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PPD: en busca de un nuevo liderazgo

La nueva directiva necesitará construir un partido que recupere la fraternidad y la democracia en su convivencia interna, y en el que la ética pública sea central a su conducta, pues sólo se puede dar en política aquello que efectivamente se practica.


El PPD ha iniciado un proceso de renovación de su directiva central, como parte de sus esfuerzos para enfrentar la difícil situación por la que atraviesa, y que culminará en agosto con la presidencia del partido en manos del diputado Víctor Barrueto, por ser candidato único.



El partido del Presidente Lagos se encuentra en la necesidad ineludible de buscar un nuevo liderazgo, un nuevo impulso que sintonice con las aspiraciones de cambio de muchos ciudadanos, las que dejó de acompañar, a medida que su dirigencia se centraba en la consolidación de sus posiciones de poder en el Estado. A partir de documentos escritos por el diputado y de sus intervenciones sobre el tema, recuerdo algunas cosas que llamaron poderosamente mi atención. En síntesis, el futuro presidente de la colectividad de gobierno ha sostenido que el PPD requiere efectuar un cambio significativo que lo lleve a reposicionarse ante la sociedad chilena con una nueva identidad. Ésta surgirá sólo de la idea de un partido que se define a partir de un proyecto de país, cuya finalidad es lograr su desarrollo.



En dicha perspectiva, el PPD es concebido como un partido del país, abierto a la sociedad civil, que se hace cargo de sus desafíos futuro, siendo el principal de ellos la superación de su condición de subdesarrollado. Lo anterior es porque el desarrollo no llegará por obra de fuerzas inconscientes, mecánicas, sino como resultado de un esfuerzo consciente de todos los sectores de la comunidad nacional, en el que el mundo político tendrá que jugar un papel fundamental, pues la finalidad de la política es velar por el bien común.



Resulta, por tanto, inconducente centrar exclusivamente los esfuerzos del PPD en meros actos de denuncia de situaciones puntuales de violaciones a determinados derechos de personas específicas, con amplio empleo de la prensa visual, sonora y escrita. El PPD debe ser una oferta nacional, dentro del más estricto e incondicional apoyo al actual gobierno, porque es, antes que nada, una fuerza de gobierno y depende del éxito del mismo para su futuro como colectividad política. Por ello está aquí.



El PPD tendrá que ejercer un liderazgo propositivo ante la sociedad chilena. Sus planteamientos deben abrir un espacio que incluya a todos los chilenos, y sean una oportunidad para que éstos desplieguen sus energías en favor del desarrollo nacional. Buscará seducir y no imponer sus propuestas, respetando las individualidades, lo que obligará a efectuar intervenciones diferenciadas en beneficio de determinados grupos sociales, los más postergados y desamparados.



El nuevo liderazgo del PPD tendrá como dimensión esencial un conjunto de valores básicos coherentes con lo señalado. Estos se refieren a la trasparencia de sus actuaciones, en el sentido que todo deberá hacerse de cara al país; de reconocimiento de la legitimidad de las diferencias culturales que existen en la comunidad nacional; de lealtad a los compromisos adquiridos, al gobierno y a los partidos que integran la Concertación.



Para ello, la nueva directiva necesitará construir un partido que recupere la fraternidad y la democracia en su convivencia interna, y en el que la ética pública sea central a su conducta, pues sólo se puede dar en política aquello que efectivamente se practica. No aceptar lo anterior es, en el fondo, concebir a la política como una bufonada de mal gusto y los partidos no son un buen lugar para desplegarlas.



Esta es una breve síntesis de algunas de las ideas para el nuevo partido que impulsará Víctor Barrueto. Sin embargo, el hecho de plantearlas no basta. Eso es sólo una parte del problema. La otra es la realización de las mismas y aquí es donde surgirán los mayores problemas y obstáculos que el diputado por Talcahuano tendrá que vencer.



(*) Analista Político.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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