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Escritor Gonzalo Garcés: «Me gusta el ambiente cultural que hay en Chile»

El novelista argentino, hijo de padre chileno, autor de El futuro y Los impacientes, está de visita para dar una conferencia y evaluar posibilidades sobre su colaboración en un proyecto cultural. Está dedicado casi por completo a la escritura de su próxima novela -que espera terminar antes de fin de año- y a la espera de su segundo hijo, que nace en noviembre.


Gonzalo Garcés habla con una rapidez asombrosa. Une argumentos, estructura ideas, prácticamente no usa muletillas. Da la sensación de que alguien le puso play y luego stop, dijo todo lo que tenía que decir, siguiente pregunta. Su acento es básicamente argentino, pero se ha ido contagiando también de ciertas cadencias españolas.



Acaba de llegar a Chile para dictar mañana una conferencia titulada "Creí que las vanguardias habían muerto" en el campus Lo Contador de la Universidad Católica. Actualmente vive en Barcelona, pero es posible que el próximo año se instale en Chile durante algunos meses. No quiere dar detalles del proyecto, pero sí cuenta que es una posibilidad que toma fuerza.



Autor de El futuro (2003) y Los impacientes (Premio Biblioteca Breve 2004), por estos días está concentrado en dos asuntos: el nacimiento de su hijo y el término de su nueva novela. Lo primero está programado para noviembre, y lo segundo, ojalá antes de esa fecha, dice. Además, hace poco estrenó un blog en internet, pero dice que es sólo un experimento, y que no sabe si va a durar.



-Tu conferencia se llama Creí que las vanguardias habían muerto. ¿Realmente lo creíste?
-Creo que la mayoría de la gente de mi edad, que tenía veintitantos en los noventa, tuvo la sensación de que la vanguardia y el clima cultural que se asocia con ella habían desaparecido, porque en los años 90 los modelos de escritor más prominentes eran Rodrigo Fresán, Alberto Fuguet, Juan Forn o Gonzalo Contreras -por hablar sólo de argentinos y chilenos. Según ese modelo el escritor se pasaba la vida aprendiendo a escribir, y el oficio tenía ciertas reglas eternas. Se trataba de aprender una destreza, casi como un arte marcial. La idea vanguardista de que hay que reinventar todas las reglas no estaba, era totalmente lo contrario. Fueron años en los que los arquetipos que inevitablemente se usan cuando uno empieza a escribir eran muy contrarios a la vanguardia. De cualquier modo, el título está exagerado, y tiene un toque burlonamente melodramático. Estoy parafraseando el nombre de un libro de Paul Auster, Creía que mi padre era Dios.



Entre vanguardistas y bloggers



-¿Crees que en este minuto hay voces que están dando otro cauce a la literatura latinoamericana?
-Hay toda una generación que se formó en los años 70, que ahora ha llegado a la plenitud, y ocupa los lugares centrales de la cultura. Por ejemplo Bolaño -aunque haya muerto prematuramente-, César Aira. Ricardo Piglia, o Daniel Sada, y en España, Enrique Vila-Matas, Javier Marías o incluso Isaac Rosa, que es más joven, pero está influido por ellos. Todos estos escritores se formaron en la vanguardia de los 70, muy influidos por el estructuralismo francés, por el ambiente de revolución de esos años y, si bien, la mayoría de ellos o renegó o se distanció de la idea misma de vanguardia, algo de ese clima han arrastrado hasta ahora. Hay un cierto oficialismo vanguardista.



Por otro lado, hay escritores jóvenes -como Rosa- que están reivindicando un discurso próximo a la vanguardia. Además, hay fenómenos más underground, como el de los blogs, que tienen un discurso que se relaciona con la vanguardia, aunque en otro aspecto. Es la idea de escribir no para la posteridad, sino deliberadamente para el olvido. El blogger escribe sabiendo que va a ser leído por muy poca gente y probablemente no quedará ningún registro de lo que escribe.



