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Buen deudor, pero mal socio


Standard and Poors considera que Chile es un deudor confiable a largo plazo por su manejo económico y su bajo nivel de deuda pública, ubicándolo cerca de economías como Japón y Taiwán. Así, Chile subió de -A a A en el clasificador de riesgo. Pero, al mismo tiempo, el Banco Mundial informaba que Chile cuenta con una de las peores distribuciones del ingreso de América Latina. El 20 por ciento más rico se lleva el 62,2 por ciento del Ingreso Nacional, mientras que el 20 por ciento más pobre, sólo el 3,4por ciento(1).



El sacerdote Felipe Berríos coincidía y, debido a ello, dudaba de nuestro papel como socio de EEUU y la UE, buscando la solución en la inversión en educación «no puede ser ni competitivo ni buen socio en el largo plazo un país que tiene tan mala distribución del ingreso. Tenemos que invertir en educación, no hay otra manera de mejorarla».



Pero, invertir en educación, y siempre que se hiciera con inteligencia y audacia, produciría cambios en la distribución del ingreso en el largo plazo. En el corto plazo esto es imposible.



Los sectores pertenecientes al último quintil del ingreso, difícilmente podrán lograr ahora que sus hijos accedan a una mejor posición mediante la educación. Y, además, es poco claro que puedan acceder a una buena educación. La mayoría debe trabajar, o intentarlo, para ayudar al núcleo familiar, carece de recursos e infraestructura para cumplir con las exigencias académicas que les permitirían competir en el mercado universitario o laboral, a veces de las capacidades y posteriormente no cuentan con lo que llaman «el capital social» para cambiar su vida.



Porque hay que considerar que las tres millones de personas que componen el quintil que se lleva el 3,4 por ciento del ingreso corresponden a 600 mil cesantes o con empleo mínimo, a los trabajadores temporeros(2), a las trabajadoras en el domicilio(3), a los vendedores ambulantes, a los pescadores artesanales, al servicio doméstico, a los pensionados que carecen de pensiones dignas y a los discapacitados o víctimas de enfermedades catastróficas sin protección(4).



Mayor educación no los ayudará en el mediano plazo y tampoco el crecimiento de la economía que se avizora para el próximo año. Al contrario, la tendencia de este quintil es intensificar y reproducir su situación de pobreza.



El acceso de este quintil al mercado formal es difícil, por la creciente estrechez de éste debido a la flexibilidad laboral, las exigencias de calificación en las empresas tecnificadas y por la débil movilidad social existente en el país. Salvo la construcción, que tiene un límite los sectores que más han crecido en el país, financieros y de servicios son expulsores de mano de obra. Las industrias exitosas de exportación, que crecerán con los TLC, frutas, vinos, intensificarán el uso de trabajo temporero. Los grandes almacenes no podrán prescindir del trabajo a domicilio a la manera de las multinacionales que han externalizado sus procesos fabriles a las Zonas de Procesamiento de las Exportaciones (sweatshops) de Asia pagando salarios miserables. Los ancianos sin jubilación, o con bajas pensiones, aumentarán proporcionalmente por el envejecimiento de la población, el sistema de AFP y el bajo porcentaje de afiliados, los que sobrecargarán los presupuestos de los chilenos de los quintiles de más bajos ingresos. Esto se agrava porque las ISAPRE cobran planes más caros a las mujeres, los ancianos y los enfermos.



Tampoco los sectores más pobres de Chile pueden desarrollarse fácilmente en el trabajo por cuenta propia. No pueden ser microempresarios, porque no son sujetos de crédito, por sus niveles de educación y, en algunos casos, hasta por su incapacidad física, pero tampoco podrían sobrevivir como tales, porque la estrechez del mercado interno, la competencia con las empresas y los productos importados lo hace imposible. No pueden ser vendedores ambulantes, porque son reprimidos por su ilegalidad, competencia desleal con el comercio establecido o por la destrucción de la belleza del entorno público. La piratería será reprimida con todo el rigor de la Ley por las exigencias del TLC con Estados Unidos en torno a la propiedad intelectual. Los pequeños productores de trigo, maíz y carne ya no podrán competir con el ingreso de estos productos subsidiados y por el poder monopsónico que ejercen sobre ellos los grandes supermercados. Los pescadores artesanales tienen mínimas posibilidades de desarrollo considerando la nueva Ley de Pesca.



A esto hay que agregar los altos niveles de endeudamiento que los sectores de los 2 o 3 quintiles inferiores están contrayendo a intereses usureros a través de las tarjetas de crédito de los grandes almacenes y sus interrelaciones con los servicios públicos, cuya propaganda es envolvente y acuciante.



Por lo tanto, si no hay un cambio radical en la concepción de la sociedad que se está construyendo, la tendencia natural, aún en el largo plazo, es que la distribución del ingreso en Chile se haga aún más regresiva.



