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El babuino Robinson, el mono más solo del mundo

El babuino Robinson, el mono más solo del mundo

«Hay un babuino atrapado allá», me dijo mi guía apuntando a una isla anodina en medio del rio Zambeze. «Ha estado ahí durante tres años», agregó. «Lo llamamos Robinson».


Estábamos en el Parque Nacional Mana Pools, en Zimbabue, y la historia de ese Papio ursinos -o papión chacma- de ocho años de edad me cautivó.

Robinson había sido un macho alfa en una tropa de babuinos que viven en los árboles del campamento Ruckomechi, un lugar en el que se quedan los visitantes de esta reserva, una de las más lindas de todo el continente.

Robinson no tenía buena reputación: era un ladrón sin escrúpulos, experto en hurtar de las tiendas de campaña que los turistas levantan en la ribera del río.

Tenía un harem de esposas y hordas de hijos.

Según dicen los locales, su vida era buena.

Pero todo se esfumó cuando quedó atrapado en la isla.

Lejos del mundanal ruido

Nadie sabe cómo terminó aislado el babuino.

Hay quienes dicen que saltó al río para escaparse de leones o de algún leopardo rapaz.

Otros piensan que se cayó de un árbol.

Una línea de opinión asegura que, con su audacia característica, sencillamente cruzó el río durante la estación seca, cuando el nivel del agua es bajo.

Lo cierto es que, desde entonces, ha vivido aislado.

Todo cambió

Hoy es un delgado y canoso personaje, que arrastra su abatida cola.

Subsiste con una escasa dieta de pasto, raíces y, de vez en cuando, algún huevo de pájaro.

Casi todas las tardes su familia va a la ribera del río para llamarlo.

Parecen urgirlo a que regrese a casa.

Pero con cocodrilos que alcanzan los 5,5 metros vigilando este Alcatraz africano, cualquier intento de escape sería un acto suicida.

Ni con bananos

La autoridad que administra los parques y vida silvestre en Zimbabue ha prohibido cualquier tipo de operación de rescate.

Para ellos, la naturaleza debe seguir su curso.

Sin embargo, algunos turistas han desafiado la orden.

El intento más reciente para salvar a Robinson fue dejar un bote cargado de bananos atracado en la isla.

La idea era que la costumbre de hurtar lo tentara a abordar el buque.

El plan era entonces zarpar, confiando en que el temor que Robinson le tiene al agua fuera más grande que el que le tiene a la humanidad.

Pero no funcionó.

«Vino, miró el bote por un largo rato, pero al final, sencillamente se fue», le cuenta a la BBC el guía de safaris Honest Siyawareva.

«Quizás su larga encarcelación lo ha curado de sus tendencias criminales».

La amenaza está río arriba

Tarde o temprano, sin embargo, Robinson tendrá que decidir entre nadar o hundirse.

Río arriba está la represa Kariba y si la estación de lluvias obliga a abrir las esclusas, la isla de Robinson quedará sumergida en el agua.

Y no será la única víctima.

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