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El Mundial, según el lente con que se mire

El Mundial, según el lente con que se mire

Gabriel Díaz
Por : Gabriel Díaz Periodista. Colaborador de El Mostrador.
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Con uno de sus socios comerciales arrestado, la FIFA festeja junto al gobierno brasileño el éxito del Mundial 2014. La asociación internacional sin fines de lucro, que promueve el fútbol como intercambio de culturas, se ha embolsado en Brasil 4.000 millones de dólares. El Mundial fue también una gran fiesta para los medios masivos de comunicación, que ignoraron o minimizaron la intimidación o represión de las protestas sociales. Con uno de sus socios comerciales arrestado, la FIFA festeja junto al gobierno brasileño el éxito del Mundial 2014. La asociación internacional sin fines de lucro, que promueve el fútbol como intercambio de culturas, se ha embolsado en Brasil 4.000 millones de dólares. El Mundial fue también una gran fiesta para los medios masivos de comunicación, que ignoraron o minimizaron la intimidación o represión de las protestas sociales.


El pasado domingo 12 la policía militar brasileña (PM) lanzó gases lacrimógenos, gas pimienta, balas de goma y bombas llamadas de efecto moral (“disuasorias”) contra los manifestantes que se encontraban en la Plaza Saens Peña, protestando contra la FIFA y  los gastos generados por el Mundial de fútbol. Los manifestantes exigían además la liberación de 19 activistas detenidos el sábado 12.

La protesta había sido convocada a las 13 horas, poco antes de que se jugara la final del campeonato de fútbol entre Alemania y Argentina. La plaza Saens Peña se encuentra en la zona norte de Río, en el barrio de Tijuca, a más de 2 kilómetros del estadio Maracaná. Allí, más de 300 personas se manifestaban pacíficamente cuando la PM impidió que la marcha pudiese avanzar. Entre los manifestantes había brasileños de todas las edades, también niños y adolescentes.

En torno a las 14hs, la PM comenzó a lanzar por lo menos diez bombas de “efecto moral”, balas de goma, gases lacrimógenos y gas pimienta contra los manifestantes. Gustavo  Proença, del Colectivo de Abogados por los Derechos Humanos, confirmó que hubo varios heridos, entre ellos un reportero que fue aporreado en el suelo, otro manifestante a quien quebraron un brazo y un adolescente, cuyo rostro fue alcanzado por el estallido de una bomba. “Protestar contra los gastos excesivos de la copa del mundo no es un delito, es un derecho legítimo”, enfatiza Proença.

Sobre las 15hs la estación de metro Saenz Peña ya había sido cerrada y el barrio fue cercado por más de 1.500 policías militares, según uno de sus miembros, quien prefirió no dar su nombre. Aproximadamente cuatro calles a lo largo de la avenida Conde Bonfim y dos paralelas fueron completamente cerradas por centenares de efectivos posicionados de pie, otros en motocicleta y también a caballo. Tanto a los manifestantes como a los periodistas se nos impidió salir de la zona hasta el final del partido. Esto sucedió en el transcurso de tres horas aproximadamente.

¿Por qué motivo no se puede salir? “No le voy a contestar”, manifestó un miembro de la PM a este reportero. Otro respondió: “Es la ley de la FIFA”.  Muchos de los periodistas intentaron sin éxito traspasar el cerco. Entretanto, un grupo de manifestantes coreaba: “No acabó, tiene que acabar, yo quiero el fin de la policía militar”. Precisamente, Renata Renán, de Amnistía Internacional, señala que es imperioso abrir el debate sobre el fin de esta policía que recibe entrenamiento militar y su origen se remonta a la época del Imperio de Brasil (siglo XIX).

Tanto esta organización como la ong Justicia Global condenaron la detención calificada como “arbitraria” de 19 manifestantes, el pasado sábado 12. “Nadie debe ser detenido o preso por participar o ejercer el derecho a manifestación”, señala Amnistía Internacional.  Éste era uno de los principales reclamos de los manifestantes junto con la remoción de cerca de 20.300 familias solamente en Río de Janeiro, para la preparación de este evento y las Olimpiadas 2016, de acuerdo con un reporte de Pública (apublica.org).

