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Más violencia en México, motín carcelario deja una veintena de muertos

La ola de criminalidad de los últimos siete días tocó techo el lunes en la ciudad de Morelia, en el oeste del país, cuando dos granadas lanzadas contra una multitud que celebraba el Día de la Independencia causaron siete muertos y más de un centenar de heridos.


Las autoridades de Tijuana, en el noroeste de México, investigaban este jueves las causas de la muerte de una veintena de reos en un penal local, escenario de dos motines en cuatro días, en una semana fatídica para el país por el repunte de la violencia.



A la espera de cifras definitivas, pues las investigaciones prosiguen en el interior del presidio, las autoridades informaron hoy que el miércoles, tras controlar la segunda asonada, encontraron 17 cuerpos sin vida, dos menos de los anunciados inicialmente. Además de los cadáveres también fueron encontrados restos óseos.



A eso se suman cuatro víctimas de otro motín el domingo y otra de un interno de 17 años al parecer torturado por custodios del penal, en un motín el sábado, admitió Rommel Moreno Manjarrez, titular de la Procuraduría (fiscalía) de Justicia del Estado de Baja California, al que pertenece Tijuana.



El escenario de la violencia carcelaria fue el centro de Readaptación Social de La Mesa, en Tijuana, ciudad fronteriza con San Diego (Estados Unidos).



El recinto permanece fuertemente protegido por efectivos policiales.



En los dos incidentes, cuyo origen es todavía confuso, hubo 59 heridos, 33 por impacto de bala, ocho por «causas desconocidas» y los restantes por fracturas, producidas por golpes.



Las autoridades trasladaron a unos 160 reos a otras cárceles y el gobernador del estado, Jose Guadalupe Osuna, sustituyó al director del penal, Carlos Arturo González, a la subsecretaria del Sistema Estatal Penitenciario, Simona Gamiño, y al director de los presidios del estado, Miguel Ángel Canet.



Los tres son procesados por omitir información.



Según la fiscalía estatal, la mayoría de los muertos fueron encontrados en la enfermería del penal, que el miércoles fue escenario de un enfrentamiento entre reclusos y guardias penitenciarios.



Los altercados comenzaron a mediodía cuando un grupo de internos ocupó por la fuerza algunos edificios para denunciar que los vigilantes no les daban agua ni alimentos desde el pasado domingo.



La medida, según los reos, fue una represalia por el motín que ese día había dejado un saldo de cuatro muertos y veinticinco heridos.



Pese a que en la madrugada del lunes había sido sofocada esa primera asonada, el martes y el miércoles prosiguió el caos en los alrededores del penal, donde los familiares, que temían por la vida de los presos, reclamaban información sobre lo que sucedía en el interior de la cárcel.



Las autoridades sostienen que los motines fueron consecuencia de un enfrentamiento entre dos grupos rivales por el control de la venta de drogas en el recinto.



La última escalada de violencia en México comenzó el viernes pasado cuando las autoridades encontraron en un bosque vecino a la capital mexicana un total de 24 cadáveres, todos ellos con el tiro de gracia que caracteriza los asesinatos del crimen organizado, monopolizado en México por los carteles de droga.



El hallazgo se produjo tres semanas después que el presidente Felipe Calderón, los gobernadores de los 32 estados del país, el Congreso y el poder judicial acordarán en una publicitada reunión aunar esfuerzos para combatir a esos grupos criminales.



Según datos extraoficiales publicados este jueves por el diario El Universal, los asesinos a sueldo del narcotráfico son responsables de 3.227 asesinatos desde principios de año, cuando en todo 2007 fueron 2.7000, con base en informes oficiales.



La ola de criminalidad de los últimos siete días tocó techo el lunes en la ciudad de Morelia, en el oeste del país, cuando dos granadas lanzadas contra una multitud que celebraba el Día de la Independencia causaron siete muertos y más de un centenar de heridos.



Pocos han dudado en calificar de «terrorista» este primer atentado contra la población civil en muchos años, que representa para los expertos «un antes y un después» en la lucha que miles de soldados y agentes federales sostienen contra los cárteles de droga por recuperar el control del territorio nacional.



EFE

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