Se podría presumir, entonces, que el presidente Piñera ha decidido ignorar el AVP, sacrificando la palabra empeñada —su honra— con tal de preservar una pretendida unidad moral al interior de su coalición política. Se justificaría esta búsqueda de armonía en un año de elecciones presidenciales. Pero, ¿de qué necesaria unidad estamos hablando en este caso, si tanto el Presidente como los dos candidatos oficiales de la derecha ya han manifestado inequívocamente su apoyo al AVP?
Sebastián Piñera incluyó en su programa de gobierno la aprobación del Acuerdo de Vida en Pareja (AVP), promesa de campaña que aún hoy a muchos resulta sorprendente, considerando que los principales socios de la coalición oficialista han expresado su rechazo visceral a toda iniciativa que legitime la igualdad de derechos civiles para los grupos históricamente discriminados. En los hechos, el proyecto de ley fue enviado por el Ejecutivo al Congreso Nacional en agosto de 2011, donde hiberna desde entonces, sin siquiera haber superado su primer trámite constitucional, y seguramente seguirá inmóvil como no se impulse su discusión mediante las urgencias legislativas correspondientes. Tomando en cuenta las circunstancias de un año de elecciones, queda muy poco tiempo para hacerlo, y Piñera podría terminar su mandato sin haber cumplido su palabra.
¿Por qué se ha estancado el AVP? No hay razones para dudar de las buenas intenciones personales de Piñera, ni sus colaboradores más cercanos, al incorporar en su programa estas reivindicaciones mediante spots televisivos y el lema “ahora nos aceptan; hace falta un país que nos respete”. Sin embargo, Carlos Larraín y Patricio Melero, presidentes de los partidos de la coalición de gobierno, se cuentan entre los más virulentos enemigos del otorgamiento de dignidad y derechos a la diversidad sexual, y ese sólo elemento basta para oponerse (incluso rabietas mediante, imaginamos) a la discusión de un AVP, aunque de los dos millones de convivientes que podrían verse beneficiados con esta legislación, las parejas homosexuales no representen más que una pequeña proporción.
[cita]Desgraciadamente, sospechamos algo más intrincado. Para quien resulte ser el candidato de la derecha, sería un golpe de efecto lograr la promulgación del AVP en medio de su campaña presidencial. Y más provechoso aún sería transferirle a esa candidatura la causa completa, de manera de poder renovar la promesa incumplida de Piñera y tener algo que hacer al respecto en un eventual próximo gobierno.[/cita]
Se podría presumir, entonces, que el presidente Piñera ha decidido ignorar el AVP, sacrificando la palabra empeñada —su honra— con tal de preservar una pretendida unidad moral al interior de su coalición política. Se justificaría esta búsqueda de armonía en un año de elecciones presidenciales. Pero, ¿de qué necesaria unidad estamos hablando en este caso, si tanto el Presidente como los dos candidatos oficiales de la derecha ya han manifestado inequívocamente su apoyo al AVP?
Desgraciadamente, sospechamos algo más intrincado. Para quien resulte ser el candidato de la derecha, sería un golpe de efecto lograr la promulgación del AVP en medio de su campaña presidencial. Y más provechoso aún sería transferirle a esa candidatura la causa completa, de manera de poder renovar la promesa incumplida de Piñera y tener algo que hacer al respecto en un eventual próximo gobierno. Aún más: postergar el AVP, sin importar si a expensas de los derechos de una parte de la población, sería contar con un elemento de transacción frente a un probable gobierno de la Concertación que propondrá, esperamos sin ambigüedades, el matrimonio igualitario, cosa que evidentemente aterroriza a buena parte de la derecha.
Si éstos últimos fuesen los casos, hay tres importantes consideraciones: en primer lugar, nada garantiza que en el futuro los opositores del AVP —fundamentalistas religiosos ultraconservadores y la UDI casi en pleno— no continúen entrampando la aprobación de la ley como lo han hecho desde el primer día con ésta y otras leyes pro-igualdad de derechos civiles. En segundo lugar, mientras más tiempo tome la aprobación del AVP, más intensa será la demanda por matrimonio igualitario. Y por último, recordarles a Sebastián Piñera y a los candidatos oficialistas que con la dignidad de las personas no se juega. Una evidente maniobra política sería en este caso un insulto a quienes aguardan el cumplimiento de una promesa resonante, aunque ello ocurra el día mismo de las próximas elecciones.