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En Dichato 48 horas después

Por: A. Rueda


Dichato, una tranquila bahía, está sumida en un estado de angustia, desolación y desamparo. La devastación de este hermoso balneario es una visión apocalíptica, difícil de comprender. Mirar las imágenes dantescas por la televisión impacta a cualquiera. Pero haber vivido por más de cincuenta veranos allí y volver a ver que quedó de Dichato, desgarra el alma.

El lunes a mediodía, como familia, acudimos a ayudar a Dichato en lo que pudiéramos.  Llegamos preguntando por Rosa, Paulina, Iván y su señora,  Juan de la caleta Villarrica y así como avanzábamos a entregar los alimentos y cosas que llevábamos, recibíamos como respuesta un «que Dios los bendiga» o un apretón de manos.

Ese día solo estaba Carabineros de Chile y su escaso personal del Retén Dichato además de bomberos del pueblo y de diversos cuerpos de Bomberos que habían enviado a sus rescatistas. No daban abasto. Nos pareció increíble que después de 48 horas de tan terrorífico episodio no hubiera nadie del Gobierno Central ni la Intendencia Regional siendo el Intendente Tohá y su familia antiguos vecinos de este balneario (a lo mejor se olvidó ya que vendió su lujosa casa de Pingueral).

Avanzando por los escombros y desechos de toda índole, la gente miraba los más de 8 helicópteros que sobrevolaron la destruida bahía. Una señora mayor y muy humilde los miraba y nos decía: «Ahí vienen a ayudarnos», cosa que también pensamos, pero no.  O las autoridades después de 48 horas seguían planificando como ayudar a esta esforzada gente o temían ver lo que nosotros vimos, sentimos, olimos junto a esa comunidad destruida por la naturaleza.

Dichato se encuentra a solo 30 minutos de Concepción y con un camino transitable hasta hoy pero ese día lunes sus habitantes solo tenían agua abastecida por su cuerpo de Bomberos.

Ese día vimos lumpen llevándose cuanta cosa de fierro y de valor que pudieran cargar en camiones especialmente preparados para arrasar con lo poco que quedó.

El dolor de la gente y los testimonios de los sobrevivientes es algo muy fuerte. Está todo destrozado, hay barcos muy lejos de la playa, casas sobre casas, autos despedazados , refrigeradores sobre techos, muebles azotados contra todo, gente fallecida bajo todo eso. Es indescriptible.

Este miércoles regresamos a Dichato llevando algo de comida, ropa y mas que cosas materiales un abrazo, un beso cariñoso a esa multitud que se acerca con desesperación a recibir algo y te hace percibir el dolor. Un dolor que se respira, se palpa en el aire. Los rostros en cada gesto reflejan el agotamiento, el terror, la incertidumbre de no saber que pasará mañana. Se trata de gente humilde, familias de pescadores o vinculadas con el mar, personas que cambiaron el bullicio de una cuidad y se vinieron a vivir junto al mar y jamás se imaginaron ser golpeadas  por la naturaleza de esta forma.

Como familia perdimos una casa de veraneo, ellos perdieron su único hogar, sus  recuerdos , tantos esfuerzos, su vida…

Todavía es tiempo para ayudar.

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