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La Reforma Tributaria es un imperativo social

No puede haber mejor medicina contra la desigualdad que un esfuerzo legislativo orientado a crear una país más justo. A eso apunta una Reforma Tributaria.


Tengo la convicción que Chile necesita una Reforma Tributaria. Por eso desde hace un buen tiempo he apoyado e impulsado este urgente cambio, que constituye una de las necesidades para lograr que este país pueda construirse con mayor equidad. De este modo, el gasto público y la estructura tributaria son dos instrumentos directos, inmediatos y paradigmáticos para alcanzar un desarrollo económico y social equilibrado.

Ocurre que, si bien gasto social se ha ido focalizando, las necesidades en materia de educación y salud exigen incrementarlo, de la misma manera que es preciso robustecer el rol regulador y fiscalizador del Estado. Por otra parte, la recaudación fiscal tiene muchas distorsiones en la forma como se carga la mano a los contribuyentes, lo que se traduce en elementos que generan inequidad, con lo que estamos aumentando brechas sociales y económicas que no se justifican ni se pueden tolerar.

[cita]No puede haber mejor medicina contra la desigualdad que un esfuerzo legislativo orientado a crear una país más justo. A eso apunta una Reforma Tributaria.[/cita]

De este modo, durante todo el 2011 abordamos, junto a muchos académicos y técnicos, la discusión en todos los niveles de esta necesidad y de cómo, teniendo claro estos objetivos, podemos avanzar en modificar el instrumento de recaudación tributaria. Asimismo, procuramos generar espacios de diálogos con actores sociales, políticos y económicos de distintas posiciones. En muchos casos, la comunicación fue eficaz para acercar las posiciones, especialmente con el empresariado. Estas instancias permitieron estimular la idea al interior del gobierno y de mi partido, Renovación Nacional.

Y lo mismo que me convenció hace un tiempo, me sigue convocando hoy para continuar impulsando esta reforma tributaria: no podemos seguir aceptando una sociedad tan injusta. Si hay una palabra que pudiera expresar con claridad la situación de miles de compatriotas, es abuso, y la actual estructura tributaria o el déficit en educación, salud y la capacidad fiscalizadora del Estado permite o facilita ese abuso.

Algunos puede que no concuerden con este planteamiento. Hay quienes, incluso, han buscado retrasarla, morigerarla, o hacer que el tiempo olvide su necesidad. Sin embargo, estos sectores minoritarios no se dan cuenta que Chile cambió, entre otras cosas, porque hemos podido asumir desafíos, derribando algunos de nuestros temores y complejos que nos atan a esquemas del pasado.

No podemos seguir con un esquema tributario de hace 30 años cuando nuestra estructura productiva y social es totalmente diferente. Los chilenos quieren, entre otras cosas, una mejor educación y salud y un sistema previsional más justo. Todo esto nos exige pensar en qué clase de país queremos ser en los próximos cien años y con qué herramientas vamos a hacerle frente a cada uno de estos temas.

Tal como dijera el jurista Lacordaire, entre el fuerte y el débil es la libertad quién mata y la ley quién redime. No puede haber mejor medicina contra la desigualdad que un esfuerzo legislativo orientado a crear una país más justo. A eso apunta una Reforma Tributaria.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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