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Los negocios y la guerra cancelaron la vía humanitaria

Del colapso de la URSS y el atentado a las Torres Gemelas nació un mundo nuevo, pero poco esperanzador. El ejemplo de Irak evidencia que no hay grandes diferencias entre el Departamento de Estado, La Moncloa o Downing Street y la propaganda del entonces aparato soviético de la ex URSS. Sin embargo, EEUU tiene un rol histórico que cumplir.


Los apotegmas de Machiavello en El príncipe se tornan palpables en una zona del mundo -Oriente Medio, Irak- en cuanto a que el fin justifica los medios. Y, vaya qué medios y qué fines. Son las características de una nueva polarización, donde lo transversal es determinado por un objetivo que se señala común y la diferencia queda definida por el estilo y el procedimiento. Los acontecimientos que ocurren en Irak y su zona adyacente, y los procedimientos empleados, no en vano son el gran impacto de 2003. Se percibe que la aventura occidental, liderada por los EEUU y el Reino Unido, es la materialización de un antiguo plan: apoderarse de una zona que permanecía inasible.



Son cuestiones de procedimiento, cierto; pero también una conquista de espacios geo-estratégicos. Es probable que el proyecto de incorporar esta zona plena de riqueza, al pool de recursos de la globalización, no sea una mala idea -mirado con la perspectiva y la óptica necesarias- para levantar la alicaída economía mundial. Sin embargo el cuestionamiento casi universal sobre los procedimientos usados -la excepción corre por cuenta de los 18 países que comparten la aventura- ha producido lo impensado después de la caída de la ex URSS: una nueva polarización.



Una fuente diplomática -que reservó su nombre: está localizada en la Zona del Golfo- en alguna forma traduce lo que se está produciendo en la actualidad en política internacional: "Los dados están echados y la situación tiende a polarizarse. No es que sea secundaria la cuestión ética, el tema es que forma parte sólo de uno de los polos y no del otro". Algo semejante escuchamos de un analista israelí poco antes de la invasión "Es fácil hacer análisis y discursos sobre la ética y la paz cuando los objetivos ya están trazados, y son eliminar el terrorismo que operó el 11 de septiembre del 2001 (…) Entre el integrismo islámico, un mundo acosado por los fedayines, y la pax americana la elección es clara. Prefiero una política regida por el equipo que comanda la Casa Blanca, que ojalá se quede por mucho tiempo". Es un intelectual que se situó en un bando y refleja tanto la nueva polarización como una nueva mentalidad de guerra fría, cuyo escenario más explícito es la ocupación de Irak.



La división en el sistema de relaciones internacionales implica que el multilateralismo no se reconstruye, y la Doctrina de seguridad, con el uso de la acción preventiva por los EEUU, no ha contribuido a controlar los factores de desestabilización que la podrían haber justificado. Los acontecimientos en marcha en torno a la cuestión iraquí señalan que estos factores subyacen en el diseño estratégico para controlar una zona de recursos clave en la seguridad de los EEUU y de Europa. Los más profundos corresponde explorarlos en una legítima aspiración de cualquier estado soberano fuera de la órbita occidental para asumir sus responsabilidades históricas.



Estas responsabilidades, por lo general aparecen mandatadas por las potencias occidentales, que se ubican en la óptica del beneficio geo estratégico mayor, y en este sentido el mundo no ha avanzado un ápice después de la caída del poder soviético. Occidente, y sobretodo la Alianza del Atlántico Norte, continúa su paso para impedir lo mismo de siempre: la invasión amarilla desde Oriente. Lo que el escritor norteamericano Scott Malcomson señala, en un artículo titulado El Corazón de la Blancura: Europa y de paso EEUU han construido históricamente su poderío en función de protegerse de la invasión asiática.



Esta lógica, que algunos observan como dominio imperialista, es en el fondo la fragilidad de una cultura puesta a prueba. Porque en esencia es una cultura expansiva desde Roma hasta Washington. Esta lógica ha sido trágica para los habitantes de Irak y de la zona. Y en este contexto, incidentalmente, hay que situar el reciente terremoto en Irán -cerca de 50.000 víctimas fatales hasta el momento-. El terremoto revela con dramatismo, por las características del proyecto de algunos países occidentales en el área, que la ayuda humanitaria es una hipótesis imposible. Son demasiado poderosos los factores económicos y geoestratégicos que pesan en la zona como para que expediente humanitario domine y cumpla el objetivo. No hay espacio para esta posibilidad, e Irak lo ha demostrado.



