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Partió la Cumbre de Monterrey

Partió la junta en México con protestas callejeras y anuncios de reuniones personales entre algunos presidentes. Aunque no se esperan novedades, la regionalización del reclamo marítimo boliviano, causada por los dichos de Chávez, ocupará la atención de los jefes de Estado.


Tanto la fresca tarde del domingo, como la fría madrugada del lunes, anticiparon el estado de ánimo de muchos ciudadanos ante el inminente comienzo de la Cumbre. Hubo protestas; algunos apelaron al humor -que en política nunca resulta inocente-, otros al improperio. Los blancos fueron el presidente estadounidense, el acuerdo comercial de América del Norte (NAFTA) y el ALCA, todavía en suspenso.

Más allá del sentimiento popular, marcado por una profunda decepción ante los resultados del NAFTA en términos del deterioro de la calidad de vida de los mexicanos, muchos economistas y sociólogos afirman que el tratado comercial ha perjudicado a amplios sectores del país, en especial en el terreno de las Pymes y al pequeño empresario agrícola.

Estos temas, naturalmente, no serán discutidos en las reuniones oficiales, que estarán centrados, probablemente, en «las relaciones Norte-Sur en el hemisferio, los problemas de seguridad hemisférica, los problemas de comercio». Sin embargo la Cumbre, como un delta, permite que las preocupaciones particulares de los Estados presentes discurran por diferentes caudales.

El presidente Néstor Kirchner, por ejemplo, se reunirá con el titular del Fondo Monetario Internacional, Horst Köhler, para plantear que «no es posible cambiar las reglas de juego» en cuanto a la reestructuración de la deuda externa argentina. Köhler querrá mejorar la oferta de quita del 75 por ciento que el gobierno hizo a acreedores privados en Dubai, en septiembre del año pasado. Kirchner dirá que ello es «inamovible». En marzo la Argentina debe desembolsar US$ 3 mil millones.

Meandros, vericuetos, situaciones

Tampoco se discutirá o emitirá una declaración respecto de la denuncia realizada en Londres por Amnistía Internacional sobre el «abuso sistemático» de los derechos fundamentales de la población latinoamericana; pero si hay una declaración, es dudoso que se vaya más allá de aquella.

Kirchner se reunirá mañana martes con el presidente Bush, en medio de un enfriamiento de las relaciones argentino-estadounidenses. Cuba sobrevolará el diálogo: la Casa Blanca no vio con buenos ojos el acercamiento entre La Habana y Buenos Aires. Adelantándose al encuentro el embajador sureño en Washington, señaló a Radio América de Buenos Aires esta mañana que «no va a ser ni tan frío como Washington, ni tan caliente como este verano en Buenos Aires; va a ser razonable y normal». Sin embargo, Condoleezza Rice, mano derecha de Bush en asuntos internacionales, sostiene que Argentina debe «hacer los deberes».

Se descarta que los protagonistas de la Cumbre sean Kirchner, Lula da Silva y Hugo Chávez. Los tres mandatarios plantarán cara a cara las propuestas de Estados Unidos relacionadas con acuerdos comerciales. El dueño de casa, Vicente Fox, ha deslizado que «no espera» acuerdos de fondo sobre el ALCA en la Cumbre.

La decisión brasileña de implementar en sus aeropuertos las mismas revisiones a los viajeros estadounidenses que EEUU adoptó -por razones de seguridad- para los provenientes de Brasil tampoco tiene visos de ocupar la atención de los jefes de Estado. Menos aún la nueva política anunciada por el Departamento de Inmigración norteamericano para solucionar el problema de los indocumentados extranjeros, que se sospecha tiene que ver con la persecución del llamado voto latino, mexicano en su mayor parte, para las próximas elecciones presidenciales.

El panorama chileno en la Cumbre

La de hecho continentalización de los problemas que dividen a Bolivia y Chile por el reclamo marítimo no será discutida oficialmente en la Cumbre, aunque ocupará más que algunos minutos a los mandatarios. Se anunció una eventual reunión privada de los presidentes Lagos y Toledo en que el tema, sin duda, será motivo del diálogo entre ambos toda vez que un puerto para Bolivia por territorios que alguna vez fueron peruanos exige la aprobación de Lima.

Tan serio como el diferendo boliviano-chileno es el estado de las relaciones entre Chile y Venezuela. Chávez no olvida que La Moneda solidarizó, después del golpe del 11 de abril, con el presidente de facto a través de una declaración de la Cancillería de Santiago.

La gaffe -Chávez recuperó el poder en menos de 24 horas- no constituye, para los venezolanos, un asunto menor. Al contrario, estiman que fue agravada posteriormente por los actos del embajador chileno, quien, dicen, mantiene un diálogo fluido con la Democracia Cristiana venezolana, a costa del que debió haber tenido con las autoridades de gobierno. La DC participó del golpe de Estado y es uno de los grupos que encabeza la oposición a Chávez.

Aun cuando la colonia chilena en Venezuela procura mantenerse al margen del conflicto institucional local, en su momento surgieron reclamos por la escasa vinculación mantenida por el embajador Vio Valdivieso -llamado a Santiago- con los residentes en ese país. Se decía entonces, en Caracas, que el diplomático privilegiaba los contactos con dirigentes opositores a Chávez casi al nivel de intromisión en los asuntos internos venezolanos. En sectores de la Cancillería y de Miraflores -por otra parte- se insinúa que el doctor en Derecho José Rimsky, fuertemente opositor al gobierno, constituía y constituye una de las fuentes de información del gobierno chileno. Aducen para ello, que se trata de un amigo del presidente Lagos.

Tampoco contribuyó al mejoramiento de las relaciones chileno-venezolanas la realización de la Conferencia Internacional de la DC, realizada en Caracas en noviembre pasado. A dicha conferencia -convertida en un foro contra Chávez- asistieron connotados dirigentes políticos y diplomáticos chilenos, entre los que se destacaron el ex diputado y cónyuge de la ministra de RREE, Gutenberg Martínez, Eduardo Frei, Tomás Jocelyn-Holt, Guillermo Yunge y otros.

En Caracas, los observadores tienen pocas dudas de que el ansia por «bañarse en un mar boliviano» de Hugo Chávez fue una respuesta a lo que estimaba conducta «arrogante» del Gobierno chileno. De cualquier modo, las palabras de Chávez en Santa Cruz ciertamente regionalizaron lo que de bilateral tenía el conflicto. Y si su actitud mereciera aclaración, volvió a tocar el tema, por ejemplo, en su programa de radio Aló presidente el 7 de diciembre de 2003. Chávez ha hecho mención de un puerto boliviano: José de la Mar, inaugurado por Sucre y hoy parte del litoral chileno.

Para los analistas de la política latinoamericana, uno de los errores básicos cometidos por Chile es el intento -reiterado una y otra vez en la prensa local- por desautorizar a Hugo Chávez, convirtiéndolo en figura humorística, sin atender al fondo del asunto. En este marco la probable visita a Santiago de Enrique Mendoza, actual gobernador del estado Miranda -donde se encuentra enclavada la capital federal de Venezuela- y uno de los más duros dirigentes de la oposición, hará un flaco favor a la búsqueda de reanudar el diálogo entre ambos países. Mendoza, para el golpe de abril, ordenó dejar sin señal a la televisora estatal, cuyos estudios se encuentran en el este de Caracas (jurisdicción del estado Miranda) porque transmitía «basura». Todo hace pensar que sin un acercamiento a Venezuela la eventual candidatura de José Miguel Insulza a la Secretaría General de la OEA -independientemente de los méritos del precandidato- tiene una larga cuesta que remontar.

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