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Sentido común y revolución cultural

Álvaro Muñoz Ferrer
Por : Álvaro Muñoz Ferrer Profesor de Ética, Universidad Adolfo Ibáñez.
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Los movimientos sociales que se levantan enla actualidad exigen reivindicaciones que, al analizarlas desde la superficie, parecen justas. Pedir una mejora en los salarios mínimos, que en la práctica no permiten que una familia subsista cómodamente, nos parece algo justo. La demanda del movimiento calameño, que exige un mayor porcentaje de los beneficios del cobre que día a día se extrae de esa tierra, también aparece como una petición de total justicia. Justicia social, suele decirse.

Sin embargo, la realidad es que estas exigencias no sonjustas. Para nada. Lo que hoy en día demanda la sociedad es apenas un ruego por una explotación más piadosa y eso, de justicia, no tiene nada. A tal punto ha llegado la hegemonía de la clase dominante que nos sometemos acríticamente a sudominación y, de vez en cuando, “pataleamos” para pedir reformas superficiales que nos permitan llevar de forma más “placentera” la subyugación.

En palabras de Gramsci, hemos llegado a un consenso impuesto. El sentido común que hoy poseemos a nivel social es el sentido  común de la clase dominante y es esa la forma más efectiva de dominación. Un ejemplo: Cuando conversamos con algún cercano y le preguntamos acerca de su  vida laboral, comúnmente nos encontramos con respuestas del tipo: “Estoy muerto, lleno de ‘pega’, pero bien”. Hemos asimilado que la explotación es inherente al trabajo y, por lo tanto, no aspiramos a trabajos más “humanos”, sino a, por ejemplo, mejores sueldos, que compensen, de algún modo material, la explotación diaria; O, en última medida, nos levantamos para pedir leves mejoras en las condiciones laborales, que, en el caso de las capas menos favorecidas de la sociedad, corresponden a cosas tan básicas como el acceso a baño durante la jornada laboral.

Lo que tenemos hoy en día es una molestia colectiva, pero internalizada como natural. Y esa es la mayor victoria de la clase dominante: Someter a los dominados, no mediante la coerción, sino mediante la educación,  la cultura, la religión, los medios, etc. Si usted mira a la gente en la calle podrá comprobar que el ceño fruncido es permanente. Una mezcla de desesperanza y aceptación: “Me rompo el lomo todos los días, pero así son las cosas, no queda más que seguir adelante”. Y así avanzamos, acumulando rabia contra un sistema opresivo, pero con el sentido común impuesto diciéndonos que la vida es así y que sólo toca asumir.

¿Será sostenible esta situación? Creo que no y es por eso que considero urgente comenzar una modificación del sentido común para avanzar hacia una sociedad consciente y más humana. La tarea es identificar las molestias sociales y someterlas a análisis. Pronto nos daremos cuenta de que la relación hegemónica a la que estamos sometidos es completamente inaceptable y debe romperse. ¿Es posible sobrevivir con $205.000 al mes sin tener que endeudarse de por vida? ¿Es lógico que un Estado no garantice derechos humanos básicos, como lo son educación, salud y vivienda, y que, peor aún, permita que se negocie con ellos? ¿Es normal que un trabajador se levante a las 5 de la mañana, viajando en un sistema de transporte público precario, y regrese tarde en la noche, sin poder tener una relación familiar como la que sí tienen sus patrones? No, y es eso lo que debemos comprender, a pesar del bombardeo cultural que nos dice que todo está bien y que no hayalternativa.  Debemos generar un nuevo consenso, romper el sentido común impuestoy generar uno nuevo. Es la única forma de que la molestia generalizada por la opresión ejercida por la clase dominante se canalice y sea útil para generar reformas estructurales.

Si continuamos pensando según el modelo impuesto, seguiremos pidiendo una explotación piadosa. Si, en cambio, pensamos de forma autónoma y plenamente consciente, estaremos generando un terreno fértil para construir una alternativa al actual estado de dominación. “La conquista del poder cultural es previa a la del poder político”, dijo Gramsci, y esa esla clave de una revolución efectiva: La tarea primordial y más urgente, entonces, es la de modificar el sentido común, ya que ahí radica efectivamente la hegemonía de la clase dominante. ¿Cómo hacerlo? Mediante la infiltración de intelectuales en todos los mecanismos hegemónicos: Televisión,medios escritos, Universidades y otros. Debemos, todos juntos, luchar por la revolución cultural para vencer la explotación y avanzar hacia una sociedad realmente democrática,más humana y, lo más importante, más feliz.

(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl

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