Tras la divulgación de videos que muestran cómo policías golpean a periodistas y ciudadanos, la Policía Militar de Río de Janeiro ordenó la prisión administrativa de cuatro agentes acusados de ser los autores de las agresiones a quince periodistas y a varios manifestantes el domingo 13.

Durante este mundial, aplaudido por la FIFA y el gobierno de Brasil, existió un uso excesivo de la fuerza por parte de la PM en Río, Sao Paulo, Recife, Belo Horizonte y Fortaleza; “se registraron detenciones y agresiones contra manifestantes pacíficos y detención de periodistas”, indica Amnistía Internacional. La organización de derechos humanos recuerda también que un grupo de manifestantes provocó daños a agencias bancarias y a una concesionaria de coches de lujo en Sao Paulo.

En un mensaje transmitido el lunes 14, la presidenta Dilma Rousseff remarcó que Brasil “estaba capacitado y tenía todas las condiciones para garantizar la infraestructura, la seguridad, las telecomunicaciones y dar el tratamiento adecuado a los turistas, a las selecciones y a todos los jefes de Estado” que llegaron al país. Agradeció a los brasileños haber ofrecido la Copa de las Copas, “una de las más bonitas del mundo”.

Saludó asimismo a todos los medios internacionales de comunicación, sin mencionar el incondicional apoyo que en este caso sí recibió de uno de los acérrimos enemigos del Partido de los Trabajadores, el grupo empresarial Globo, el segundo más poderoso del mundo. Sus canales de TV, Redes Globo, tenían los derechos de trasmisión del mundial, asegurándose ingresos millonarios en anuncios publicitarios, sin que nada ni nadie desluciese la gran fiesta mediática que significó este campeonato, pese a la contundente derrota de Brasil frente Alemania.

“El cobro de esta pérdida sin precedentes en el fútbol brasileño no podrá presentarse a los jugadores. Quienes deben pagar por ello son los que, sentados en el trono de los intereses privados, administran el deporte poniendo el ojo no en el marcador sino en la caja registradora. El fútbol brasileño, principalmente la selección, ha sido apropiada por los intereses privados típicos del neoliberalismo hegemónico durante décadas”, enfatiza el periodista e historiador José Carlos Ruiz.

Joseph Blatter, presidente de la FIFA, se mostró convencido del éxito de este mundial, haciendo hincapié en cómo el torneo ha favorecido el intercambio de culturas. Pero para que ese intercambio se diese sin traspié alguno, el gobierno dispuso más de 26.000 efectivos de seguridad en las calles de Río de Janeiro. Jerome Vackle, secretario general de la FIFA, denominada asociación sin fines de lucro, expresó en rueda de prensa que la federación ingresará unos 4.000 millones de dólares, de los cuales al menos el 60% corresponden a los derechos de trasmisión de los partidos de la Copa 2014.

No muy cómodo se mostró Blatter cuando una periodista le preguntó  el pasado lunes 15 sobre la venta ilegal de entradas que implica a uno de los socios comerciales de la FIFA, Raymon Whelan, de la empresa Match. “Cuando usted habla de proceso ilegal de venta de entradas tiene que demostrarlo”, rebatió un irritado Blatter. Whelan fue detenido el lunes 7 acusado de liderar la venta de entradas a los estadios en el mercado paralelo, obteniendo ganancias por alrededor de 95 millones de dólares, según publicó el diario O Dia.

El empresario fue liberado bajo el recurso de Habeas Corpus y considerado poco después como “foragido” (fugitivo) por la policía brasileña tras haber huido del Copacabana Palace Hotal. Whelan se entregó este lunes 14 a la Justicia de Río de Janeiro, siendo trasladado y encarcelado en la Policía Interestatal y de Capturas. La policía tiene 50.000 llamadas telefónicas intervenidas relacionadas con la reventa de boletos del Mundial, informa Associated Press, de las cuales ha escuchado la mitad. Blatter dijo no saber “nada” sobre la venta ilegal de entradas. Lo suyo es hacer “política”, aseguró.

 

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