Este cambio no se avizora, aún en la mirada más optimista, si se considera que el poder de los grandes grupos económicos tiende a crecer ya sea por las ventajas con que cuenta para llamarlos a invertir más, como por sus niveles de concentración(5). Concentración que crece día a día, por el manejo de los holdings, las fusiones y las integraciones verticales. Bancos, Supermercados, ISAPRE y AFP llevan el pandero en estos negocios, actividades que con esto y las externalizaciones han aniquilado gran número de puestos de trabajo (31 por ciento el sector financiero y 16 por ciento el sector servicios).



El Banco Edwards compra el Banco Chile, el Santander se une al Santiago, BBVA compra el BIHF y PROVIDA. Falabella Sodimac y el Home Depot. El Jumbo a Santa Isabel, Easy y 17 locales a Las Brisas. D&S compra Carrefour y juntos abarcan el 50 por ciento del mercado de supermercados. Salco se une a Brandt y Planvital compra Magíster. ING lo hace con la AFP Santa María y AETNA. Banmédica compra Vida Tres, Help, la Clínica Santa María y otras. Las ISAPRE sólo bonifican adecuadamente la atención en las clínicas que les pertenecen. Se avecina la fusión de VTR con Metropolis y de Nestlé con Soprole(6), lo que destruiría la ya débil situación de los pequeños productores de leche. Estos grupos imponen precios no sólo a consumidores, sino a productores y cuando no se fusionan se reparten las áreas de mercado o concertan precios.



Esto se expresa en las rentabilidades de estos grupos. Las ISAPRE aumentan sus ganancias a través de toda su cadena de integración vertical. Pero, como tales, en 2001 tuvieron una rentabilidad sobre el patrimonio de un 21,3 por ciento y, aunque sus afiliados han disminuido de 1.700.000 en 1997 a 1.250.000 en 2002, sus utilidades sólo bajaron a 10 mil millones de pesos anuales.



El sistema bancario ha sido beneficiado por las bajas en las tasas de interés del Banco Central, que traspasa sólo parcialmente(7) y los grandes almacenes (París, Ripley, Falabella) han sobrevivido a la baja demanda interna cobrando tasas de interés de hasta un 60 por ciento a sus clientes a través de las tarjetas que han llegado a constituir el leit motiv de su negocio al punto de crear Bancos



Las desigualdades existentes se profundizarán con el TLC con EEUU, por diversos impactos: los pequeños productores agropecuarios no podrán competir con los productos importados subsidiados. La industria farmacéutica nacional no podrá seguir exportando medicinas genéricas por las disposiciones de defensa a la propiedad intelectual, lo que también afectará a las pequeñas empresas en su informatización. Las mayores garantías a la inversión extranjera profundizarán el agotamiento de los recursos naturales y aumentarán los deshechos tóxicos de una extracción minera que se intensificará sin pagar royalties ni menos daño ecológico.



Todos estos impactos se han visto agravados en el presente, especialmente en el caso de los exportadores, por la caída del dólar que sólo podrán soportar los empresarios que usan tecnología altamente tecnificada. ASEXMA opina que 1900 empresas pequeñas perderían hasta un 13,7 por ciento de su patrimonio por esta caída.



Por tanto, Chile seguirá siendo un mal socio, mientras su estrategia de desarrollo continúe siendo concentradora y excluyente, mientras sus empresas carezcan de responsabilidad social y mientras el Gobierno no entienda que el mercado no regula sabiamente todas las variables económicas. Mientras no acepte que la competitividad no es sinónimo de producir a bajos costos laborales, sino de producción de conocimiento que se logra mediante la creación, que está cargo de las grandes mayorías y nunca de pequeños grupos que concentran todo el poder y la riqueza.



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(1) Sólo supera a Colombia, Bolivia, Guatemala y Brasil. Países con menor crecimiento como Paraguay y toda Centroamérica tienen una distribución del ingreso más justa, siendo Uruguay el país con la distribución de ingreso más igualitaria.
(2) En su mayoría mujeres y niños que trabajan con pesticidas prohibidos en el Primer Mundo, como «la docena de la muerte». Se informa que llegan a 600.000 a nivel nacional.
(3) Sin protección, salud, ni previsión producen las mercancías para los grandes almacenes recibiendo un pago a destajo mínimo.
(4) El INP entrega 886.626 pensiones de $106.000 en promedio, 371.941 pensiones asistenciales de $37.000 y 43.000 pensiones no contributivas a exonerados de un promedio de $70.000. Las AFP cuentan con 422.723 beneficiarios y entregan pensiones entre $31.909 y $112.830. Por tanto, la mayoría de éstas se sitúa alrededor de la pensión mínima fijada en $70.000.
(5) El 80% del PIB lo genera el 3,5% de las 600.000 empresas existentes (1.800 empresas).
(6)Que con Parmalat y Loncoleche tienen el 65% del mercado.
(7) Los créditos de consumo valen en promedio un 26% anual, mientras en EEUU sólo 18%.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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