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La defensa, el hambre y la inteligencia

¿Será el hambre considerada una nueva amenaza, junto con el terrorismo, el narcotráfico, el crimen organizado, la mala distribución de los ingresos, el crecimiento sin empleo, la corrupción, el analfabetismo tecnológico, las migraciones internacionales, la intolerancia étnica o religiosa?


Esta semana se reúnen los ministros de defensa del continente a hablar de seguridad y adoptar resoluciones sobre las amenazas que se ciernen sobre nuestros países. Por si acaso deseo recordarles una noticia reciente: la muerte por hambre acaba de desembarcar en Argentina, y ya no es una amenaza, sino una realidad.



Más de alguien argumentará que no es del caso generalizar a partir de cuatro o cinco niños muertos por desnutrición. No faltan los voceros de ocasión. Como tampoco los turistas de bife chorizo que digan «yo no vi nada de lo que muestran en la tele» y vuelvan a su cotidianeidad como si todo fuera un engaño, y sin pensar que el desempleo y la crisis también puede algún día llamar a su puerta si sus gobernantes no lo hacen bien.



¿Conversarán de esto los ministros de defensa? ¿Qué hablarán con el ministro de defensa argentino a la hora de la sobremesa? ¿Será el hambre considerada una nueva amenaza, junto con el terrorismo, el narcotráfico, el crimen organizado, la mala distribución de los ingresos, el crecimiento sin empleo, la corrupción, el analfabetismo tecnológico, las migraciones internacionales, la intolerancia étnica o religiosa?



Más de algún analista militar criticará mi falta de rigurosidad, y un seguidor atento de las cumbres me recordará que hay agendas largamente trabajadas y que lo que yo estoy haciendo es una especie de cambalache, al más puro estilo de Santos Discépolo.



Anticipándome a las críticas, deseo reiterar que lo hago porque Argentina me duele en lo más profundo de mis valores y me asusta su estado de postración. Y porque hay que ser capaces de sumar dos más dos y no olvidar cosas que tienen que ver con las amenazas a la seguridad, y que de ser dichas hasta el cansancio a veces se nos olvidan.



La primera es que el escenario militar moderno ha cambiado, y que las principales amenazas ya no provienen de países sino de hechos o situaciones como el terrorismo, el narcotráfico, el crimen organizado y cosas así. Amenazas asimétricas, dice la ministra Bachelet.



La segunda consiste en que aquéllas, por sus características, encuentran un caldo de cultivo extraordinario en situaciones de injusticia social, atraso, ignorancia, corrupción, falta de democracia, ingobernabilidad, autoritarismo y violencia.



La tercera indica que para combatirlas no sirven los grandes sistemas de armamentos, sino que el gran instrumento que tiene los países para prevenir estos males es el desarrollo económico y social con justicia, al que se accede mediante una profundización de la democracia y un uso sustentable y cooperativo de los recursos, incluidos los recursos políticos.

Habría que tener una inteligencia muy disminuida para no darse cuenta y actuar en consecuencia.



(*) Abogado, periodista, cientista político y especialista en temas de Defensa.



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