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Aprendiendo de Barcelona; la ciudad con mayor calidad de vida en Europa

En la actualidad un 86% de los chilenos vivimos en ciudades y el 87% del PIB se produce en ellas. Aprender de Barcelona, aprender a liderar, administrar y gestionar con éxito el desarrollo de las áreas urbanas es un asunto central; porque para tener un Chile que sea más CHILE para todos, lo que suceda en las ciudades es vital.


En el informe 2003 del observatorio de Barcelona, resultado del análisis de treinta y cuatro indicadores que informan de los distintos ámbitos del desarrollo; se presenta el ranking de las sesenta principales ciudades del mundo entre las que se cuentan las treinta más importantes de Europa.



La capital catalana está: en el primer lugar en calidad de vida (manteniéndose en esa posición desde el año 1998); entre las seis primeras en atractivo para los negocios; en el segundo lugar como receptora de inversión; también en el segundo lugar como destino turístico; entre las doce primeras en ciencia y tecnología; entre las tres primeras en el desarrollo empresarial; entre las siete primeras en atractivo para las empresas del comercio electrónico; entre las cinco primeras que ocupan mayor población en sectores de alta tecnología; entre las trece primeras en solicitudes de patentes tecnológicas e industriales; en el segundo lugar como oferta de actividades culturales; entre otras destacadas posiciones.



Lo de Barcelona es un gran logro en medio de la feroz competencia entre las grandes ciudades por ser lugar central y atraer así al visitante de negocios, de estudios, de turismo. Pero primero, y antes que todo, lo de Barcelona es un gran RESULTADO que muestra el excelente rendimiento de sus trabajadores, de sus empresarios, de sus intelectuales, de sus políticos, de sus sectores público y privado, de su modelo de administración y gestión del urbanismo, de su capacidad científica y tecnológica, de sus universidades.



Barcelona, que en su área metropolitana agrupa 4,5 millones de habitantes, es una ciudad en efervescencia con planes de desarrollo para unas 1.000 hectáreas de su territorio, con obras actualmente en ejecución por unos US$ 17 mil millones de dólares equivalentes al 14,2% del Producto Interno Bruto (PIB) 2002 de la Cataluña y que esperan terminar el próximo año 2004 con la inauguración del gran Fórum Universal de las Culturas, que son – al decir de ellos- otra gran excusa para concentrar inversión y centralidad estratégica en pos de fortalecer su competitividad, tal como lo fueron los Juegos Olímpicos de 1992. Una buena medida de comparación es que toda la inversión en las olimpiadas del 92 fue equivalente sólo al 10,7% del PIB catalán de 1991.



Las obras en proceso incluyen: ampliación de la red de metro, de las carreteras, del puerto, de la feria de exposiciones; renovación de un antiguo sector industrial (sector 22 @) destinándolo para empresas de la nueva economía intensivas en tecnologías de información y comunicaciones; remodelación de viviendas y rehabilitación de espacios públicos en zonas ambientalmente degradadas y de menores ingresos. Entiéndase bien, digo «menores ingresos» en el contexto del estándar barcelonés porque el PIB percápita de la Cataluña es de unos 26 mil dólares, lo que es superior al resto de España y al de la mayor parte de los países miembros de la Unión Europea.



La idea central que guía las intervenciones en vivienda y urbanismo para sectores mas necesitados es la de «paz por territorios» es decir, unas condiciones de calidad de vida urbana adecuadas como sustento para la paz ciudadana, lo que implica que los catalanes asumen derechamente el desafío estratégico de la integración social de las personas para una adecuada cohesión de la sociedad en su conjunto.



Por esos días de mi estadía académica, estaban en campaña por las elecciones municipales del 25 de mayo recién pasado. El alcalde, candidato a la reelección, proponía en su slogan: «juntos podemos seguir construyendo la mejor ciudad del mundo». Un candidato opositor planteaba como tema central el nivel de ruido en la ciudad y abría la discusión preguntando si hoy se está cumpliendo o no con la cantidad máxima aceptable de ruido (60 decibeles) permitidos norma por la Organización Mundial de la Salud. Por su parte, el principal partido catalán presentaba un documento de más de 50 páginas con su plan de obras e infraestructuras, incluyendo planos de trazado, montos y plazos. Es decir una campaña política en que la calidad de vida y el urbanismo son temas centrales en el debate ciudadano.