Si no hay conspiración, hay fraude



Por estilo y procedimiento la Operación Libertad que derrocó a Sadam Husein bordea el catálogo del fraude y -por qué no- de las conspiraciones. Y esto no es porque una parte de la resistencia a la ocupación sea armada, o porque las insuficiencias políticas de los que lideran la ocupación impiden organizar una negociación para la pacificación. La aventura occidental en Irak no puede ser humanitaria porque el plan original era explícitamente uno de negocios.



Durante la ya prolongada saga iraquí las tesis conspirativas han circulado en varios frentes: políticos, mediáticos, académicos; pero el desprestigio -que rodeará al que las enarbole- incita al silencio. No obstante lo señalado, por allí se deslizó la filtración de que la esposa del diplomático estadounidense Wilson era espía de la CIA. Los medios en los EEUU, por primera vez se atrevieron -desde el 11 de septiembre del 2001- a mencionar la palabra conspiración, con toda la carga explosiva que el término conlleva.



Raj Advani, un analista indio contactado por El Mostrador.cl, dice respecto de las teorías conspirativas en boga: "Es difícil pronunciarse. Existe un asunto de seguridad de Estado que es infranqueable. Cuando hay una crisis de Estado de esta naturaleza, generalmente prevalece el "bipartizanismo" en EEUU. El daño es tan grave que se trata de asegurar el rol del presidente. Con la política aplicada en Irak se demuestra que el sistema político estadounidense no es sólido, aunque a estas alturas uno se hace la pregunta de cuál sistema es sólido. La política hacia Irak demuestra las deficiencias del sistema político estadounidense. La globalización que ellos impulsan también les afecta".



Armas que están ocultas, armas que desaparecen, armas que no pueden ser implantadas y armas que al final son inventadas. La nueva doctrina de seguridad global con intervención preventiva que hizo su estreno en sociedad en Irak 2003, no podría llegar a peor término con el espectáculo de filtraciones y acusaciones de faltas de lealtad y patriotismo que surgen desde la Casa Blanca.



Si al manejo realizado con las supuestas armas iraquíes no se le puede llamar fraude, cómo llamarlo entonces. Porque características tiene, aunque no haya o no se conozca, al menos todavía, el resultado de una investigación completa que lo confirme. En inglés fraud se define como "intentional perversion of truth in order to induce another to surrender a legal right" (Webster`s Collegiate). O sea, perversión intencionada de la verdad con el objeto de inducir a otro ceder un derecho legal. En castellano fraude es engaño, inexactitud consciente.(Real Academia).



Las investigaciones llevadas a cabo por los cuerpos legislativos en EEUU y el Reino Unido, confirmaron lo que se sospechaba con fuentes fragmentarias y dispersas: un fraude. Ha habido en efecto, una perversión intencionada de la verdad que, además, ha afectado la estabilidad lograda en el mundo a través de su sistema de relaciones. Un análisis más profundo y prolijo de las implicancias de los eventos de Irak 2003, dependerá del acceso a un cuadro más completo de la información, principalmente información que sea confiable. Y eso está en el futuro.





La nueva Guerra Fría

En y a través de Irak se estrena una nueva guerra fría, esta vez como un artefacto de control que muchos pensaban sepultado. Las restricciones impuestas para entrar a Irak a los corresponsales independientes que no están al servicio de los consorcios periodísticos que apoyan la ocupación, indudablemente, es una arma de "guerra fría". También la intensa purga de los ex funcionarios de gobierno y del partido Baas sin discriminación alguna; el rastro indescifrable de cientos de miles de iraquíes que se oponen a la ocupación y la ausencia de organismos de DDHH que velen por su protección; la forma de designar a las autoridades locales, con la perspectiva única de apoyar la ocupación, en fin, en el ocultamiento de la información, se observan los signos de otras operaciones que, en aras de la libertad, derivaron en dictaduras.



