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El tsunami que no va a ser


«La Tercera» reprodujo días atrás una noticia del periódico argentino «Diario Perfil», informando que el movimiento de extrema izquierda argentino «Quebracho» envió una «Brigada Ejército de los Andes» a unirse a la revolución comunista que está teniendo lugar en Chile y de la cual el único que parece no haberse dado cuenta es el Gobierno.

La brigadista transandina Florencia Prego, junto con retratarse al pie del monumento a Allende, levantado al lado de La Moneda como homenaje al peor Presidente de la historia de Chile (esas cosas sólo se les pudieron ocurrir a los chilenos del siglo XX, porque a los del siglo XIX, que eran mucho mejores, jamás se les habrían pasado por la mente), declaró que el movimiento en curso en nuestro país era «una gesta histórica y encarna la crisis del modelo neoliberal».

A mediados de los ’70 los grupos guerrilleros latinoamericanos organizaron en París, también, una coordinadora para unir la subversión en América del Sur, a la cual los gobiernos, entre ellos el militar chileno, respondieron con la organización Cóndor. Al final, la guerrilla fue derrotada, el plan Cóndor tuvo éxito, todos los países amenazados por la subversión marxista retornaron a la democracia salvada de aquélla y los uniformados que lograron este gran éxito han ido a parar en gran número a la cárcel, porque así es la política. En Uruguay todavía no meten presos a los militares, porque los de allá son más tiesos que los de acá, pero es cuestión de tiempo, dado que tienen a un ex guerrillero como Presidente (bastante renovado, es verdad).

Y el 20 de septiembre, junto con presentar su encuesta CERC, mi amigo Carlos Huneeus se dejó llevar por su entusiasmo y proclamó en «El Mostrador» que el 22 por ciento de apoyo a Piñera era un tsunami político. En un largo artículo expuso, en realidad, un mar de cifras constitutivas del tsunami: que el movimiento estudiantil tiene el apoyo del 89 % de la ciudadanía; que el 73 % de los chilenos considera la educación como el principal problema, versus el 24 % de mayo pasado; que el 72 % (incluyendo la mayoría de los partidarios de la UDI y RN) considera que los estudiantes están ganando la batalla; que apenas el 17 % acepta que las universidades tengan utilidades; que el 75 % quiere reforma constitucional (antes era 48 %); que el 53 % quiere reformar el sistema binominal y el 79 % que deben subirse los impuestos a quienes ganan más y que, en cuanto al gobierno de Sebastián Piñera, el 22 % aprueba su gestión y el 66 % la rechaza, en tanto que el 67 % de la gente «no le cree».

El corolario de la encuesta es que Bachelet es la persona con más futuro político; la principal figura de la oposición; la presidenciable indiscutida de la Concertación; es vista como la próxima Presidenta por el 32 % de los chilenos (lejos el mayor porcentaje) y, frente a una elección y compitiendo con el mejor candidato de la Alianza (Golborne), ella ganaría con el 59 %.

Entonces, Carlos Huneeus concluye: «Hay contundentes indicadores objetivos y subjetivos, como los que hemos mostrado acá, de que estamos ante una crisis de gobernabilidad, con una democracia debilitada y con un sistema económico cuestionado».

¿Y qué? ¿Van a venir los aviones de la OTAN a bombardear La Moneda? ¿Los encapuchados van a derrotar y tomar prisioneros a los carabineros del GOPE? ¿Sebastián Piñera va a subirse a un avión para ir a refugiarse a París, dejando como Vicepresidente a Rodrigo Hinzpeter para que administre los 13 mil millones de dólares que tiene ahorrados el Gobierno? ¿Y todo porque hay una terrible amenaza de que unos miles de estudiantes extremistas pierdan el año?

¡Por favor, Carlos! ¡Tu encuesta lo único que demuestra es la volubilidad de la opinión pública ante la influencia de los medios que «inflan» las marchas callejeras!
Sólo nos dice que estamos viviendo una etapa de ingobernabilidad debido a que un Presidente impopular no quiere tomar decisiones que, cree él, lo harían todavía más impopular.

Pero todo el mundo sabe que el país está bien, aunque se haya desordenado y no haya autoridad. Cuando gobernaba Allende tampoco había autoridad, pero el país estaba pésimamente mal, con hiperinflación, la legalidad sobrepasada, el Gobierno fuera de la Constitución y «harina para pocos días más», como reconocía el propio Allende. Y el Gobierno ¿estaba a punto de caer? ¡No! Si no hubiera habido un llamado de la mayoría parlamentaria democrática de todos los partidos, salvo los marxistas, a todas las fuerzas armadas y policiales para que pusieran término a la situación, Allende se queda para siempre (porque su intención confesa –como él mismo le dijo a una diario alemán occidental, creyéndolo del lado oriental– era que no hubiera más elecciones).

Cero tsunami, Carlos. El movimiento estudiantil se va a extinguir, las pantallas y los titulares van a cambiar y la opinión pública también. Es verdad, según el sondeo, que Michelle Bachelet tiene, por el momento, la próxima Presidencia en su regazo. Yo siempre les creo a las encuestas. Pero las encuestas cambian. En 2002 decían que Joaquín Lavín tenía la Presidencia en el bolsillo y algunos pensadores de la Concertación confesaban que ésta ya estaba bailando «el vals del adiós», pero después todo cambió. No voy a decir por qué, pues es otra historia (bastante sórdida).

Como «sospeché desde un principio», el movimiento estudiantil, ya en declinación, va a terminar en casi nada. Me equivoqué en el plazo, cuando lo pronostiqué así, porque no creí que durara tanto ni que la autoridad fuera tan débil ni que la minoría revolucionaria fuera capaz de autoinferirse (e inferir a otros) tanto daño.

En definitiva, al gobierno de Sebastián Piñera el Partido Comunista le hizo una revolución que ha perjudicado mucho al régimen, pero no tanto como a los propios estudiantes. Pero esa revolución va a fracasar, aún con ayuda externa, y ya está en plena declinación.

Lo único notable de ella ha sido que el Gobierno contra el cual se hizo no se ha dado cuenta, lo que tal vez explique por qué ella se prolongó. Pero, sin duda, esta vez la ONEMI puede tranquilizarnos anunciando, sin temor a errar, que el tsunami previsto por Carlos Huneeus, tras presentar su encuesta CERC de septiembre, no llegará a nuestras cosas.

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