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La última marcha de los Coroneles

Cristóbal Bellolio
Por : Cristóbal Bellolio Profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez.
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Los coroneles son entusiastas del binominal y del statu quo. No están dispuestos a oxigenar la agrietada democracia de nuestro país. No les afecta que menos ciudadanos voten o que la competencia sea apenas un espejismo mientras el gremialismo siga cosechando contundentes éxitos electorales. La entrada de nuevos actores les debe parecer una idea repulsiva. La convulsión de las calles, incomprensible. La política de los acuerdos, sandía calada.


Si está familiarizado con el mundo fantástico de JRR Tolkien y “El Señor de los Anillos”, seguramente recordará a los Ents, gigantescos árboles milenarios que despiertan de su sueño para vengar a sus amigos y hacer frente al inescrupuloso mago Sarumán.  Algo similar deben haber estado pensando en la UDI cuando decidieron despertar a sus ex presidentes para encabezar la reivindicación gremialista ante el gobierno de Piñera. La motivación es inequívoca: los coroneles, como los Ents, marchan a la guerra.

Las señales que entrega esta curiosa decisión son múltiples. Casi todas son lamentables.

La primera es demasiado evidente. Mientras la demanda por renovación de la elite política crece, la UDI reinstala en primera línea a los protagonistas de una época pasada, tal como fatalmente lo hizo la Concertación al ungir a Eduardo Frei como su candidato en la última presidencial. Después de esto, nadie en el gremialismo puede criticar a la oposición por seguir dependiendo de Bachelet. Internamente, además, la movida pone atajo a los incipientes vientos de cambio. Me dirán que el diputado “rebelde” José Antonio Kast también fue incorporado como vicepresidente. Peor aún, contesto. Habría sido más coherente que fueran sólo los ex timoneles en su calidad de figuras unitarias y con experiencia en la conducción del buque. La inclusión de Kast, a dedo limpio, es de una arbitrariedad insólita.

[cita]Los coroneles son entusiastas del binominal y del statu quo. No están dispuestos a oxigenar la agrietada democracia de nuestro país. No les afecta que menos ciudadanos voten o que la competencia sea apenas un espejismo mientras el gremialismo siga cosechando contundentes éxitos electorales. La entrada de nuevos actores les debe parecer una idea repulsiva. La convulsión de las calles, incomprensible. La política de los acuerdos, sandía calada.[/cita]

La segunda es que compromete el apego de la UDI a los procedimientos democráticos. Esta era apenas su segunda directiva elegida tras una competencia entre dos listas. La bravata asambleística de Termas de Cauquenes los hace retroceder al estado pre-institucional del grupo de amigos que originalmente fueron. Me retrucarán que el consejo es soberano para revocar el mandato de sus líderes. Posiblemente lo sea –ignoro si la UDI tiene algo por escrito regulando estos episodios-, pero en ese caso no cabe sino admitir que se trata de un partido que no le pertenece a sus militantes sino a los pocos que tienen acceso a estas instancias.

La tercera es mala para el Gobierno del cual forman parte. Pase revista a los nuevos vicepresidentes. El senador Novoa montó una férrea defensa corporativa de la ex intendenta Van Rysselberghe que le costó carísima a La Moneda. El senador Larraín participa en las protestas del agro contra las políticas del Ejecutivo. El diputado Kast coordina una operación para cuestionar públicamente al ministro del Interior por su afán por sacar adelante la ley de uniones civiles. El senador Longueira, cual Francisco Vidal, critica la gestión de Hacienda y pide soltar la billetera en los proyectos más emblemáticos del Gobierno. En resumen, ninguno ha expresado particular lealtad a la administración del Presidente Piñera.

La cuarta pone freno de mano a los eventuales cambios al sistema político chileno. Los coroneles son entusiastas del binominal y del statu quo. No están dispuestos a oxigenar la agrietada democracia de nuestro país. No les afecta que menos ciudadanos voten o que la competencia sea apenas un espejismo mientras el gremialismo siga cosechando contundentes éxitos electorales. La entrada de nuevos actores les debe parecer una idea repulsiva. La convulsión de las calles, incomprensible. La política de los acuerdos, sandía calada.

Una quinta consecuencia se salva. Dicen que en la tienda de calle Suecia los ánimos han mejorado. Cómo no. “Bárbol” Longueira ha regresado. Y es que efectivamente la UDI es un partido muy especial. Lo que a cualquier observador externo le pareció una decisión insultante para Coloma, su directiva y los militantes que la eligieron, acá es motivo de aleonamiento colectivo. Conservan la ilusión de que los veteranos combatientes sabrán enmendar el rumbo político de un Gobierno sin brújula. Si lo hacen, nobleza obliga, la jugada habrá valido la pena. Por ahora, salvo en la propia UDI, es pura pena.

Los coroneles marchan hacia La Moneda. Puede ser la última, si finalmente es cierto que los senadores Larraín, Novoa y Longueira no van a la reelección. “A exigir y no a pedir” reza el estandarte. La última marcha de los Ents de la política chilena.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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