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El Cóndor y una Huemula


Días atrás el Presidente Chávez modificó el escudo venezolano. El caballo tendrá que caminar hacia la izquierda en vez de hacia la derecha. Nos gusten o no sus estrategias, nadie puede discutir el carácter provocador de Chávez.



A causa de esa noticia, observé detenidamente nuestro escudo nacional. Es el tercero oficial, aprobado en 1834 y diseñado por Mr. Wood Taylor, un irlandés avecindado en Chile. Dos son los animales que, se dice, sostienen el escudo tricolor. Ambos, poseen una corona sobre sus cabezas, rememorando las glorias navales. En 1920, se añadió el lema «por la razón o la fuerza», buscando recuperar el mensaje escrito en latín del primer escudo, aquel decía «O por consejo o por espada». Se entiende que está referido a la libertad. En 1967 hubo que precisar legalmente el escudo, aparentemente, debido al desconocimiento sobre cómo era exactamente un huemul.



Se ha polemizado bastante respecto al emblema patrio, debido a eso de si la razón y/o la fuerza. Nuestros actuales pipiolos y pelucones aún se tercian en argumentos. Pero hasta aquí nadie dice nada sobre los animales. Del cóndor, probablemente, será sobre quien menos se discutirá, pero del huemul, a él lo tenemos por un animal mucho más raro y escaso, por tanto es más polémico. ¿Qué hace exactamente un huemul en el escudo? Para fundamentar juicio lo busqué, sin éxito, en el listado de mamíferos del Zoológico de Santiago.



Me da la impresión, que tanto el cóndor como el huemul están apoyándose sobre el escudo y no soportándolo como sería la intención original. Mal que mal están allí para servir al país. Ambos dirigen sus miradas hacia el centro. Lo vemos como algo positivo. Lógica de consensos, equidad con mercado y transición pacífica. Ni hacia la izquierda ni hacia la derecha. Sin embargo hay otras variantes para explorar nuestra visión de la patria. ¿Podríamos pensar -lo ahora obvio- que el huemul sea una huemula? Una huemula que refleje la inteligencia emocional del país, alegre, amorosa, maternal y cuide el medioambiente, la justicia y la equidad. Y en frente, un cóndor serio, honesto, planificador, analítico, ambicioso y con espíritu emprendedor. Respecto a los valores finales, podríamos pensar que están en ellos contenidos. El cóndor y la huemula juran y prometen al unísono. El cóndor, por estar en lo alto del cielo, ante Dios. La huemula, coquetamente terrenal y presente, ante la Constitución.



También, quisiera que la huemula torciese un poco su cabeza y mirase de reojo hacia el Asia Pacífico, con una visión de desarrollo sustentable. Es que da envidia leer noticias acerca de China, que declara ser potencia tecnológica en los próximos 14 años. El cóndor, también debiese ayudar al equipo país, mirando de reojo hacia afuera, desde lo alto y hacia el futuro. Con su otro ojo y buena vista, observando la historia, sin perder el presente, el interior del país, a nuestras regiones y al barrio latinoamericano, aprovechando su total y libre desplazamiento por Los Andes.



Las coronas navales están bien. Lo que antes era dominar el mar ahora es participar de redes de relaciones cooperativas políticas y económicas internacionales. ¿Tendrán un sentido premonitor las coronas? Es raro porque para 1834 aún no teníamos muchas glorias navales acumuladas, aunque si ya existía una plena conciencia de la necesidad de dominar el mar.



Finalmente, para fomentar la voluntad y confianza del pueblo chileno, yo propondría modificar el lema de la heráldica, que éste sea reemplazado por la misma frase de la dinámica de la confianza, aquella en que el cóndor y la huemula dicen, a nombre del pueblo- «Aquí mando yo».



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Eugenio Pössel M. Ingeniero Comercial U. Adolfo Ibáñez, Profesor de Marketing USACH.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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