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Los temibles desafíos de Felipe VI Asume tras severa crisis económica y vientos republicanos en España

Los temibles desafíos de Felipe VI

Como su padre, tendrá un poder político muy limitado, por lo que la regeneración del entramado político dependerá enteramente de los principales líderes de los partidos. Pero más allá de los planes para sacar adelante al país, otro de los desafíos prioritarios en su agenda es restablecer, en la medida de lo posible, la imagen institucional del rey.


Felipe de Borbón afronta un temible conjunto de desafíos tras  convertirse este jueves en el proclamado rey de España.

Parte de ese cúmulo de retos tiene que ver con las consecuencias de la crisis económica que ha soportado el país en los últimos seis años.

Así lo admitió el rey Juan Carlos en su mensaje de abdicación: esa crisis – de la que España va saliendo lentamente- ha causado serias heridas en el tejido social del país.

Heridas que no se curarán de la noche a la mañana.

Así que la principal tarea del nuevo Felipe VI será apoyar a la sociedad de su país a sobreponerse de este doloroso legado.

La crisis también demolió la confianza de los españoles en sus instituciones más significativas, que han sufrido un escrutinio público sin precedentes y han sido objetos de una crítica severa por parte de los ciudadanos.

Además, muchos piensan que la recuperación económica no será suficiente para recobrar la confianza del pueblo.

Ya lo sabía el reysaliente: esta abdicación era indispensable para allanar el camino que conduzca hacia las «transformaciones» y las «reformas» que las actuales circunstancias demandan.

Crisis catalana

Como su padre, Felipe VI tendrá un poder político muy limitado, por lo que la regeneración del entramado político dependerá enteramente de los principales líderes de los partidos.

Sin embargo, la Constitución aprobada en 1978 autoriza al monarca «moderar el normal funcionamiento de las instituciones», lo que le permitiría tener influencia para poder encontrar soluciones creativas a los problemas, algunas veces intratables, que aquejan al país.

Por esa razón, aunque carece de la capacidad de realizar un cambio político profundo y no puede imponerse al gobierno elegido de forma democrática, Felipe VI va a querer ejercer su derecho de ser consultado, para advertir o apoyar las iniciativas más importantes.

En ese sentido, el mayor reto será afrontar el referendo de Cataluña que se realizará el próximo 9 de noviembre, que ha sido declarado ilegal por el gobierno de Madrid y por la Corte Constitucional.

Felipe VI, que habla catalán y conoce muy bien la región, podría jugar un papel moderador en ayudar a los líderes de ambos bandos a encontrar una vía que pueda resolver una crisis que ya lleva mucho tiempo dando vueltas.

Porque esta situación, de no atenderse como se debe, podría conducir a una crisis institucional sin precedentes si las autoridades catalanas declaran la independencia de forma unilateral.

Por eso se esperan nuevos esfuerzos para reunir a los catalanes y a las otras nacionalidades que conviven en el interior del país, pero para eso, se requeriría además de una reforma constitucional.

Y aquí viene otro escollo en el futuro del nuevo rey: Juan Carlos fue uno de los padres del actual sistema político y está fuertemente ligado a la constitución del 78.

Lo más probable es que Felipe VI no se vea comprometido con el legado de su progenitor y se sienta libre de contribuir con un nuevo orden constitucional.

La corona averiada

Pero más allá de los planes para sacar adelante al país, otro de los desafíos prioritarios en la agenda del nuevo monarca es restablecer, en la medida de lo posible, la imagen institucional del rey.

Sobre todo, restaurar el daño causado por la investigación que se adelanta contra el cuñado de Felipe, Iñaki Urdangarin, por el caso Noos y que causó una fuerte división en el interior de la familia real.

La investigación demostró que nadie está por encima de la ley en España. Y aunque es muy posible que este hecho no dañe al monarca en el futuro, también es casi seguro que haga irreconciliables las posiciones en el interior de la familia real.

Pero hay otro asunto: este escándalo ha traído a primer plano la importancia de asegurarse que las operaciones financieras de la casa real deben ser más transparentes de lo que han sido hasta ahora.

Una encuesta de opinión realizada por el Instituto de Pensamiento Elcano reveló que los españoles esperan una monarquía más accesible bajo el reinado de Felipe VI.

También esperan que sea mucho más austera, a pesar de que el gasto anual del Rey de España es de US$10 millones, que es bastante modesto en comparación con otras monarquías europeas (por ejemplo, la británica recibe unos US$ 45 millones al año).

Los republicanos

Otro tema del que seguramente se ocupará el nuevo rey será de conquistar los sectores del país que han comenzado a sentirse indiferentes o contrarios a la idea de la monarquía.

Un campo fértil para esa conquista son los españoles nacidos fuera de España, que ahora ya suman una décima parte de la población del país.

Aunque se presentan algunas reacciones negativas contra Felipe, especialmente en los más jóvenes y educados, la mayoría tiene una buena opinión del nuevo rey.

A pesar de ser menos cálido y espontáneo que su padre, es un hombre mucho más disciplinado y sobre todo, un hombre entregado a su misión. Además de ser el primer rey español con un grado universitario.

Y posiblemente estos atributos le ayudarán a crear una buena imagen ante los ojos de sus compatriotas.

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