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La madre de todas las batallas


Es necesario reconocer que a veces hemos llegado a pensar que en verdad la derecha puede ser más eficiente que los otros sectores políticos nacionales. Tendemos a creer que por su relación con las Fuerzas Armadas, el Opus Dei y los negocios podrían ser más exitosos en la administración del país, ya que son más estructurados, tienen la mejor educación y, por lo tanto, una mayor capacidad de tomar decisiones ejecutivas.



Incluso, la persistente propaganda de los diarios de los empresarios nos han casi convencido de que las empresas privadas funcionan mejor que las públicas y de repente nos asalta la sensación que también podrían ser más probas. Después de seis años de propaganda ya tenemos la certeza que el candidato Lavín es un «hacedor», aunque un poco cosista, pero que tiene grandes ideas y las aplica sin tanta palabrería vana.



Debo reconocer que no me disgustó que los niños de Santiago tuvieran playa y que pudieran bañarse en las piletas públicas. Tengo que confesar que cometí el pecado de imaginar que un empresario como Alcaíno, que acumulaba todas las cualidades previamente señaladas, se dejaría de tonterías marketeras y, aunque con poco sentido social, dejaría Santiago como una ciudad limpia y con un buen funcionamiento.



Me hago una pública autocrítica, la propaganda persistente de los grandes medios, apoyados con propaganda estatal, nos lava un poco al cerebro a todos. Pero, tenemos el deber, como próximos electores de reflexionar y decantar al máximo lo que pertenece a la realidad y a la tergiversación que hace de ésta el marketing y la publicidad. En EEUU lo llaman Public Relations (PR) y muchos estudios indican que la capacidad de las PR para inventar hechos, noticias y personajes es infinita y que, en muchos casos, el periodismo está supeditado a sus fabricaciones. Recordemos el caso de Jessica Lynch y otros similares.



Felizmente, en esta avalancha de verdades prefabricadas y de enormes recursos financieros con las que tienen que competir los medios independientes, el people meter no sólo nos ha traído los realities y los shows de comentarios de la vida sexual de la farándula, sino también en las mañanas algunos testimonios de lo que sufren los ciudadanos en sus comunas, en sus viviendas, en sus colegios.



Así, en los últimos días, hemos podido observar cómo Alcaíno, asediado por las deudas que le dejó el «Alcalde Candidato» pese a haber vendido el agua, ha inundado a los vecinos de Santiago de basura, deja sin empleo a los trabajadores de ésta y se corre el riesgo que la «ciudad mejor para hacer negocios» en América Latina sea inundada de guarenes.



Este espectáculo no corresponde a un alcalde apoyado por «la esperanza de los pobres» y por el señor que dice que es mateo, porque trabaja en profundidad con todos los problemas reales de la gente.



El candidato a la Presidencia de la República que dejó en este estado a la Municipalidad de Santiago, tampoco pudo explicar a la Comisión Mixta de Presupuesto del Congreso Nacional cómo financiaría su idea de instalar a 12 mil nuevos carabineros en las calles en sus cuatro años de Gobierno.



No subirá impuestos y financiará sus programas sólo con el crecimiento que logrará, pero no explica a través de qué políticas. Afirma que el sistema de AFP ha funcionado muy bien, ya que por algo las están copiando en todo el mundo, aunque tendrían que disminuir un poco el cobro por administración.



Mientras los otros candidatos explican la necesidad de educar y estimular a los niños chilenos desde sus primeros meses de vida, él implementará el programa «Madre Tranquila», obnubilado por la necesidad de poner nombres marketeros a sus buenas ideas, consistiendo ésta en dar un subsidio a las madres que trabajan para que puedan dejar a sus hijos con las vecinas o en dependencias ya existentes, como las del Hogar de Cristo. Editará un sistema de «Fast Track» (sic) para que se elijan los cargos altos sin cuoteo y no aclara cómo se adaptará la juridicidad existente y los convenios internacionales que Chile ha suscrito en esa área para aplicar su nueva consigna «La Tercera es la Vencida».



En verdad, la escasa participación ciudadana, el exceso de horas de trabajo, el miedo a perder el empleo y el exceso de televisión nos han llevado a permitir que pretenden asumir cargos de dirección, o regir los destinos de nuestro país, gente que nos toma el pelo y nos falta el respeto.



Organicémonos, participemos y exijamos, pero, antes que lo logremos, sólo imaginemos a «La Madre de todas las Batallas» reproducida en todo Chile.



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Patricia Santa Lucía es periodista

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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