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Chile, Perú, Bolivia: mejorar nuestra política vecinal

Sergio Bitar Chacra
Por : Sergio Bitar Chacra Ex ministro y ex senador.
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La capacidad disuasiva militar es parte integral e implícita de una política internacional, pero no puede erigirse en el eje de ella ni menos ventearse amenazante, como lo ha hecho hace poco el ministro de Defensa.


Chile debe renovar los ejes de la política internacional desplegada en los últimos 20 años. Esa política ha sido  exitosa, propulsó nuestros intereses nacionales y ha tenido un amplio reconocimiento mundial. Pasados los años, muchos propósitos están cumplidos y el mundo se ha transformado enormemente. Debemos adaptarnos e innovar.

Chile proyectó la defensa de los derechos humanos y la democracia. Fuimos líderes de la integración económica al mundo. Firmamos acuerdos pioneros gracias a nuestra democracia y al manejo eficaz de la política económica. Estrechamos lazos con America Latina, despejamos diferencias limítrofes con Argentina, ingresamos a APEC y en 2010 fuimos el único país sudamericano que se ha incorporado a la OCDE. Afirmamos nuestra autonomía, oponiéndonos en el Consejo de Seguridad de las UN a la invasión de Irak, participamos en misiones de paz en Haití, desplegamos una estrategia al Pacifico y afianzamos una política de defensa disuasiva.

[cita]La capacidad disuasiva militar es parte integral e implícita de una política internacional, pero no puede erigirse en el eje de ella ni menos ventearse amenazante, como lo ha hecho hace poco el Ministro de Defensa.[/cita]

Estas políticas  deben proseguirse pero ya no bastan. El statu quo podría alejar al país de las nuevas fuerzas  mundiales, aislar y debilitar nuestra capacidad de acción internacional a largo plazo. Chile necesita colocar al día su política exterior, en particular con nuestros vecinos.

¿Cuáles son los nuevos impulsores del mundo  que viene? ¿Cuáles las políticas de un país pequeño como Chile, de cara al 2020?

Conviene resaltar  cuatro tendencias o “drivers” globales que  tendrán impacto en Chile durante la próxima década. 1) Un mundo multipolar y la redefinición de las reglas que gobiernan el sistema global. Se conformarán nuevos bloques de países, con ascenso de  la región asiática, principalmente China e India. Estados Unidos se mantendrá como primera potencia mundial, pero sin hegemonía; en  América del Sur veremos una creciente influencia de Brasil, a nivel regional y global.  2) Un fuerte posicionamiento de los temas climáticos, de los estándares ambientales como diferenciadores de las economías (trazabilidad y reducción del CO2 y agua), del crecimiento verde, energías renovables, recursos naturales, alimentarios y la escasez de agua; se reestructuran las bases productivas de muchos países para lograr más competitividad internacional sustentable, incursionando en el “crecimiento verde”;  3) Ciudadanos más empoderados, y en mayor número por extensión de las capas medias y la educación. La difusión acelerada de las tecnologías de comunicación, desafiará las formas tradicionales de gobierno, demandando nuevas instituciones, participación, igualación de los derechos y  condiciones de vida, con inclusión social e igualdad, y 4) Volatilidad el sistema financiero, y una larga pugna de poder para sentar las nuevas reglas económicas internacionales.

Los desafíos externos de Chile en los próximos años son de tal envergadura que no es posible enfrentarlos si no somos activos promotores  de acuerdos que busquen soluciones globales, que se sustenten en visiones integradoras, convergentes e inclusivas.

Por ello es indispensable reforzar y estrechar nuestra política sudamericana,  particularmente la vecinal, para que nos otorgue mejores opciones de éxito en nuestra inserción e influencia  globales. Chile debe construir alianzas  para defender sus intereses.

En 2012 y  2013 nuestras relaciones con Perú y Bolivia pueden tornarse más tensas y complejas. La resolución que adopte la Corte Internacional de Justicia de La Haya, ante la demanda peruana, y la posible actividad internacional de Bolivia, para relevar sus aspiraciones de salida soberana al Pacifico, influirán en nuestra opinión pública.

En medio de procesos electorales algunos podrían caer en la tentación de dar un uso populista a esos temas. Debemos evitar esta desviación y enfrentar serenamente esas disputas, resolver si lo haremos con un criterio aislacionista, amenazando con la capacidad militar, o integrador, desplegando iniciativas que nos posicionen ante el resto del mundo como un país que mira al futuro en  busca de la mejor relación con sus  vecinos.  No es posible apuntar a la conformación de alianzas sólidas y ejercer un   liderazgo latinoamericano si nuestra política externa involuciona hacia lógicas pretéritas. Debemos tomar nuevas iniciativas, pensando en los demás países del mundo.

La capacidad disuasiva militar es parte integral e implícita de una política internacional, pero no puede erigirse en el eje de ella ni menos ventearse amenazante, como lo ha hecho hace poco el ministro de Defensa.

La posible acentuación publica de las divergencias con los vecinos del norte, no debe predisponernos al antagonismo. Hay sectores que privilegian el status quo, y para quienes la actual premisa, por ejemplo, de nuestra relación con Bolivia, de una  convivencia indiferente, es la única posible.

No asumir la magnitud de  los cambios  en curso  y sus efectos en la vecindad es una ceguera. Debemos tener presente que  un manejo torpe desconoce la nueva postura de Brasil y de otros pases de América del Sur, tensiona las relaciones al Pacifico, esenciales para Chile; las percepción de las ventajas de nuestro país como plataforma para la instalación de grandes empresas internacionales pueden modificarse, incidiendo en las oportunidades de Chile en la agenda económica y política global.

Esta es  una oportunidad para impulsar un debate nacional respecto los lineamientos de nuestra política exterior en la próxima década. Ante el nuevo escenario debemos  innovar en nuestra relación con Bolivia. No debemos actuar solo de modo reactivo. Está en nuestro interés explicitar  las condiciones para negociar una salida soberana a ese país, como lo propuso el General Pinochet, una fórmula como Charaña, perfeccionada, con canje territorial;  y considerar una concesión de zona franca, sin soberanía, al sur de la Quebrada de Camarones, como lo ha hecho Perú en Ilo, y como se avanzó en el gobierno del Presidente Lagos. En mi libro “Chile Bolivia Perú” propongo un camino, sustentado en la historia, en una apreciación del  futuro y en nuestro interés nacional.

Lo global y lo vecinal son caras de una misma estrategia. Promover adecuadamente este debate es de interés para el país y para las generaciones futuras. Los temas internacionales dejaron de ser un área privativa de unos pocos.  Por el contrario, son parte integral del desarrollo interno. Y espero que se exprese en los próximos foros y debates, para converger en una nueva visión compartida.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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