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A propósito de patrimonio

Patricio Olavarría
Por : Patricio Olavarría Periodista especializado en Política Cultural
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Podrá parecer una reflexión simple, pero si hay algo de lo que carecemos es de una educación patrimonial que nos aliente a conocer mejor nuestra historia, nuestra memoria, y nuestra identidad.


Recientemente hemos sido testigos como una de las reliquias patrimoniales más importantes del país fue destruida por un voraz incendio. Me refiero a la Iglesia Matriz de las Hermanas de la Providencia. Templo del que prácticamente poco quedó en pie. Sólo pasar por el frontis y detenerse un par de minutos nos da una imagen de la envergadura del siniestro. Una fachada que guarda en su interior cenizas y ruinas.

Luego del inolvidable terremoto y tsunami del 27 de febrero del 2010 obviamente nuestro Patrimonio material fue afectado con creces. Museos, edificios históricos, monumentos, y muchos otros fueron prácticamente devastados por lo que la tarea de reconstruir se convirtió casi en el eslogan nacional. Prácticamente todas las carteras de Gobierno se movilizaron en esa dirección tratando de resolver lo que hasta ahora no es tan evidente se haya cumplido en forma eficiente. No obstante ello, leyes como las de Donaciones Culturales se modificaron para hacer más rápida la tarea en las zonas de catástrofe y el propio Ministerio de Cultura destinó casi mil millones de pesos para incentivar la reconstrucción. Sería ideal conocer los resultados de esa inversión.

[cita]Podrá parecer una reflexión simple, pero si hay algo de lo que carecemos es de una educación patrimonial que nos aliente a conocer mejor nuestra historia, nuestra memoria, y nuestra identidad.[/cita]

Sin embargo, hay un Patrimonio del que poco se habla y se conoce. Se trata del patrimonio intangible o inmaterial y que a pesar de que el Estado chileno ha realizado avances en la materia en los últimos años, aún existe poco conocimiento y conciencia de éste. “Concepto que no se limita a sus manifestaciones tangibles, como los monumentos y los objetos que se han preservado a través del tiempo. También abarca las que innumerables grupos y comunidades de todo el mundo han recibido de sus antepasados y transmiten a sus descendientes, a menudo de manera oral” dice textualmente UNESCO.

El Estado chileno se comprometió el año 2001 junto a Argentina, Perú, Ecuador, y Colombia a trabajar conjuntamente en un expediente para inscribir como Patrimonio Mundial de la Humanidad el Camino del Inca o Qhapaq Ñan que en lengua Quechua quiere decir “Camino Principal” y que hoy se entiende como Sistema Vial Andino. Compromiso que después de siete años en el marco de la XX Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado realizada en diciembre recién pasado en Mar del Plata, Argentina, estos mismos países suscribieron una Declaración Presidencial Conjunta donde se resalta la importancia del proyecto y se expresa el reconocimiento hacia el Centro de Patrimonio Mundial de la UNESCO, de modo que el proceso definitivo comience en febrero de 2011 y de esa forma pase a formar parte de la lista del Patrimonio Mundial.

La próxima semana en París se realizará una de las últimas reuniones preparatorias para conocer los expedientes de postulación en la UNESCO con  la finalidad de conocer el estado de avance de los países que integran el Qhapaq Ñan como proyecto de itinerario e integración cultural.

Es por esta razón, es que es indispensable y una oportunidad única, además de una responsabilidad mayor del Estado chileno hacer un esfuerzo no sólo para que este proyecto se sostenga en el tiempo y cuente con el compromiso institucional y financiero para hacer del Qhapaq Ñan una realidad y no un sueño que pueda quedar inconcluso.

Podrá parecer una reflexión simple, pero si hay algo de lo que carecemos es de una educación patrimonial que nos aliente a conocer mejor nuestra historia, nuestra memoria, y nuestra identidad. El Qhapaq Ñan o el Camino del Inca es justamente una ventana abierta que nos invita a conocer mejor nuestro pasado y una posibilidad de trabajar en la conservación arqueológica seriamente como también en un futuro turismo cultural responsable que integre a las comunidades que son el patrimonio vivo que le dan su riqueza.

Estamos hablando del primer sitio inscrito bajo la categoría de itinerario cultural, el que reúne  aspectos arquitectónicos, arqueológicos, medioambientales y antropológicos, que le otorgan un capital cultural incalculable siendo por lo demás el sexto sitio de patrimonio mundial que Chile inscribiría en la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco.

La finalidad de la Convención de Patrimonio mundial es la conservación del patrimonio cultural y natural. Por lo mismo la vida de quienes lo habitan, sus comunidades que le otorga un valor en si mismo son una riqueza que no debe ser rentabilizada sólo económicamente sino también social y culturalmente para quienes transitan y transitarán en el futuro por el camino poderoso o la red vial andina como también se le llama.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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