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Ex prisionero de Guantánamo fascinado por el mate uruguayo

Ex prisionero de Guantánamo fascinado por el mate uruguayo

Antes de ser detenido en 2002 en Pakistán, Abu Wa’el Dhiab, de 43 años, era dueño de un restaurante. Y ahora planea volver a la cocina para potenciar la comida siria en la otra punta del planeta. Esta vez como refugiado.


El sirio Abu Wa’el Dhiab, uno de los seis prisioneros de Guantánamo liberados por Estados Unidos en Uruguay, se acostumbra poco a poco a tener un futuro.

Antes de ser detenido en 2002 en Pakistán, Abu Wa’el Dhiab, de 43 años, era dueño de un restaurante. Y ahora planea volver a la cocina para potenciar la comida siria en la otra punta del planeta. Esta vez como refugiado.

«En general se le nota positivo, pensando en su futuro y en lo que quiere hacer», le dice a BBC Mundo su abogada, Cori Crider, quien visitó este lunes a su cliente por primera vez desde que llegó al país sudamericano.

«El plan es que se quede indefinidamente, quiere que su mujer e hijos vengan lo más pronto posible para comenzar una nueva vida», cuenta la defensora de la organización no gubernamental Reprieve.

Aunque su salud es todavía delicada -Abu Wa’el Dhiab pasó dos años en huelga de hambre y alimentado a la fuerza por las autoridades a través de tubos en la nariz- el exprisionero ya ha mostrado interés por una de las pasiones que comparte con los uruguayos: el mate.

«Vio a otra gente alrededor del hospital tomarlo y preguntaba a los médicos cuándo podría beber un poco, ya que el mate es también muy popular en Siria y él lo bebía unas tres veces al día. Por supuesto el doctor le dijo que todavía no», dice su abogada.

Esta bebida se hizo popular cuando los inmigrantes sirios que habían llegado a Argentina en el siglo XIX volvieron a su país, compartiendo la infusión con amigos y familiares.

Salida del hospital

Abu Wa’el Dhiab necesita que le hagan algunas pruebas médicas para evaluar algunos problemas en su espina dorsal, ya que en los últimos años sufrió dolencias que le obligaron a moverse en silla de ruedas por la prisión estadounidense de Guantánamo, en la isla de Cuba.

Según las autoridades uruguayas, este martes podrían salir él y los otros cinco hombres del centro médico, después de terminar con los chequeos.

«Saldrán del Hospital Militar e irán a una casa común y corriente, acompañados de gente que está para ayudarlos, nada más, por el idioma y la ciudad que no conocen», aseguró al medio uruguayo Subrayado el ministro de Defensa Nacional, Eleuterio Fernández Huidobro.

El gobierno también aclaró que los seis liberados contarán con custodia policial, al menos durante un tiempo, para garantizar su seguridad.

Los exprisioneros pidieron a su llegada que se les concediera el estatus de refugiados en el país, como estaba previsto.

«Esta transferencia es un enorme hito en nuestros esfuerzos para cerrar las instalaciones», según dijo el enviado especial del Departamento de Estado para el cierre de Guantánamo, Clifford Sloan.

Ganarse a los uruguayos

Medios uruguayos publicaron este lunes cartas de dos de los exprisioneros dirigidas al país.

En una de ellas, Abdelhasu Faraj, un sirio de 39 años, se declara fanático de la selección uruguaya de fútbol.

«Si no hubiera sido por Uruguay, hoy aún estaría en ese agujero negro en Cuba», reza la carta de Faraj.

«No tengo palabras para expresar lo agradecido que estoy por la confianza inmensa que ustedes, el pueblo uruguayo, han puesto en mí y en los otros prisioneros en abrirnos las puertas a su país. No podemos agradecerles lo suficiente por recibirnos en su país».

Según las agencias de inteligencia de Estados Unidos, se trata de seis hombres de baja peligrosidad y por tanto, calificados como «liberables».

Pero según una encuesta de la consultora Cifra, el 58% de los uruguayos está en contra de recibir a los prisioneros y el 40% de los consultados cree que es una decisión que debía haber tomado el Parlamento, no el presidente.

Además, sectores de la oposición criticaron la decisión del presidente por transformar a Uruguay en «carcelero de Estados Unidos».

«He visto las encuestas y no estoy particularmente preocupada por eso», le dice Crider a BBC Mundo.

«Creo que sería raro que después de 12 años oyendo que estos hombres son lo peor de lo peor los uruguayos no estuvieran preocupados por su llegada. Pero la verdad es que son refugiados y no son peligrosos», añade.

Sin duda duda, una de las tareas más difíciles de los seis hombres ahora que recuperaron su libertad será ganarse la confianza del país que los acoge. Con ayuda del fútbol, del mate o del tiempo.

 

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