-¿Crees que es la idea que se tiene en España o Francia de la literatura latinoamericana?
-No. Creo que hay muchas ideas. Está también el lector europeo que sigue viendo cierto exotismo a lo Isabel Allende, pero no es la única idea. Ni siquiera pienso que sea la predominante. Quizás lo haya sido, pero hoy en día un Ricardo Piglia es -para los lectores de literatura ‘seria’ en Francia- un referente mucho más importante que los escritores folclóricos.



-O Bolaño en España…
-En España, y en Europa en general. En Francia su reputación está creciendo, en Alemania hay muy buena crítica. Sin duda es la presencia más pujante ahora.



Garcés virtual



-Hablaste recién del tema de los blogs. Tú tienes uno recién estrenado.
-Sí, es un pequeño experimento que estoy haciendo, pero no lo tomo muy en serio.



-¿Cómo ha resultado la experiencia de postear?
-No lo sé, porque apenas empiezo y, de hecho, no sé si lo continuaré por mucho tiempo. A mí me resulta muy raro este medio. Para mí lo lógico es que se escriba un texto, se publique y quede en papel. Hay acá una serie de reglas que me son extrañas, pero me estoy divirtiendo al hacerlo.



-Te permite la comunicación directa con los lectores.
-Sí. La mayoría de los mensajes han sido de apoyo, pero en algunos casos -y esto es interesante- tuve comentarios de cierta censura velada. Por ejemplo, una chica que tiene un blog me dejó un mensaje preguntándome si no creo que los blogs más bien deberían estar reservados a las personas que escriben por el puro placerde escribir. Dice ‘a vosotros ya les pagan por ello’. Léase: ‘ustedes los escritores profesionales’, léase: ‘los vendidos que no escriben por placer sino por dinero’. Me sorprendió, porque me parece muy irónico que en un espacio virtualmente ilimitado aparezca ya gente cuidando su jardín, como si el hecho de que aparezca un blog pudiera quitarle espacio a alguien. Me temo que en todas partes surgen la defensa de espacios y la competencia. A fin de cuentas es sano, porque, si bien te puede dejar un poco melancólico ese toque de mezquindad, también hace que uno se esfuerce en escribir mejor.



"La literatura chilena es de las más ricas en castellano"



-Vienes a Chile de manera regular. Imagino que tienes cierta cercanía con algunos escritores nacionales.
-Sí. Es muy curioso lo que me pasa con Chile: durante años vine por cuestiones de familia y después, más crecido, por cuestiones de afinidad. Me gusta Chile y su ambiente cultural, aunque muchos amigos se tiran al suelo de risa cuando les digo esto. La literatura chilena de siempre, y en particular la actual me parece de las más ricas que hay en castellano. Durante mucho tiempo fue un amor no correspondido, porque mis primeros libros no tuvieron demasiada repercusión en Chile, pero con el tiempo ha empezado a ser recíproco el asunto. Me junto con escritores como Alejandra Costamagna o Rafael Gumucio. Para mí es enriquecedor. Es una relación feliz y un poco misteriosa -como todas las relaciones felices- que espero que dure.



-¿Qué otros escritores chilenos destacas?
-Por supuesto Bolaño. Jaime Collyer me gusta mucho, y también Gonzalo Contreras.



Doble paternidad



En el otoño español -primavera, en este hemisferio- Gonzalo Garcés será padre. Eso significa, entre otras cosas, que tiene que acelerar su ritmo de escritura si quiere que nada lo distraiga cuando nazca su hijo. "Estoy en mitad de una novela que me está dando un trabajo enorme, pero me estoy divirtiendo mucho -cuenta-. Estoy tratando de terminarla para fin de año, pero mi mujer está embarazada y el parto está previsto para noviembre. Como es difícil escribir con un niño recién nacido, intento terminar antes".



-¿Van a seguir transitando por Latinoamérica tus personajes? Te lo pregunto porque hace años que vives fuera.
-Sí, pero lo que pasa es que ni la estadía en Francia ni en España han cambiado el modo en el que escribo. Sigo escribiendo en argentino, y con suerte puedo meter personajes chilenos o mexicanos. No es tanto una cuestión de temas, pero seguirá siendo básicamente una novela latinoamericana.


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