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Obama y la derecha norteamericana

Boris Yopo H.
Por : Boris Yopo H. Sociólogo y Analista Internacional
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La crisis económica, el empobrecimiento de los sectores medios y de las minorías, y el resentimiento contra los barones de Wall Street y ese 1% que captura buena parte del ingreso nacional, hacen más difícil el discurso de líderes republicanos que aparecen íntimamente vinculados a esta elite económica que se ha enriquecido como nunca en medio de la crisis.


En noviembre de este año, tienen lugar las elecciones presidenciales en Estados Unidos, y mientras los demócratas buscan la reelección del Presidente Obama, los republicanos mantienen una lucha casi fraticida para definir al candidato que enfrentará al actual inquilino de la Casa Blanca.

Como pocas veces, las primarias de los pre-candidatos republicanos han sido de una virulencia tal,  que hará difícil después una estrategia ampliamente convocante para derrotar al actual mandatario. Luchando para captar el voto de la base conservadora que hoy domina al partido republicano, cada uno hace propuestas, cada vez más extremas, que harían casi irreconocible a este partido en los ojos de las grandes figuras moderadas, que como los Rockefeller, predominaron en el pasado. Pero además, el discurso de estos pre-candidatos apela a un “pasado glorioso” que no volverá, porque el mundo ha cambiado, y hoy Estados Unidos no está en condiciones de imponer unilateralmente políticas como lo hizo durante la Guerra Fría.

[cita]La crisis económica, el empobrecimiento de los sectores medios y de las minorías, y el resentimiento contra los barones de Wall Street y ese 1% que captura buena parte del ingreso nacional, hacen más difícil el discurso de líderes republicanos que aparecen íntimamente vinculados a esta elite económica que se ha enriquecido como nunca en medio de la crisis.[/cita]

Por otra parte, la crisis económica, el empobrecimiento de los sectores medios y de las minorías, y el resentimiento contra los barones de Wall Street y ese 1% que captura buena parte del ingreso nacional, hacen más difícil el discurso de lideres republicanos que aparecen íntimamente vinculados a esta elite económica que se ha enriquecido como nunca en medio de la crisis. A diferencia de otras elecciones del pasado entonces, las desigualdades y la creciente “precarización” de vastos sectores sociales, sí será un factor en esta contienda, porque por primera vez en muchos años, “el sueño americano” está cada vez más lejos para vastos sectores de esta sociedad, especialmente jóvenes que no pueden pagar sus estudios, y que después tampoco encuentran empleo. Y si bien parte del electorado culpa a Obama, una proporción mayor culpa a un Congreso dominado por una intransigencia republicana sin precedentes.

Ahora, por cierto la elección será competitiva, porque la sociedad norteamericana tiene un fuerte sesgo conservador, y el discurso contra las minorías y los inmigrantes tiene un impacto en el votante blanco rural y de las clases medias-bajas. Pero con una economía que muestra signos de recuperación, y con un candidato-presidente cuya capacidad oratoria y carisma son difíciles de igualar,  cuyo discurso además, conecta mejor con el mundo que viene, y por tanto, con los grupos emergentes de esta sociedad, las probabilidades de reelección de Obama son altas, aunque en política siempre pueden haber imponderables, como una recesión o una guerra, que podrían alterar el curso de los acontecimientos. Por ahora, Obama derrota en todas las encuestas a cualquiera de los candidatos republicanos por entre 7 y 9 puntos porcentuales. La gran base electoral del Presidente está en las mujeres, el voto negro y latino, y los jóvenes. Además debe asegurar el voto moderado y de independientes que no tienen sintonía con la orientación de extrema derecha que hoy ha tomado el partido republicano. Si consigue que estos grupos voten en masa el día de la elección, su victoria es altamente probable. ¿Y el mundo que espera de esta elección? Sobre ello no hay duda. Si los diferentes continentes y regiones pudiesen votar, Obama arrasaría.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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