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Alternativa democrática, legítima y clara


La prensa escrita, las radios y los noticiarios de televisión incluyen prácticamente a diario informaciones respecto de incidentes entre manifestantes y la fuerza pública.



Conflictos en el sur con los mapuches, con los estudiantes a lo largo de todo el país y últimamente con vecinos que se oponen a la construcción de algún vertedero, constituyen informaciones a las cuales nos estamos acostumbrando.



Lo malo es que en la mayoría de los casos se generan incidentes que terminan con heridos, detenidos y destrucción de la propiedad pública y privada. Además, estas manifestaciones obligan a distraer importantes recursos económicos y personal de carabineros en acciones de control y represión, impidiendo su uso alternativo en acciones de prevención de actos delictivos.



Este clima de agitación social por cierto es peligroso, porque la violencia se sabe cómo comienza, pero no cómo termina.



Muchos reclamos de la comunidad organizada son absolutamente legítimos. Tal es el caso, por ejemplo, del que presenciáramos hace algunos días en la ruta 5 Norte, a la altura de Llay Llay, donde un grupo de mujeres protestó por la cesantía que afecta a sus hogares y que las mantiene en la desesperación, pero ese grupo lo hizo en orden, sin incidentes, logrando igual su objetivo de llamar la atención respecto de su realidad.



La responsabilidad de lo que está sucediendo en materia de agitación social y manifestaciones callejeras es clara, porque los mismos que hoy deben enfrentarlas son quienes las alentaron en el pasado. Luego de diez años de gobiernos de la Concertación, el país está cosechando las siembras de esta experiencia: desocupación, inseguridad ciudadana, incremento de las tasas de drogadicción, falta de oportunidades para los jóvenes y, en muchos aspectos, desesperanzas y frustración. Ä„Cómo no va a haber reclamos y manifestaciones!



De alguna manera, esta realidad fue reconocida por el propio Presidente de la República en su Mensaje a la Nación del 21 de mayo pasado. A partir de este reconocimiento, es preciso abocarnos a la construcción de soluciones que permitan superar los problemas y generar las condiciones que el país reclama para crecer y desarrollarse.



En esta tarea hemos estado y estaremos siempre disponibles, porque más allá de las diferencias políticas, hemos señalado con lealtad que queremos que al gobierno le vaya bien, porque eso significa que al país le va bien.



Pero entendamos la situación: no nos restaremos a ninguna medida reactivadora y, por el contrario, buscaremos siempre colaborar en la solución de los problemas; no obstante, la responsabilidad última de lo que sucede en Chile es de los sucesivos gobiernos de la Concertación y, frente a este escenario, la Alianza por Chile se constituye en la mejor alternativa democrática, legítima y clara de alternancia para acceder al poder, tanto en los comicios parlamentarios de diciembre próximo como en la siguiente elección presidencial.



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