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El Pentágono no cree que restos de satélite espía vayan a ser un peligro

La destrucción del satélite fue ordenada por Bush, debido a que su tanque de combustible contenía gases tóxicos (hidracina) que, al chocar con la atmósfera y diseminarse, podían representar un peligro para la población.


Los restos que caigan a la Tierra del satélite espía de EE.UU. destruido con el lanzamiento de un misil táctico no supondrán un peligro para la población, según los análisis realizados hasta ahora por los militares estadounidenses.



«Nuestro análisis post-ataque nos sigue dando señales de confianza en que el tanque que contenía hidracina fue reventado», indicó Bryan Whitman, portavoz del Pentágono.



El Pentágono lanzó este jueves un misil táctico contra un satélite espía estadounidense que se precipitaba sobre la Tierra y cuyos gases tóxicos podrían haber causado daños para la población.



El Departamento de Defensa dijo que «tiene un alto grado de confianza» en haber dado en el tanque durante el disparo.



«No hay nuevos datos que hayan cambiado nuestro nivel de confianza en el éxito de la operación», sostuvo este viernes Whitman, quien añadió que una pequeña parte de los restos del satélite no más grandes que un balón de fútbol ya han entrado en la atmósfera.



El lanzamiento del misil se produjo a las 03.35 horas GMT de la madrugada del jueves sobre el Pacífico Norte, al oeste de la isla de Hawai.



«Continuamos con el seguimiento y la catalogación de los restos. No hay ningún cambio en nuestra creencia de que la mayor parte de los restos del satélite entrarán en la atmósfera en un plazo de dos semanas», apuntó el portavoz del Departamento de Defensa.



Para apoyar esta declaración, Whitman subrayó que no serán necesarios los equipos de expertos que están de guardia preparados por si partes significativas del aparato cayeran sobre territorio estadounidense.



La destrucción del satélite fue ordenada por Bush, debido a que su tanque de combustible contenía gases tóxicos (hidracina) que, al chocar con la atmósfera y diseminarse, podían representar un peligro para la población.



El satélite conocido como «L-21» había sido puesto en órbita desde la base Vandenberg de la Fuerza Aérea en 2006.



EFE

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