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Polémica en Europa por cunas para abandonar bebés

En los últimos diez años se ha expandido el uso de las cajas que les permiten a las madres abandonar a sus hijos recién nacidos. La implementación de este sistema continúa generando controversia.


A la vera de una tranquila calle de un suburbio de Berlín, un cartel con una flecha apunta hacia un sendero que se abre paso entre los árboles. El cartel dice «Babywiege», en español: cuna.

Al final del camino hay una caja de acero inoxidable con una manija. Dentro de la caja hay un par de pequeñas mantas prolijamente dobladas para abrigar al recién nacido. La cálida temperatura del contenedor es tranquilizadora.

En su interior también hay una carta con indicaciones de qué hacer si uno cambia de opinión.

Alrededor de dos veces al año, alguien -posiblemente una mujer- camina por esta recluida senda que conduce a la parte trasera del Hospital Waldfriede para dejar allí a un bebé nacido tal vez en secreto y pocas horas antes.

Esta persona -posiblemente su madre- se marcha luego de allí. Ya no volverá a ver al recién nacido. Cuando éste crezca, no sabrá quién fue su madre.

Uso la palabra «posiblemente» porque el proceso es secreto y anónimo. Nadie sabe quién dejó allí al bebé.

Polémica

El anonimato es precisamente el punto que critican aquellos que están en contra de este sistema que data del medioevo y que volvió a implementarse en los últimos 10 años. Podrían ser padres inescrupulosos o incluso proxenetas que presionan a las madres para deshacerse del niño, dicen los críticos.

Según le dijo a la BBC Kevin Browne, psicólogo de la Universidad de Nottingham, en el Reino Unido, «una serie de estudios en Hungría muestra que no son necesariamente las madres las que abandonan a sus hijos en estas cajas, pueden ser parientes, proxenetas, padrastros o los padres».

«Por eso, la gran pregunta es si estas cunas están protegiendo los derechos de la mujer y si la madre del bebé está de acuerdo en que se lo dejé allí», dice Browne.

«Este sistema es tan anónimo, tan alejado de la posibilidad de dar ayuda psicológica, que genera una situación dañina para la madre y para el hijo», añade.

Al facilitarle a la madre el deshacerse de su hijo, dicen los críticos de la iniciativa, éstas se sienten menos inclinadas a buscar la ayuda que necesitan en ese momento de trauma emocional e incluso de riesgo físico.

Éste es un argumento que rechazan los impulsores del proyecto. Según ellos, les están ofreciendo a las madres desesperadas una manera segura de abandonar a sus hijos no deseados. Si no existiese esta posibilidad, dicen, muchas dejarían a sus bebés muertos de frío a la intemperie.

O peor aún. Recientemente se resolvió un caso en una corte alemana en el que la madre estaba acusada de tirar a su bebé desde el balcón de un quinto piso.

Por casos como estos la iniciativa está ganando impulso para extenderse por Europa Central y del Este, desde los estados bálticos hasta Alemania, Austria, Polonia, la República Checa y Rumania.

En algunos países la ley favorece este sistema. En Hungría, por ejemplo, la ley fue modificada como para que dejar el niño en una de estas cajas equivalga a entregarlo legalmente en adopción, mientras que abandonar al niño en cualquier otra parte continúa siendo un delito.

Browne cree que su difusión es mayor en los países con un pasado comunista y en los países católicos donde tener un hijo sin estar casado es visto con muy malos ojos.

El psicólogo estuvo a cargo de gran parte de la investigación que el Comité de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Niños consultó para evaluar el sistema. Este comité considera que el niño tiene el derecho a saber quienes son sus padres, y este proyecto, dicen, les quita este derecho.

Sus defensores están totalmente en desacuerdo. Gabriele Stangl, del Hospital Waldfriede de Berlín, opina que estas cunas salvan vidas, por lo tanto aumentan los derechos del recién nacido.

En la caja de Berlín, dice, hay un sistema de seguridad proporcionado por la maternidad del hospital. Una vez que el bebé es depositado en la cuna, una alarma alerta inmediatamente al personal de su llegada. Al comienzo el hospital se encarga de su cuidado, luego pasa a una familia de acogida y, finalmente, puede ser adoptado legalmente.

Al principio, la madre puede volver a buscarlo si está arrepentida, pero luego, cuando el bebé ingresa al sistema de adopción, ya pierde su derecho.

Una de las madres que regresó por su hijo le dijo a la BBC que cuando dio a luz estaba desesperada. El padre no estaba, ella era joven y se encontraba en estado de shock, por eso optó por la caja.

Pero una semana después volvió a buscar a su hijo. Cuando notó que tenía su pelo, sus ojos, se dio cuenta de que no podía abandonarlo.

Todavía hoy visita la maternidad del hospital para mostrar fotos del niño que está criando. Este sistema le dio tiempo parar pensar y aclarar su cabeza.

Alternativa

En una de las cunas instaladas en Hamburgo, han dejado 42 bebés en los últimos 10 años. De las 17 madres contactadas por los organizadores del sistema, 14 volvieron por sus niños.

Steffani Wolpert, una de las mujeres a cargo del sistema en Hamburgo, cree que esto es mejor que nada.

«En 1999 cinco bebés fueron abandonados. Tres de ellos fueron hallados muertos».

«Reflexionamos sobre esta situación, por qué pasó y hallamos una nueva manera para que estos niños sobrevivan», explica.

Sin embargo, estos argumentos no convencen al comité de la ONU ni a los críticos que siguen pensando que las cajas para recién nacidos son un regreso al pasado, cuando la iglesia contaba con un mecanismo similar para que las madres entreguen a sus hijos no deseados.

Maria Herczong, psicóloga del comité de la ONU, le aseguró a la BBC que tanto antes como ahora siempre hubo una alternativa mejor: ofrecer más comprensión y ayuda a las madres que atraviesan circunstancias difíciles.

«(Este sistema) envía a las mujeres embarazadas un mensaje equivocado: que está bien esconder su embarazo y dar a luz en circunstancias no controladas y más tarde abandonar a sus hijos».

Se trata de dos puntos de vistas de dos grupos bien intencionados. La voz que todavía nos hace falta escuchar es la de la madre que tuvo su hijo en secreto hace algunas horas y que, y que después de abandonar a su bebé vuelve con las manos vacías.

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