre los cuales, era que no, se encuentran sus inseparables Ex Animales Domésticos.



Fue con sus socios de siempre que el viernes pasado celebró su cumpleaños número 50 en la Sala SCD de Vespucio. Atraídos por conocer cómo este poeta disfrazado de músico ve lo que ha sido su medio siglo de vida, conversamos con él, además del futuro, del pasado, tortura y exilio mediante, que lo tocó vivir.



"Va a llegar otro 73″



Mauricio Redolés estudió derecho. Primero en la Universidad Católica de Valparaíso y al año siguiente entró a la Universidad de Chile, sede Valparaíso. Poco eso sí puedo estudiar. El Golpe lo sorprendió cuando todavía era un mechón. La beca Pinochet no se hizo esperar y al año siguiente ya estaba fuera de Chile.



– ¿Qué cosas han cambiado culturalmente desde que eras joven?
– Lo de ser maricón. Antes era imposible que alguien gay se mostrara públicamente.



– Y sobre todo en el PC, un partido de machos.
– En los 50 habían connotados homosexuales que eran militantes del partido. Existía la tolerancia. Decir que el PC no aceptaba a los marciones no es así. Había maricones, ¡pero maricones de izquierda eso sí, ah! En todo caso, es cierto que hasta fines de los 80 ser gay era un problema en el PC. Me acuerdo que en un encuentro de las juventudes comunistas, un argumento que se utilizó para descalificar a alguien es que era homosexual. Yo venía llegando de Inglaterra y eso era una hueá que estaba superada hace siglos y nos dio risa a mí y a mi mujer.



– ¿Anacrónico total?
– Absolutamente. El de antes era un país más bruto que quedaba de manifiesto en cosas como esas, o lo relegada que estaba la mujer socialmente. Además, había una polarización política e ideológica exacerbada, pero vamos a tener que llegar a eso de nuevo. Esta sociedad tiene que pasar por eso otra vez porque no lo superó. Va a llegar otro año ’73, pero ahora va a ganar la razón, va a ganar la humanidad, no van a haber muertos. ¿Por qué?, porque hay cambios estructurales que están pendientes desde esa época.



– Esa pelea la diste mucho tiempo en el PC, ¿descartas ahora una lucha militante?
– Me gustaría ser parte de un partido que todavía no existe. Si viera que hay uno que está por la recuperación democrática de Chile, por la defensa de los trabajadores, por parar el saqueo de las transnacionales, por lograr hacer que la gente tenga la utopía de una sociedad más justa y que los lleve a decir, cómo se ha logrado en su momento, sí, prefiero faltar al trabajo y que me lo descuenten, pero hoy estoy en huelga, entonces ahí sí volvería a militar.



– Pero el PC dice defender justamente mucho de lo que planteas.
– El problema del PC es que no ha sabido renovarse. Además, lo primero que tendría que hacer el PC es pedir perdón a la izquierda de este país.



– ¿Por qué?

– Porque el PC era un partido muy, muy, muy importante para la revolución y para la izquierda. Tenía una responsabilidad y se la farreó por las luchas internas y por no saber renovarse. Además, los que quisimos que el PC se renovara fuimos denostados y considerados revisionistas.



Despinochetizando el país



– ¿Qué es para ti Pinochet?
– Es parte del espíritu chileno. En Chile, el hecho que nadie reclame, crea a los Pinochet. En otro país, el Sernac por ejemplo tendría un edificio enorme frente a La Moneda. Habría una cultura del reclamo que nosotros no tenemos. Acá todo el mundo te pasa a llevar y si reclamas te sientes acosado. Te pongo un caso: hace unos días estuve una hora en el BancoEstado de Chacabuco con San Pablo y el cajero que me tenía que atender hace pasar, después de tenernos una hora esperando como hueones, a la fila privilegiada. ¡Y nadie reclamó! Fui el único y todos lo vieron. Y es más, me hacen callar: ahí está Pinochet. Está en el alma.



– ¿Cómo se podría extirpar ese Pinochet?
– Yo trabajo con los Ex Animales Domésticos y cuando ensayamos nos decimos las cosas en la cara. Eso es despinochetizar la sociedad. Pero para decirse las cosas tiene que haber cariño y amor. La verdad puede doler, pero es la verdad. La tolerancia puede costar, pero hay que practicarla. A veces uno tiene la razón, pero hay que respetar al que no la tiene.



– En ese sentido, ¿ves con respeto a la UDI cuando busca una propuesta para solucionar los problemas de los Derechos Humanos?
– No, porque hay malicia detrás y porque el tema es muy complejo. La Concertación no solucionó el problema en su momento como no lo ha hecho con otros problemas. Algunos van morir con el tiempo. Castigo a los culpables, por ejemplo, en 10 años más no va a tener sentido porque van a estar muertos. El problema es que moralmente la solución no puede venir de los culpables. No puede existir si no hay una moral de por medio, porque es un problema moral. Lo primero que tiene que hacer la UDI, entonces, es pedir perdón, porque si no está moralmente está inhabilitada. Ellos lo aprovechan políticamente porque hay un vacío. Mientras exista ese vacío, no me interesa soluciones de plata. A mí no.



– ¿Crees que el tema se va a solucionar realmente algún día?
– Eso es casi irreparable. Lo que queda es el futuro y es por eso que hay que dar señales de que el Ejército no es una institución represiva. Como eso es impensable hoy en día, tendrán que retirarse o morir los que fueron parte de las Fuerzas Armadas durante la dictadura para estar más tranquilos del rol que cumplen en la sociedad.



– Y en el resto del país, ¿se ha hegemonizado e internalizado en términos culturales la noción de lo que son los derechos humanos y lo que implica su respeto?
– Hay sectores dentro de la derecha que no son fascistas, pero para sectores que sí lo son la violencia en contra de quienes promueven el desorden es absolutamente justificado. Además, la izquierda no tiene la cultura de la tortura como parte de sus hábitos, en cambio la derecha la tiene muy fresca. Es por eso que no hay que confiarse plenamente de ellos.



– ¿Y en qué crees entonces?
– En la dictadura del proletariado, de los trabajadores, no en el sentido de una dictadura con un partido central y estalinista, sino uno transversal a los trabajadores. Otra cosa que creo es que va a llegar un momento de confrontación con la gente que defiende el robo del cobre en Chile o la explotación de la gente. No va a ser un clima de violencia política como hubo en 1973, pero de alguna manera resurgirá una lucha por la verdadera democratización país. Si a eso la derecha resiste con violencia, entonces es posible que llegado ese momento estamos ad portas de un nuevo 1973.



– ¿Consideras iluso pensar en una sociedad integrada entre trabajadores y empresarios?
– No es iluso porque existe y se llama Chile, y Chile es un país de derecha. Por eso cualquier visión de izquierda tiene que contemplar a la derecha y en ese sentido tiene que ser una sociedad más armónica.



– ¿Y por qué no hemos llegado a ese estado de armonía?
– Por los niveles de conciencia de la gente y del debate público. El de hoy es mucho más bajo que en los año 80. Todo es más plano y los niveles de conciencia son más planos. Los medios de comunicación están en manos de la derecha y Televisión Nacional es cada vez menos nacional. Pero lo más grave y lo más significativo al mismo tiempo, es que la inconsistencia de una batalla ideológica implica que alguien diga que le gustan los marcos de los lentes que usa Lavín y por eso vota por él. Con eso, que es muy frecuente, estamos fritos, ¡estamos cagaos!

Publicidad

Tendencias