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Una pancarta gigante y banderas blancas recibirán a liberadas de FARC

Son gestos de bienvenida y de esperanza por el pronto regreso de los demás cautivos que se despertaron tras la liberación de Clara Rojas y Consuelo González.


Una pancarta gigante desplegada en el centro histórico de la capital colombiana y centenares de banderas blancas izadas en los domicilios de la localidad suroccidental de Pitalito esperan a Clara Rojas y a Consuelo González de Perdomo, puestas en libertad el jueves por la guerrilla de las FARC.



Son gestos de bienvenida y de esperanza por el pronto regreso de los demás cautivos que se despertaron tras la liberación de Rojas, de 44 años y ex candidata a la vicepresidencia, y de González, ex legisladora, de 57.



Rojas y González, en cautividad desde febrero de 2002 y septiembre de 2001, respectivamente estaban en el grupo de 46 personas que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) pretenden canjear por medio millar de rebeldes presos, dos de ellos extraditados a Estados Unidos.



Una misión liderada por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) las recibió en algún lugar de las selvas del Guaviare, departamento al sureste de Bogotá, en una operación humanitaria preparada por el Gobierno del presidente venezolano, Hugo Chávez.



Las políticas fueron evacuadas por vía aérea a Caracas, donde Chávez las recibió con honores, a los que ellas respondieron con gratitud por haber logrado que, como antiguo mediador en la búsqueda de un acuerdo humanitario, las FARC las pusiera en libertad.



Es una «situación tan infernal» (la del secuestro), se lamentó hoy desde Caracas la ex legisladora González, cuyo pueblo natal, Pitalito, en el departamento del Huila, celebró este viernes una misa de acción de gracias, y en el cual se izaron centenares de banderas blancas para recibir a la política.



Los vecinos de Pitalito se unieron con este gesto al despliegue en la Plaza bogotana de Bolívar de una gigantesca pancarta de bienvenida a ambas ex rehenes, por iniciativa de la alcaldía, presidida por Samuel Moreno.



La pancarta cubre una parte del edificio del Ejecutivo local junto a otra que advierte de la permanencia en las selvas de otros 44 rehenes, además de la condición de secuestrados a manos de las FARC en la que están más de 700 personas.



González espera regresar cuanto antes, tanto para unirse a la búsqueda de un acuerdo humanitario, como para entregar las cartas y fotografías enviadas a sus familiares por la decena de rehenes con quienes ella y Rojas compartieron esta experiencia, particularmente en el último año.



«Es una tragedia humana que no podemos hacer a un lado», expresó la ex parlamentaria en una entrevista por teléfono con la cadena Caracol Radio, de Bogotá.



La mujer narró detalles de su experiencia en la selva y también de las condiciones en las que son mantenidos los rehenes, en especial los miembros de la Fuerza Pública, encadenados de manera constante al cuello, y algunos políticos, a quienes amarran con cadenas por las noches.



Es «algo doloroso (…), es lo más terrible», dijo González, y observó que su país debe ser el único en el mundo en el que un grupo irregular somete a estas condiciones a sus rehenes en las «cárceles del pueblo» o en la trashumancia por la selva.



Con cadenas también se sujetaba a quienes osaran huir de los insurgentes, como lo contó por separado Clara Rojas, fórmula electoral de la ex candidata presidencial Íngrid Betancourt, que tiene también la nacionalidad francesa.



La ex aspirante a vicepresidente dijo a la estación bogotana W Radio que acompañó a Betancourt en intentos de fuga que fracasaron. «No contamos con suerte, porque nos perdimos (en la selva)», admitió Rojas, quien concibió en cautividad a Emmanuel, de padre guerrillero.



A ello se une la zozobra permanente por las acciones militares y la amenaza rebelde de asesinato en el caso de un intento de rescate a la fuerza, agregó la liberada, para quien los cautivos lo único que pueden hacer en estas circunstancias es sobrevivir.



Es, dijo, un ambiente de incertidumbre que ella y Rojas vivieron hasta último momento, inclusive en los veinte días previos a su puesta en libertad, porque en dos ocasiones «los operativos militares estuvieron muy cerca de nosotros». EFE

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