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La libertad del diputado y la del periodista

Cristóbal Bellolio
Por : Cristóbal Bellolio Profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez.
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El bien afectado puede ser la reducción del mercado de la información o la estabilidad de los miembros del gremio, pero no la libertad de prensa de los periodistas. Nadie le impide al señor Castillo seguir dando a conocer su enfoque profesional en medios creados por él o por otros.


El diputado UDI Gonzalo Arenas, en este mismo espacio, señalaba que la parodia de Jesús en el Club de la Comedia era un atentado a la libertad religiosa. Ante el inminente cierre de La Nación (en versión papel), el presidente del Colegio de Periodistas, Marcelo Castillo, sostuvo recientemente que se trata de una afrenta a la libertad de expresión. Aunque probablemente se encuentren en las antípodas ideológicas, el honorable UDI y el avezado dirigente gremial tienen en común la notable extensión que le atribuyen a la idea de libertad.

En la tradición liberal, que supuestamente inspira la idea de las garantías individuales del constitucionalismo moderno, el concepto de libertad tiene márgenes más estrechos. Se trata, básicamente, del reconocimiento de un ámbito o esfera de la vida humana en la cual ni el Estado ni los otros individuos pueden ingresar sin mi consentimiento. Es la vieja idea de la libertad negativa o libertad como “no interferencia”.

Desde este punto de vista, no hay absolutamente ninguna ofensa a la libertad en ninguno de los casos mencionados.

[cita]Libertad es libertad, no igualdad, ni justicia, ni cultura, ni felicidad ni una conciencia tranquila. A todos nos gusta cómo suena la palabra libertad, pero no por eso decimos que la ley de gravedad atenta contra nuestra libertad de volar.[/cita]

Para que eso sucediera, el ejercicio del culto religioso del diputado Arenas debería haber sido interrumpido u impedido por agentes del Estado o bien por los actores del programa de Chilevisión. La lucha por la libertad religiosa se generó para proteger a las minorías de la persecución de las  mayorías. Pero que un creyente de la religión mayoritaria alegue que está siendo afectado en su libertad religiosa porque un tercero consideró que la historia de su divinidad es graciosa, no es parte de aquella lucha. El derecho afectado puede ser el respeto a las tradiciones cristianas, pero no la libertad de los cristianos. Nadie le impide al diputado Arenas seguir practicando su fe pública o privadamente.

En el caso de La Nación, la libertad de prensa estaría siendo violada si el Estado de Chile hubiera cerrado arbitrariamente un medio de comunicación de propiedad privada. La batalla por la libertad de expresión cobró vida para proteger justamente a las personas del poder institucionalizado y su hambre de controlar la información. En este caso, es el propio gobierno quien decide estratégicamente prescindir de un formato de  medio de comunicación que le pertenece para optar por la versión online. El bien afectado puede ser la reducción del mercado de la información o la estabilidad de los miembros del gremio, pero no la libertad de prensa de los periodistas. Nadie le impide al señor Castillo seguir dando a conocer su enfoque profesional en medios creados por él o por otros.

Por supuesto, esta no es la única manera de entender la libertad. Para algunos, libertad es sinónimo de emancipación, para otros es autonomía, para otros tantos es no-dominación. Reconozcamos también el derecho de creer que el respeto que otros le deben a su religión forma parte de su “libertad religiosa”, o que el aseguramiento del pluralismo por parte del Estado es un componente de la “libertad de expresión”. Pero a fuerza de extender el término se corre el riesgo de vaciarlo de sentido. Quien mucho abarca, poco aprieta, reza la sabiduría popular. Cada cosa es lo que es, decía Isaiah Berlin: Libertad es libertad, no igualdad, ni justicia, ni cultura, ni felicidad ni una conciencia tranquila. A todos nos gusta cómo suena la palabra libertad, pero no por eso decimos que la ley de gravedad atenta contra nuestra libertad de volar.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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