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Terroristas europeos dejan las armas para seguir lucha por medios pacíficos

Proceso de reinserción de ETA en la política será largo y difícil. Está a la vista la experiencia del IRA, que como primer paso tras su anuncio de paz, procedió a destruir sus arsenales, lo que debería hacer también ETA. El rol de los negociadores será vital. La RAF en Alemania, las BR de Italia y Action Directe de Francia tuvieron en su momento problemas similares.


Después de 40 años de despiadada y sangrienta lucha armada, la organización terrorista ETA (Euskadi Ta Askatasuna= Patria Vasca y Libertad) decidió, con sorpresa para muchos, pero no para el Gobierno español, continuar por la vía pacífica la persecución de sus objetivos independentistas en el territorio de Euskadi (País Vasco y Navarra en España; y las provincias de Baja Navarra, Lapurdi y Suberoa en Francia), es decir sin armas y en el escenario de la política tradicional.



Un anuncio similar hizo hace un año el Ejército Republicano Irlandés (IRA) que lucha para poner fin a la presencia británica en Irlanda del Norte y poder conformar una Irlanda unida.



El cambio de estrategia de estas organizaciones aparece como una victoria para las democracias europeas que, en líneas generales, nunca accedieron a las demandas terroristas, debilitando constantemente sus posiciones y destruyendo la imagen de éstas en la opinión pública que llegó a considerarlas peligrosas "bandas criminales".



A su vez, el debilitamiento del movimiento subversivo se aceleró con la caída del imperio soviético y de sus satélites que pasaron de la noche a la mañana de un sistema socialista de economía planificada a uno capitalista neoliberal. Muchos de los nuevos estados euroorientales, que apoyaron al terrorismo europeo occidental, buscan hoy ingresar como socios a la Unión Europea.



Estos cambios vertiginosos y brutales dejaron a las organizaciones terroristas sin capacidad de lucha, con una gran cantidad de dirigentes presos, y sin financiamiento. Uno a uno los grupos subversivos y fuera de la ley han ido desapareciendo, desactivándose o renunciando a las armas.



Los jóvenes europeos de una o dos generaciones, que ingresaron a estas organizaciones, creyeron que sólo por la vía armada podían intentarse cambios en la sociedad capitalista. Ellos murieron o entraron en una dinámica de la que no pudieron salir en 30 o 40 años y sin ver sus ideales cumplidos.



Esto ocurrió en todas las organizaciones terroristas europeas tanto en ETA e IRA como en otras conocidas por su violencia y peligrosidad que en distintos países causaron graves crisis internas. En la historia de España no ha habido otro elemento tan desestabilizador como el terrorismo de ETA desde fines de la década de los 60, que ha dejado un saldo de casi un millar de personas muertas. Al comienzo, ETA se orientó por el cauce de los movimientos socialistas revolucionarios de liberación nacional, concepto que ya se conocía en América Latina por la revolución cubana. Pero luego vinieron los componentes nacionalista, independentista y violentistas que anularon cualquiera posibilidad de diálogo con la política tradicional.



La Rote Armee Fraktion (RAF) en Alemania, las Brigadas Rojas de Italia y Action Directe de Francia tuvieron problemas similares a los de ETA e IRA. La primera, conocida como la "banda Baader-Meinhof" por los nombres de sus principales líderes fundadores Andreas Baader y la periodista Ulrike Meinhof, surgió a fines de los años 60 para luchar contra el capitalismo despiadado, acusando a los políticos y empresarios de no haber aprendido nada del pasado y de preservar estructuras de la Alemania nazi. La RAF tomó experiencias de los Tupamaros uruguayos y del guerrillero brasileño Carlos Marighella para enfocar la lucha urbana.



Varias veces la RAF, igual que ETA, puso en tela de juicio el sistema alemán de seguridad con asesinatos de prominentes y secuestros de jueces, banqueros y de líderes corporativos de la empresa privada, como el caso de Hanns Martin Schleyer, presidente de la Asociación Alemana de Industriales, ocurrido en Colonia en 1977 y secuestros de aviones. En la cuenta de ETA figura el asesinato del entonces presidente del gobierno español, el almirante franquista Luis Carrero Blanco (Madrid, 1973), como una de sus acciones más espectaculares.



La RAF se disolvió en 1998, casi 30 años después de su creación, sin poder cumplir su proyecto de crear un Frente Antiimperialista en Europa Occidental con guerrilleros urbanos de Francia y Bélgica. Tuvo un triste final al quedar desarticulada, sin apoyo logístico y financiero de la STASI de la ex Alemania Oriental, y sin fuerza moral ni ideológica para seguir la lucha por medios pacíficos. Varios de sus activistas siguen en prisión y otros huyen de la policía. Sus principales fundadores murieron años antes, en 1977, en un suicidio colectivo.



Distinto fue el objetivo de lucha de las Brigadas Rojas (BR) en Italia, una organización marxista fundada en 1969 por el estudiante de Trento Renato Curcio. Pedía que Italia se retirara de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) con el argumento de que ésta influenciaba la política italiana a través del grupo paramilitar conservador Operación Gladio, cuyo objetivo era impedir que la izquierda radical accediera al gobierno italiano.



Justamente el gran golpe de BR fue el secuestro y posterior asesinato del ex primer ministro italiano y alto dirigente democristiano, Aldo Moro, en 1978, por el pacto político que firmaron ese año democristianos y comunistas. Este atentado vislumbró el fin de las BR porque la clase política conoció allí de cerca el terrorismo. Aunque las BR siguen existiendo, están inactivas, escindidas y sin medios económicos.



Entre 1977 y 1987 operó en Francia el grupo de guerrilleros urbanos Action Directe (AD), responsable de unos 50 ataques, entre ellos uno perpetrado contra la sede de la federación de empresarios el 1 de mayo de 1979. AD se apagó en 1987 cuando sus principales cabecillas fueron detenidos y condenados a cadena perpetua.



Un pasado similar registra el Ejército Republicano Irlandés (IRA) en sus 30 años de violencia que puso fin el 28 de julio de 2005 al silenciar las armas para seguir luchando sólo en la arena política. Su larga campaña militar tuvo un costo de 3.800 vidas humanas.



El proceso de reinserción de ETA en la política tradicional será largo y difícil. Está a la vista la experiencia del IRA, que como primer paso tras su anuncio de paz procedió a la destrucción de sus arsenales, lo que ahora debería hacer también ETA. El papel de los negociadores será vital para evitar una vuelta atrás. Sobre esto hay ya mucho avanzado porque esta "tregua permanente", anunciada tras tres años sin atentados mortales, tuvo un ensayo previo en Noruega y Suiza con contactos secretas entre el gobierno español y ETA efectuados entre 2004 y 2006.



Es sin duda una victoria para el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, quien reaccionó, sin embargo, con mucha cautela y sin triunfalismos, porque sabe de lo duro que será la negociación, que no sólo depende de él, sino deberá contar con el apoyo de la principal fuerza de oposición, el Partido Popular (PP), la sociedad vasca y las asociaciones de víctimas del terrorismo.



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walterk@vtr.net








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