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Ex rehén de las FARC denuncia que militares llevan un año encadenados

«En las horas de la noche, amarraban (los rebeldes) la cadena a un palo (madera) que iba al pie de la cama de cada uno de ellos», afirmó la ex legisladora Consuelo González, quien fue liberada el jueves junto a Clara Rojas.


La ex legisladora colombiana Consuelo González de Perdomo, liberada el jueves junto a Clara Rojas, denunció que la guerrilla de las FARC tiene encadenados desde hace un año a los militares y policías con quienes compartió la condición de rehén en las selvas de su país.



La política dijo que estos efectivos «vivían encadenados todo el día, con unas cadenas al cuello que tenían que cargar ellos para hacer cualquier tipo de actividad».



«En las horas de la noche, amarraban (los rebeldes) la cadena a un palo (madera) que iba al pie de la cama de cada uno de ellos», agregó González en una entrevista telefónica desde Caracas con la cadena bogotana Caracol Radio.



La misma condición afrontan algunos de los rehenes civiles, como el ex gobernador Alan Jara y el también ex congresista Orlando Beltrán, agregó Rojas, para apuntar que a ellos «por la noche les ponían cadenas amarradas a un palo cerca de la cama».



Jara y Beltrán están entre la decena de políticos y efectivos de la Fuerza Pública con quienes González y Rojas compartieron los últimos doce meses de secuestro en algún lugar del sureste del país.



González, de 57 años, y Rojas, de 44, fueron dejadas en libertad por los rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que las tenían como rehenes desde el 10 de septiembre de 2001 y el 23 de febrero de 2002, respectivamente.



Ambas conformaban el grupo de 46 rehenes que los guerrilleros pretenden canjear por unos 500 insurgentes presos, entre ellos dos extraditados a Estados Unidos, mediante un acuerdo humanitario negociado con el Gobierno del presidente Álvaro Uribe.



«Doloroso»



González admitió que era «doloroso» ver a los encadenados, quienes se ven impelidos a llevar una parte de la cadena en una maleta al hombro.



Colombia «es la única parte del mundo en la que (esto) está ocurriendo», dijo con asombro, y apuntó que «en este siglo, en este momento, en el mundo ocurriendo esto».



«Uno los miraba y decía: ‘cómo pueden resistir personas que llevan nueve, diez años secuestradas, y llevan más de un año encadenadas’. Es increíble», prosiguió la ex legisladora, y se lamentó de que la del secuestro sea «una situación tan infernal» en la que a la víctima no le queda otro camino que el de «acatar y someterse a lo que le están imponiendo».



La ex legisladora dijo que estas condiciones se unen a la zozobra, la incertidumbre, la alimentación precaria y la falta de una adecuada atención en salud que afrontan los rehenes, tanto si están recluidos en las «cárceles del pueblo» de las FARC (rodeadas de mallas y alambres), como en su trashumancia por la selva.



En uno y otro caso, los cautivos saben que un intento de rescate militar está llamado al fracaso, porque «es declararle a uno la muerte en segundos», sobre todo por la orden que tienen los rebeldes de asesinarles, continuó González, quien defendió el acuerdo humanitario como única vía para obtener el regreso de los otros rehenes.



La de estas víctimas «es una tragedia humana que no podemos hacer a un lado», añadió la ex legisladora, quien prometió que se dedicará de lleno a trabajar por esta salida negociada, en la que considera como clave la participación del presidente venezolano, Hugo Chávez.



La puesta en libertad de González y Rojas se derivó de gestiones de Chávez y la senadora colombiana Piedad Córdoba en procura de un acuerdo con las FARC y a las que Uribe puso fin a finales del pasado noviembre, lo que llevó al primero a dejar en suspenso las relaciones bilaterales.



González sugirió que la búsqueda del acuerdo humanitario es más urgente por el hecho de que, en la condición de rehén, «lo que uno hace es sobrevivir, nada más; no se puede hacer absolutamente nada».



EFE

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