La brecha de información en otras áreas, por ejemplo la solidez y alcance del partido Baas, la lealtad efectiva de los aliados a Sadam, el panorama multifacético de la sociedad iraquí, con profundas divisiones religiosas y de grupos de poder, comenzó a pesar mucho más en el análisis, y los asesores optaron por la vía más segura: la guerra desatada.



El corolario de la "operación Irak" -una más en el repertorio de una banda cada vez más desafinada- a la luz de lo se ve en la séptima parte del iceberg emergido, puede sintetizarse del siguiente modo:



1.Una administración (Bush) que no confió en su propia operación.



2.Una administración (Bush) que no cumplió lo primeros acuerdos trazados -no bombardear a mansalva los primeros objetivos.



3.Una contraparte, el General Hashem Ahmed que respetó los primeros acuerdos: efectivamente el ejercito iraquí no combatió con el poder de fuego que poseía -lo que hubiera significado muchos miles de víctimas más de las que hoy se contabilizan-.



4.Una resistencia iraquí más fuerte y decidida que la pronosticada probablemente se hubiera evitado si el plan de persuasión, de hacer caer el régimen mediante el expediente de la presión interna, se hubiera concretado.



El episodio Kelly/BBC/Gobierno Británico, el cerco a la noticia y la presión indebida hacia los medios independientes durante las inspecciones, las infiltraciones en la estructura militar iraquí, el fraude en la información acerca de la armas químicas, las acciones de coerción sobre los países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU y el rol condicionado de los organismos internacionales encargados de velar por el derecho internacional son algunos de los antecedentes de un escenario que creíamos del pasado. Sin embargo, es una guerra si no nueva o de otro tipo continúa con la misma carga de destrucción ideológica de la anterior.



Para la experiencia latinoamericana en Centro y Sur América los rasgos que aparecen en Irak ocupado son conocidos. Hay una sensación de deja vu en toda la operación. Los escritos de Vargas Llosa muestran la mano de ese diseño: convencer al mundo que la ocupación era la vía correcta. En este sentido el ejemplo de Irak delata que no hay grandes diferencias entre los promotores del Departamento de Estado, La Moncloa o Downing Street y la propaganda del viejo aparato soviético del sistema liderado por la ex URSS.



Pretender que la guerra fría pertenece al pasado no es una omisión deliberada por el sesgo de una visión determinada: es un acto político arbitrario, provisto de un contundente objetivo comunicacional. Como los actos de reconciliación en sociedades donde se han cometido violaciones tremendas a los DDHH. Los casos de Sud África, Chile, Argentina, Uruguay, Brasil y Timor Oriental vienen a la memoria. Hablar de su fin en nuestra región, no es una ansiedad de políticos saturados de confrontaciones, deseando sobrevivir dignamente. Es un acto para eludir responsabilidades históricas más perdurables. No es que no perciban lo subyacente. En su matriz conceptual la guerra fría y sus elementos constitutivos están presentes.



Dos autores chilenos -Ottone y Pizarro- en su desafiante La osadía de la Prudencia (FCE,2003) proponen flexibilidad ideológica para manejarse en un mundo cada vez más complejo y acelerado. Con la decisión unilateral de invadir Irak, EEUU y el Reino Unido hacen trizas esa osadía y prudencia. Hubo, en este evento de Irak, más bien cobardía y euforia para enviar un mensaje de carácter universal: la inauguración de una nueva doctrina de seguridad. El ex presidente de México Ernesto Zedillo, en un artículo del Excelsior de México en Junio de 2003, señaló que con Irak EEUU rompía el multilateralismo.



Palabras más o palabras menos, lo concreto es que EEUU impone su agenda. A EEUU -que decretó el fin de la guerra fría apenas caída la Unión Soviética- ya no lo contiene nadie: ha impuesto su presencia en un sentido de guerra permanente, fría o caliente, y total.



Así como los estrategas estadounidenses se lamentaron después del 11 de septiembre de 2001 no haber desmantelado la escuela de islamismo militante -montada en la Universidad de Dawa y la Jihad, (Peshawar, Pakistán) para combatir la invasión soviética de Afganistán- hoy la gran tarea que EEUU debe asumir es la desactivación de la cultura de la guerra fría como subproducto de la globalización.



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