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Ideas y consignas


En Chile le ganamos la guerra al terrorismo totalitario marxista, pero perdimos la posguerra. Por eso hoy están presos los uniformados que derrotaron al terrorismo y están libres todos los terroristas, lo que constituye uno de las mayores escándalos e injusticias de la historia de Chile. Triunfaron las consignas por sobre la verdad histórica.

Y junto con ganar la guerra antitotalitaria, ganamos la de las ideas. El Gobierno Militar fue precursor en crear una economía libre. País tras país imitaron su ejemplo: primero Margaret Thatcher en Gran Bretaña, después Ronald Reagan en los Estados Unidos y después, bueno, casi todos los demás, como que cayó el Muro de Berlín, tras el cual se cobijaban los estertores del socialismo real o comunismo marxista-leninista, fundado en consignas que hundieron a los pueblos que las abrazaron.

El modelo chileno pasó a dominar el mundo, pero como acá la gente eligió las consignas que voceaban gobernantes contrarios al modelo, éstos lo fueron desvirtuando de a poco. El Gobierno Militar les entregó un país creciendo al siete por ciento al año y con un desempleo de cinco por ciento, el cual ellos transformaron en un país que crecía cada vez menos, tipo tres a cuatro por ciento promedio, y con un desempleo de 7 a 8 por ciento.

Es que triunfaron las consignas sobre las ideas. Era malo para el crecimiento subir los impuestos, pero aumentarlos era y es una consigna popular, y entonces los subieron. Y el país creció menos.

Era malo para el crecimiento que el Estado se agigantara mucho, pero ellos lo agigantaron. Cada año el gasto estatal aumentó más que el tamaño de la economía. Hoy tenemos de nuevo un Estado grande.

Era malo para el empleo encarecer el salario mínimo y la contratación de mano de obra, pero ellos lo hicieron, en nombre de la consigna de crear «empleos decentes». Bueno, el resultado es que entre los pobres el desempleo se disparó.

Ahora estamos viviendo el apogeo de las consignas. Hoy vi marchar a los «indignados» y la televisión mostró a uno representativo, que dijo desear que se pusiera término a las AFP, a las isapres, al sistema financiero y al retail.

Cuando no había AFPs teníamos un sistema estatal de pensiones quebrado, que pagaba jubilaciones miserables a los obreros y muchos de cuyos fondos se invertían en hacer edificios de departamentos de lujo que las «cajas de previsión» arrendaban a prohombres de gobierno en una renta miserable. Hoy cada trabajador tiene su cuenta de ahorro y le ha ido muy bien, con una rentabilidad real de 9 por ciento promedio al año desde que se creó en 1981. El Gobierno Militar solventó la quiebra del sistema estatal.

La salud pública, antes de las isapres, era un desastre, pues los «hospitales públicos», en primer lugar, se los habían quitado a la Beneficencia, que era privada y los había construido con dineros privados; y, segundo, construyeron monstruos que derrochaban dinero y atendían mal a la gente. Las isapres vinieron a aliviar al mal sistema estatal y si se hubiera proseguido con las políticas privatizadoras todos los chllenos tendrían isapres y serían mucho mejor atentidos. Por algo los parlamentarios de izquierda que atacan a las isapres se han asegurado en ellas.

¿Y los bancos y el retail? ¿Quieren volver a la época del crédito estatalmente controlado, al cual sólo accedían los paniaguados del régimen o los que conseguían el favor de los gerentes, porque no había mecanismos de mercado para asignar el crédito?

Y sobre el retail ¿cuándo habían visto a los chilenos comprar más que en los años desde que se masificó el comercio minorista privado? ¿Que ya no recuerdan la época socialista de la escasez y de las enormes diferencias que veíamos los chilenos cuando viajábamos al exterior, entre la variedad de cosas que allá se vendía y la penuria y pobreza del comercio local?

Bueno, pero ahora la gente sale a la calle a protestar y vocea consignas. Las consignas populares le han costado muy caras a la Humanidad. Hitler y los bolcheviques llegaron al poder voceando consignas populares pero sin ninguna buena idea. ¿Cuantos centenares de millones de muertes costó eso?

Lamentablemente, vivimos un presente presidido por consignas tan simplistas y tan falsas como las de los bolcheviques y los nazis. Y tenemos un gobierno que, lejos de defender las ideas, se pliega a las consignas.

Yo pienso que eso encamina al país a una crisis, como escribí en blogs anteriores. Y creo que esta vez se sumaran y coincidirán las históricas encrucijadas que ha vivido nuestra nación cada cuarenta años con las anarquías que ha debido soportar cada cien.

Pues todas las veces ello ha sucedido cuando la mayoría ha sido tentada por las consignas fáciles y ha despreciado las buenas ideas. Tal como lo estamos viendo ahora.

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