En las construcciones o remodelaciones de edificios ponen siempre un letrero, no obligado por el municipio, que dice: «Barcelona, para que te pongas más guapa» o también «Barcelona, para que seas más fuerte».



El municipio instala, en puntos estratégicos de la ciudad, fascinantes salas con modernos recursos multimediales; construye un mirador público con sala de proyecciones para ver las obras del Fórum Universal de las Culturas 2004; diseña bellos afiches y sugerentes spot de televisión; todo ello para explicar y difundir los proyectos de arquitectura y urbanismo en curso, facilitando así el compromiso de los ciudadanos con el desarrollo de su ciudad y el posicionamiento de la «marca» BARCELONA.



La administración y gestión urbana de la ciudad de Barcelona tiene un rol relevante en la conducción del desarrollo de la urbe, entre otros pilares básicos, porque posee una notable capacidad de autoestudio fuertemente apoyada por las redes académicas, científicas y tecnológicas instaladas. Por ejemplo, la Universidad Politécnica de Cataluña, a través de su Centro de Políticas de Suelo y Valoraciones; – un poderoso núcleo académico de investigación urbana-; registra, monitorea, analiza y presenta periódicamente al municipio todo el movimiento urbanístico e inmobiliario, además de ser una de las principales entidades diseñadora y/o evaluadora del modelo de gestión y financiero de todos lo grandes proyectos estratégicos del área metropolitana barcelonesa. La universidad tiene, en el modelo de conducción de la ciudad, un rol estratégico.



¿Qué significa, qué implica está discusión de política contingente en que el urbanismo es una pieza esencial en el interés de políticos, técnicos y ciudadanos?; ¿Qué es esto de promover la ciudad sin que a las empresas las obliguen?; ¿Cómo llega la Cataluña desde los 3.600 dólares percápita en 1975 a los
26.000 dólares actuales?; ¿Qué podemos aprender de Barcelona?



Bueno, es relativamente fácil decirlo.



Los catalanes se caracterizan, entre otras cosas, por su alta capacidad de trabajo, por su importante grado de involucramiento con los asuntos públicos, por su fuerte vocación por el bien común y por ser muy críticos y autocríticos. Varios académicos me indicaban que esta última característica es una clave principal que explica la mantención y alza sostenida de los niveles de calidad de vida urbana luego del acelerado desarrollo de Barcelona que cristalizó y causó impacto mundial con motivo de la Olimpiadas del 92. Es decir, esa idea central de querer avanzar siempre y no ser autocomplacientes.



Pero hay otro elemento clave. En una reunión en el municipio, una regidora (concejal) presentando los resultados del informe de competitividad de ciudades 2003, decía que el principal intangible de Barcelona es la comunión público-privada y la alianza estratégica entre los ámbitos político, económico y académico-científico. O sea, una visión compartida de la ciudad que convoca al barcelonés hacia el cumplimiento de su misión particular integrándola a la misión global de hacer a Barcelona «más guapa, más fuerte, la mejor ciudad del mundo».



Y el asunto central: el liderazgo evidente de los poderes públicos y de los políticos que los encabezan. En la Cataluña se siente en cada rincón, en cada plaza y espacio público, en cada museo y centro cultural: el poder del municipio y la acción de las entidades públicas al servicio del ciudadano.



Como vemos, no todo tiene que ver con la cantidad disponible de recursos económicos y, de hecho, el alto nivel de vida alcanzado es sólo un resultado; porque en el fenómeno de la Cataluña, en el paradigma del desarrollo barcelonés, hay bastante más que dinero y por lo mismo hay mucho que aprender de Barcelona.



En la actualidad un 86% de los chilenos vivimos en ciudades y el 87% del PIB se produce en ellas. Aprender de Barcelona, aprender a liderar, administrar y gestionar con éxito el desarrollo de las áreas urbanas es un asunto central; porque para tener un Chile que sea más CHILE para todos, lo que suceda en las ciudades es vital.



(*) Vicerrector Académico de la Universidad del Bío-Bío. Arquitecto, Magister en Urbanismo, Doctor en Gestión y Valoración Urbana (c).



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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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