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Explosiones en Irak y la necesidad de una administración menos excluyente

Cada vez es más claro que la pacificación del país árabe no pasa por un mayor poder de fuego, sino que por un mayor caudal político, señalan en Medio Oriente. El problema subyace en la determinación de Bremer de acabar con el partido Baas y con toda manifestación de la resistencia.


No habían cesado las discusiones de la controvertida reunión de Madrid para la reconstrucción de Irak, organizada por la ONU y el Banco Mundial, cuando un nuevo atentado a edificios símbolo, esta vez los cuarteles de la Cruz Roja internacional, cobraba cerca de 40 muertos y más de 200 heridos.



Según un despacho de la BBC de Londres, una ambulancia penetró con explosivos las barreras de seguridad cerca de las 8:30, hora local de Irak (5:30 GMT) ayer lunes. Los ataques también incluyeron atentados a tres estaciones de policía. Todos ellos, incluyendo el de la Cruz Roja, fueron planificados entre espacios de 45 minutos cada uno, haciéndolos coincidir con el primer día de la conmemoración de Ramadan, el mes sagrado del mundo islámico. El brigadier Ahmed Ibrahim, viceministro del Interior, señaló que los muertos oficiales eran 34, entre ellos ocho policías.



El atentado ocurrió justo cuando se habían experimentado algunos logros positivos en la distribución de artículos de consumo y cuando se consolidaban algunos aspectos de normalización en la vida de los iraquíes. También coincidió con el proceso de evaluación que realizaba la ONU, Estados Unidos y los países que habían efectuado donaciones, respecto a los logros de la conferencia de Madrid, en la que se comprometieron cerca de 40 mil millones de dólares para la reconstrucción de Irak.



Ocurridos los atentados, los análisis debieran orientarse ahora hacia el balance político de ellos. Según algunas conclusiones preliminares, el hecho vino a confirmar que el proceso de reestablecimiento de la paz y el orden en el país árabe requiere de una política menos excluyente, que incorpore al partido Baas en las negociaciones, como así también a otros actores.



Ya ese era el tono de los comentarios más punzantes contenidos en los periódicos del Medio Oriente que analizaron la conferencia de Madrid antes de los ataques. Dichos artículos dieron cuenta de la necesidad de admitir que el Consejo Provisional que gobierna Irak está funcionando sin un respaldo popular.



No obstante obtener un 50 por ciento de los recursos planificados, la conferencia de Madrid fortaleció las desconfianzas que aun persisten en la Comunidad Europea respecto a la validez de los argumentos en que se basa Estados Unidos para mantener su poder absoluto sobre la ocupación.



Resistencia sin tregua



Cada vez es más claro que la pacificación de Irak no pasa por una guerra a la resistencia que cuente con mayor poder de fuego, sino que es necesario un mayor caudal político, señaló Mahmoud el Abdeer, periodista jordano que trabaja para medios árabes.



La misma conferencia de Madrid no pudo soslayar ese tema central. Pero en el núcleo del problema subyace la orientación que desde un principio adquirió la administración de Paul Bremer, que se basó en el diseño del Pentágono, consistente en terminar con el partido Baas y, también, con toda manifestación por parte de la resistencia.



"Se confunde -agrega Mahmoud- la resistencia a la ocupación, con la lealtad a Sadam Hussein. Eso sirve como instrumento mediático, pero no explica el fondo del problema".



Según fuentes consultadas por El Mostrador.cl, el partido Baas conforma, entre miembros y simpatizantes, más del 30 por ciento de la población, y si se considera también a todos quienes se beneficiaban a través del programa "Petróleo por Alimentos", ya se está hablando de una buena parte de la clase media y una gran parte de los asalariados de Irak. Todos ellos forman un grupo que no ha sido tomado en cuenta políticamente por la administración de Bremer.



Shafik Alam, cientista social que trabaja en Irak para una ONG de tareas humanitarias, señaló a este medio que "el consejo provisional es una cúpula que, si bien mantiene cierto contacto con la base, es visto por el mundo islámico de la región, y particularmente por el iraquí, como un gobierno impuesto y determinado por las políticas de la administración Bremer".



El consejo provisional tiene la tarea descomunal de iniciar un proceso de elecciones democráticas que concluirá a fines del primer semestre del 2004. Sin embargo, si la intensidad de la resistencia no es disminuida a través de negociaciones políticas que impliquen el reconocimiento del partido Baas como una entidad legítima, la construcción hacia la democracia estará permanentemente diezmada por futuros atentados.



"El dilema del consejo provisional es que no está en condiciones de pactar un acuerdo con el partido Baas ni con los leales a Sadam Hussein, que, una vez más hay que decirlo, no son la misma cara de la resistencia", sostiene el cientista social.



La administración de Bremer se resiste a reconocer que los opositores a la ocupación son mayoría entre el pueblo iraquí. Los ataques terroristas -brutales y condenables incluso para los habitantes del país árabe- son sólo un extremo de ese antagonismo, pero la mayoría de la población tiene la fe puesta en que ocupación acabe lo antes posible, concluye Alam.



Resultados de Madrid



Las palabras pronunciadas antes de la conferencia de Madrid por del secretario general de la ONU, Kofi Annan, quien la próxima semana inicia una gira por América Latina, reflejaron la frustración de un alto dignatario que no cuenta con los instrumentos para acelerar el fin de la crisis.



"Las necesidades urgentes y dramáticas de la reconstrucción de Irak no pueden esperar el fin de la ocupación, ni el fin de las divergencias de cómo acabar con ellas", dijo.



Un funcionario del equipo de emergencia montado por Annan, y que pidió reserva de su nombre, sostiene que "nadie, en efecto, tiene esos instrumentos".



Todo parece indicar que el mismo Estados Unidos se ha encajado en un zapato chino: no tiene capacidad de maniobra ni desde la perspectiva interna, o sea, para pacificar Irak con un consejo de gobierno con poca legitimidad popular y un ejército con tropas en proceso de fatiga; ni desde un punto de vista externo, donde las vías diplomáticas, como quedó demostrado en Madrid, son limitadas, porque entre los países que verdaderamente cuentan (Francia, Rusia, Gran Bretaña, Alemania, China, Japón) hay demasiada desconfianza.



Gran Bretaña, por otro lado, ya no es el mediador, ya que su articulador eje, Tony Blair, está casi fuera de circuito, por su estado de salud y por la crisis del laborismo. La administración Bush está prácticamente operando en solitario.



La necesidad de servicios básicos de 23 millones de iraquíes, sigue esperando que el sistema internacional desbloquee sus divergencias y se imponga el término de la ocupación en base a las consideraciones políticas internas de Irak y no a los intereses extranjeros, que hasta el momento han dominado este conflicto.



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